Revista Diario

El primer diente... caído

Por Sandra @sandraferrerv
El primer diente... caídoEntramos en una nueva fase del crecimiento de mis enanos: la caída de dientes de leche. Yo pensaba que eso venía más tarde pero mi hijo mayor ha decidido ser precoz. Ayer se pasó todo el día con un diente medio colgando pero no consintió que nadie se lo tocara. 

Aunque casi que mejor porque no sé a quién le daba más manía si a él o a mí. Si tengo que ver cómo su padre le arranca el diente me da algo. 

Así que se fue a dormir con el diente colgando y esta mañana se ha despertado sin él. 

Ardua tarea ha sido encontrarlo entre las sábanas pero claro, había que recuperarlo para poderlo dejar debajo de la almohada para que llegue el Ratoncito Pérez. 

El primer diente... caído
Y, ¿quién es el Ratoncito Pérez? pues, viniendo de mí, no podía faltar una pequeña referencia histórica a este entrañable personaje. Su creador fue el Padre Luis Coloma, un Jesuita miembro de la Real Academia de la Lengua. En el año 1894 le llegó una curiosa petición de palacio. Al niño-rey Alfonso XIII, que entonces tenía 8 años, se le había caído un diente y se le encargó al Padre Coloma, que escribiera un cuento relacionado con ese hecho. Ahí nació la historia de un simpático ratoncito que vivía en una caja de galletas en la Calle Arenal número 8 de Madrid y que visitaba a menudo a un Rey llamado Buby (apodo que la Reina Regente María Cristina usaba para su hijo). 

El Ratón Pérez explicaba al pequeño monarca historias de niños pobres a los que también daba regalos por sus dientes caídos antes de colocar en el lecho de Buby I un toisón de oro como regalo. 

Así pues, hoy nos unimos a una tradición centenaria. Hemos pasado la tarde haciendo un bonito retrato del Ratón Pérez para dejarlo junto al diente debajo de la almohada a la espera de un pequeño obsequio y conversando con mi pequeño mellado que quería convencerme de quedarnos toda la noche despiertos para conocer al señor ratón y ofrecerle quedarse a vivir con nosotros. "Yo le ayudaría a repartir los regalos a los otros niños y le daría de comer y le recogería más dientes", me argumentaba entusiasmado mientras mi neurona hacía horas extras para intentar encontrar argumentos de peso para disuadirle de su honorable intención. 
El primer diente... caído

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