El grito que rompió la noche recorrió la espina dorsal de Alexei Voronov como un rio e agua helada. Con todos sus sentidos alerta, miro alrededor de la plaza Roja, el suelo empedrado cubierto por una ligera nevada. A la derecha, el muro del Kremlin bordeada la plaza, al final, la torre Spassky, con su reloj gigante como el Big Ben de Londres, y las coloridas cúpulas de la basílica de San Basilio.
Pero era tarde y no habia movimiento en la plaza, hasta que volvió a escuchar el grito. Alexei murmuro una maldición. Estaba escondido entre las sombras del museo de historia de Rusia esperando que llegara su contacto, pero no podía ignorar los gritos. Aunque seguramente fuera una pelea en alguna discoteca de los alrededores, si habia un amujer es peligro tenia que hacer algo.
Iba a costarle una valiosa información, ya que su contacto no esperaría cuando descubriera que no estaba en el lugar indicado, pero llevaba media hora esperando y el hombre no llegaba. En realidad, empezaba a preguntarse si aparecería. Era posible. Si su adversario había descubierto sus intenciones, tal vez habría pagado mas al informador aunque Alexei estaba dispuesto a pagarle una fortuna. Pero no podía quedarse de brazos cruzados mientras oía gritar a una mujer.
Era una maldición ser tan noble, incluso a expensas de sus propios intereses, pensó, con cierta ironía. El era despiadado en todo lo que hacia, salvo cuando alguien estaba en peligro.
Frente al Kremlin, las luces de los grandes almacenes GUM estaban encendidas y Alexei se dirigió en esa dirección, pero se detuvo al escuchar un ruido. El eco en la plaza vacía hacia difícil señalar la dirección desde la que llegaban. Antes de que pudiese averiguarlo, una mujer apareció de repente en medio de la oscuridad y choco contra el con tal violencia que estuvo a punto de tirarlos a los dos al suelo.
Alexei la sujeto por la cintura mientras daba un paso atras para mantener el equilibrio. Era como intentar sujetar a una leona. Ella no emitio ruido alguno, pero lo empujo con todas sus fuerzas, levantando el codo hacia su cara. Instintivamente, Alexei se aparto y le dio la vuelta hasta tenerla de espaldas a el, poniendo una mano sobre su boca.
Si la soltaba, la destrozaría los timpanos.
Si vuelves a gritar le dijo en voz baja quien te esta persiguiendo te encontrara. Y no pienso meterme en una pelea de enamorados.
Por que no podía, por una vez, meterse en sus asuntos? Era tarde, pero su informador aun podía llegar. Habia en juego un importante asunto de negocios, por no mencionar años trabajando con un solo objetivo que estaba a punto de conseguir. Perderse ese encuentro con un informador por culpa de lo que parecía una pelea entre borrachos no era parte de su plan. Debería darse la vuelta y volver a la puerta del museo.