El cuadro que hoy presentamos, propiedad del Museo del Prado –aunque cedido a la Diputación de Zamora–, lleva por título «Primer milagro de Santa Teresa de Jesús. Resurrección de su sobrino don Gonzalo Ovalle, hijo de su hermana doña Juana de Ahumada». Su autor es Luis de Madrazo y Kuntz (Madrid, 1825-1897) y se trata de un óleo sobre lienzo del año 1855, de 106 x 132 cm.
El prodigio que retrata el cuadro
El niño que yace en el regazo de Teresa de Jesús era su sobrino, hijo de Juan de Ovalle y de Juana de Ahumada, nacido en Alba de Tormes, en 1557.
Teresa de Jesús se sirvió de su hermana y su cuñado cuando comenzó las obras del monasterio de San José de Ávila. Ellos se trasladaron desde Alba hasta Ávila y vivían en el futuro monasterio como si estuvieran edificando su propia vivienda, a fin de que no se conociese la construcción del convento, causa de murmuración e incluso de oposición en la ciudad. Teresa iba y venía a las obras desde la Encarnación. En ese tiempo, tuvo lugar el suceso que se representa en este lienzo y cuyo protagonista sería el hijo del matrimonio, Gonzalito de Ovalle. Escuchemos cómo lo relata la sobrina de la santa, Beatriz de Jesús, ya carmelita descalza, en su declaración para el proceso de beatificación de la Madre:
«Sabe esta testigo por haberlo oído decir muchas veces a doña Juana de Ahumada, madre de esta testigo, que habiéndose caído como muerto un hermano de esta testigo, que sería de cuatro o cinco años, en un aposento de la casa de su madre, sin haber tenido ocasión ni haber estado enfermo, la dicha madre Teresa de Jesús se encerró con él en un aposento donde estuvo un buen rato, diciendo no dijesen nada a la madre del niño. Salió de allí a un rato la dicha madre Teresa de Jesús con el niño de la mano, bueno y sano, y nunca más volvió a tener aquel desmayo o lo que fue, y esto tuvo por milagro la madre de esta testigo, y como tal se lo contaba muchas veces» (BMC 18,119).
¿Qué fue de Gonzalo de Ovalle?
Gonzalo de Ovalle aparece en el epistolario teresiano citado por Teresa de Jesús. Sabemos que ella le escribió en alguna ocasión, pero no se han conservado las cartas: “A Gonzalito he escrito por vía del inquisidor Soto; aún no sé si le han dado la carta” (Cta. a doña Juana de Ahumada, 19 octubre 1569, 2).
Como hace con el resto de la familia, no se desentiende la santa de este niño, y cuando tiene unos 18 años, leemos en carta a doña Inés Nieto, que lo recomienda para que lo tomen como paje el Duque de Alba. El esposo de esta dama, Juan de Albornoz, era secretario del duque. Teme la Madre Teresa que, a falta de oficio ni beneficio, el chico se aliste en los tercios:
«Esta es para suplicar al señor Albornós me haga merced en todo lo que pudiere hacerla a Gonzalo, mi sobrino. Entienda yo que gana algo por esta servidora de vuestras mercedes, y así suplico a vuestra merced en esto me ayude mucho.
Es que escribo a mi señora la duquesa, suplicando a su excelencia le saque de paje; porque me ha parecido muy hombre para serlo, y sé que podrá el señor Albornós mucho. Como andan unos con otros, temo mucho no le hagan se vaya por ahí, diciéndole es grande para paje. Y, si yo entendiese había de servir al Señor, no se me daría nada: mas andan las cosas de Italia peligrosas (Cta. a doña Inés Nieto, 31 octubre 1575, 1-2)».
Tres años más tarde, el muchacho contempló irse a Perú con su primo, el hijo de Lorenzo de Cepeda, entonces de 16 años, a quien habían pasado los derechos de su padre en las encomiendas de las Indias. Teresa escribe a doña Juana tranquilizándola, y asegurándole que su hermano no lo iba a permitir. Nos consta que Gonzalo, efectivamente, quedó en España cuando su primo Lorencico partió, dos años después de este intercambio epistolar:
«Vuestra merced no tenga pena de la ida de don Gonzalo con Lorencico, que mi hermano no lo consentirá ni le parece que le conviene (Cta. a doña Juana de Ahumada, 8 agosto 1578, 1)».
Encontramos aún referencia a Gonzalo en otra carta escrita a Juan de Ovalle, su cuñado, que muestra cómo la santa mantenía de algún modo, la relación con su sobrino:
«Al señor don Gonzalo me encomiendo mucho, y que mire lo que me prometió (Cta. a don Juan de Ovalle, 14 noviembre 1581, 7»
Finalmente, solo tres años después de la muerte de la santa, fallecería el joven Gonzalo, aunque no nos constan los detalles.