Revista Videojuegos

El primer dungeon de mi pequeña padawan

Publicado el 26 septiembre 2017 por Oligbert
El otro día, mientras iba con mi hija en el coche camino de un centro comercial, le conté como nos conocimos su madre y yo, que fue en una quedada de El Rincón del Vampiro. Mi hija empieza a estar intrigada con esto del rol, y me dijo que quería aprender a jugar. ¿Aquí?, dije intrigado pues íbamos, como he dicho, en el coche. “Sí, sin dados”, dijo ella como si de una gurú del indie se tratase. No me pareció mal, pues así estaba entretenida, así que le di el capricho. Eso sí, aunque no hubo dados, cuando quería hacer algo debía decirme un número, y si el número estaba entre los que aparecían en la pantalla del coche, conseguía hacer la acción.
  • ¿Quién eres?, empecé.
  • ¡UN TIE-FIGHTER! – dijo ella, descolocándome completamente. No me esperaba esa respuesta.
  • Bien, pues estás volando por el espacio cuando ves algo brillante a lo lejos.
  • ¡DISPARO!
  • ¿Segura? Está lejos y no sabes lo que es.
  • Me acerco un poco, le veo y ¡DISPARO!
  • Es un Xwing. Dime un número.
  • 8
  • Fallas, y el Xwing te dispara. Sale humo de una de tus alas.
  • ¡LE PERSIGO Y LE DISPARO!
  • Dime un número.
  • 8 (y dale)
  • Aciertas. El Xwing sale hacia un lado con humo en el motor.
  • Vale, pues me voy a por refuerzos y que venga Vader.
El primer dungeon de mi pequeña padawan
Y con estas llegamos al centro comercial. Pero la historia no había acabado. Al subir al coche de nuevo, para volver a casa, dijo que quería jugar otra vez. Comenzamos de nuevo, pero como resumen del actual play, ella fue un Xwing que esquivó un TIE-Fighter y se fue al palacio de Jabba a verle, decirle que hablaba raro, merendar, y volverse a su casa. Le hizo mucha ilusión que 3PO estuviera allí traduciendo, y su padre haciendo una imitación desastrosa del androide de protocolo. Pero claro, esto no iba a terminar aquí. Ayer, cuando la recogí de casa de sus abuelos, me dijo que quería volver a jugar a rol en casa, al de las naves. ¿Por qué no vamos al parque y jugamos a rol cuando haga malo? No, hoy rol y parque mañana, y después rol, dijo ella recordándome años y años de elecciones similares. Así que lo vi claro. Como el delantero que ve al portero adelantado y tira sin pensárselo, por puro instinto, mi mente ordenó y mi voz habló: “Vamos a jugar a Heroquest”.Tras algunas breves explicaciones, nos sentamos en el suelo con la caja cerrada. Ya sólo el dibujo del bárbaro, el mago, el elfo y demás la dejó maravillada; pero fue al abrir la caja y ver su contenido cuando se quedó ojiplática. Puedes elegir mago, guerrero, enano y elfo; ¿cuál quieres? El elfo, dijo ella, que me gustan mucho. La dí su ficha y fue rellenando los datos como pudo, pues sólo tiene 4 años y medio y no controla el tamaño de su letra, así que el nombre del pj, Skrier (debe ser un elfo nórdico) ocupó casi toda la hoja. Lo corregí, claro, y al poco tenía el nombre, mente y cuerpo anotados.

El primer dungeon de mi pequeña padawan

Los niños de hoy serán los dungeon crawlers de mañana

Comenzamos a jugar, pero en vez de convertirlo en un juego de tablero, ignoré el que tirase los dados para moverse y sólo la preguntaba qué quería hacer, hacia dónde se movía, etc., etc.Tras casi una hora larga, en la que mató a 13 criaturas, consiguió una espada, un escudo y una armadura, se tomó una poción curativa, leyó varios libros de la biblioteca, abrió un cofre y ordenó un escritorio “porque seguro que los orcos lo han desordenado”, llegó la hora de volverse a su casa. La veía ya un poco cansada y sólo le quedaba un punto de vida tras combatir en la sala central contra un Fimir, dos guerreros del caos y la gárgola.Sus conclusiones, como contó a su madre mientras cenaba, es que “el juego me ha encantado pero la mazmorra era muy difícil, así que esperaré a que juegues conmigo y con Skrier y encontremos la tumba, que no la he visto”.

El primer dungeon de mi pequeña padawan

¡Tiembla Acererak!

Por mi parte, una experiencia increíblemente divertida que me ha hecho recordar mi época de Heroquest jugando con mi hermana y, más tarde, con los amigos del camping de la Cabrera. Aquella sensación de descubrimiento que se perdió hace tiempo, mis primeras partidas a MERP y todas las que siguieron después. Seguro que repetiremos pronto, pero sólo cuando ella lo pida para no forzar la máquina, como hago con el parchís o el ajedrez, aunque de este último lo que más le gusta es coger los caballos y que peleen entre ellos. Las próxima vez daremos ya un paso más y nos meteremos con algo más rolero, como Pequeños Detectives de Monstruos. Si veo que la cosa funciona, mi biblioteca se va a llenar de rol para niños no pasando mucho tiempo.

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