Remitido por Pucho Méndez
Al analizar esta obra debemos considerar, de forma inexcusable, el entorno social y político de la época en que fue escrita. Estamos en pleno renacimiento, y la conquista del poder y el mantenimiento del mismo son objetivos prioritarios de cualquier príncipe, sin que los métodos para lograrlo tengan nada que ver con las formas democráticas actuales.Las recomendaciones de Maquiavelo, que en la actualidad pueden parecer cínicas crueles e incluso odiosas, no tenían ni mucho menos esas connotaciones en el “cinquecento”. Por supuesto que Maquiavelo además de un gran pensador, era un buen pelota, empieza por dedicarle la obra al gran “Lorenzo el Magnífico”, pero sin duda la calidad del trabajo es muy buena y constituye un manual de “buen gobierno”, y no se escatima ningún tipo de actuación con tal de conseguir los objetivos.
El autor basa sus principios en las experiencias de los grandes estrategas de los imperios griego y romano, que no se andaban con chiquitas a la hora de resolver los problemas de autoridad y poder. Brillante, aunque no ejemplarizante, es toda la obra y aunque recomienda que todo príncipe debe de ser amado y temido de no poder ser las dos cosas, es mejor ser temido, ya que el amor es voluble en el hombre y el temor arraiga más por su propia naturaleza. Lo que se debe de evitar es ser odiado, pues ello , a la larga, ocasionará la perdida del poder. Grande Maquiavelo!