Revista Cultura y Ocio

El primer peldaño – @_vybra

Por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

A las que están por venir…

No sé tu nombre, tu edad ni tu color de pelo. Tampoco sé si eres la primera, la segunda o la tercera tras nuestra ruptura. Desconozco si aún no existes, si estás cerca o si ya hundes tu nariz en el espacio que se forma entre su cuello y su clavícula, ese que fue mi perdición y mi guarida, o si eres de esas que prefieren rozar sus manos en vez de dormirte usando como nana los latidos de su corazón. No sé nada, pero eso no importa.
Te escribo a ti, aunque no tengas cara ni nombre, con la absurda esperanza de que estas líneas caigan en tus manos y las leas con atención, porque tú quizá sí sabrás quién soy y la curiosidad podrá más que la precaución.

Esto no son consejos, ni siquiera indicaciones sobre qué pautas seguir o cuáles no. Cada relación es un mundo y nadie nos puede enseñar que el primer peldaño es solo el principio, o final, de una escalera. Sencillamente me apetecía decirte que, si estás cerca, no te alejes y deja que te seduzca con sus galantes formas y educación, con su modo de hablar y su dulce voz.

Permite que te hable de cuánto adora la música, enamórate de sus ojos asombrados frente a una obra de arte o de su media sonrisa cuando está tramando algo. Hazte fan del queso, espero que te guste, de las comidas con sobremesa de charla sin prisas y sexo bajo la manta en el sillón, intentando ver una película que nunca termina al ser interrumpida por la pasión. Camina a su lado, coge su mano y recorre cada calle en busca de un detalle que merezca ser fotografiado.

Si ya estás aquí cuídale, porque él no sabe hacerlo tan bien como debería. A veces es un desastre y se daña las manos, olvida comer sano, no duerme tanto como necesita o no recuerda la importancia de tirar los medicamentos caducados del botiquín. Pero no creas que por ello no es responsable, sencillamente es olvidadizo con las cosas que no le parecen divertidas.

Háblale, es un regalo saber que te escucha. Porque él escucha aunque parezca distraído o aunque días después le cueste recordar un detalle de lo que le contaste. Tranquila, no lo ha olvidado, pero su cabecita no para quieta un instante y a veces centrarse le supone un auténtico desafío.

Apóyale y anímale, haz que hasta la más dispar de sus locuras parezca posible contigo a su lado. Es sencillo, créeme… cuando veas cómo brillan sus ojos al contarte sus sueños harás lo imposible por cumplirlos.

Ten paciencia, un poquito más que con el resto de la gente que te rodea y no porque él sea más complicado o de difícil trato, es que a veces la vida nos sobrepasa y algunas personas hacen del silencio un aliado. No te alejes, pero respeta que no necesitas decirle que estás a su lado para que él tenga claro que nunca caerá porque le sujetan tus brazos. Le cuesta expresar las cosas, por ello muchas veces parece de hielo aunque arda por dentro. Siente, aunque no grite un “te quiero” o susurre un “te echo de menos”, aunque no te pida que te quedes tras una discusión y parezca no importarle cómo te sientes. Hazme caso, alguien que atesora canciones jamás tendrá de adorno el corazón.

Haz que crezca, creced juntos. Que cada día sea una oportunidad para aprender algo nuevo, para leer ese libro viejo que nadie acaricia, para probar el café amargo de la nueva cafetería acompañando un tiramisú o perderse en la ciudad que tanto conoces, pero adoras desconocer cuando, escuchándole, todas sus calles se vuelven extrañas para ti.

Disfruta de sus rarezas, manías, detalles, costumbres y matices. Da igual si acaba en un mes o si el para siempre es vuestro, hacerlo inolvidable nada tiene que ver con ser eterno.

A ti, que desconozco tu rostro o tu nombre, solo he de pedirte un favor… respeta mi recuerdo al igual que yo respetaré que ahora tú formas parte de su vida y entiende que una parte de él siempre será mía. No pretendas borrarme de la canción que hará que sonría tímidamente, de la película que querrá ver solo o de ese local al que ya no quiere ir por muy de moda que se ponga. Tampoco pretendas que no me nombre, que perdamos el contacto o que nos comportemos como extraños. No te enfades si nos encontramos por casualidad y nos fundimos en un abrazo, si busca mi consejo en un momento determinado o si aún recuerda mi comida favorita o que detesto a los gatos.

Sé que es difícil, yo también llegué a su vida detrás de otras personas y me costó entender que el pasado sigue estando siempre presente en el futuro. Quizá pido demasiado, pero te agradecería que entiendas que su corazón aún guarda mis huellas y que eso no impide que te quiera.

No soy una inconsciente y comprendo que no es tarea fácil, pero, piénsalo un instante, quizá algún día tú seas la que le escriba a las que están por venir…

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