Era el 28 de noviembre de 1991. En Hendaya ,el tren con sus cabezas tractoras separadas de la composición, se montó sobre unos diplorys de ancho ibérico, gracias a lo que pudo circular remolcado por una doble tracción de locomotoras 333 por la línea Madrid-Aranda de Duero-Burgos.
Detalle de los diplorys
Dicho tren, un TGV Atlántico, era el que contemplaba la oferta con la que se adjudicó el concurso en marzo de 1989, pero con cambios en el diseño original, tanto de interiores como de exteriores, para hacerlo más adecuado al gusto del viajero español, y es que para gustos los colores.
Las características técnicas también tuvieron que ser adaptadas: 3 kV en corriente continua, en lugar del 1,5 del TGV Atlántico original, equipos auxiliares reforzados para permitir mayor potencia en la climatización y un nuevo sistema neumático en las puertas del tren adaptado a la orografía española para eliminar las molestias que la presión al paso de los túneles pudiera ocasionar a los viajeros.
Poco después de su llegada, aquel primer tren AVE batía su primer record en línea española: 325 kilómetros hora sobre el tramo de línea Parla-Mora de Toledo.
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