_ ¡Ya sabemos dónde están las dos piedras azules! Se encuentran en el lugar de los demonios de las profundidades. Se le llama así a ese lugar, porque allí se encuentran unos calamares gigantes. Son criaturas voraces y carnívoras que se desplazan a gran velocidad expulsando agua. Los seres humanos les tienen más miedo que a los tiburones porque con sus fuertes tentáculos han destrozado barcos _ explicó la sirena Jarisna.
Dicho esto, las tres sirenas nadaron hacia el lugar de los demonios de las profundidades. Cuando se estaban acercando al lugar se les presentaron unos peces león con melena de espinas venenosas capaces de provocar una picadura sumamente dolorosa._ ¿Qué buscan las sirenas por nuestro territorio? Por aquí no se puede pasar sin nuestro permiso. ¡Ataquémoslas! _ ordenó el pez león jefe lanzando sus espinas venenosas contra ellas._ ¡Creo que no podremos con esta bancada de peces león! _ gritó la sirena Rina mientras nadaba intentando escapar. _ Cantemos nuestra canción para que duerman bajo nuestro embrujo _ exclamó la sirena Jarisna._ ¡Hagámoslo ahora! _ vociferó la sirena Sahira.Este dulce canto escuchaComo un tierno niño en su cunaDuerme bajo la dulce melodíaQue mañana brillará un nuevo día
Duerme que el azul del marTe hará dormir y descansarDuerme que ya tienes en tus manosEl descanso tan anhelado
No es verdad que estás en peligroSon cuentos tristes que te han leídoDuerme que alguien cuida tus sueñosNo creas que Dios está tan lejosEn ese mismo instante los peces león quedaron profundamente dormidos y las sirenas continuaron nadando hacia las profundidades donde vivían los calamares gigantes.Cuando llegaron a las profundidades del mar, por debajo del alcance de los rayos del sol, la oscuridad reinaba en el lugar. Era muy difícil ver los arrecifes donde estaban las piedras escondidas.Todo era silencioso, frío y oscuro, por lo que las sirenas tomaron la decisión de llamar a una medusa peine. Esta alumbraba en la oscuridad con sus luces azul y verde produciendo una especie de arco iris._ ¡Cuidado! _ gritó la sirena Rina al ver que unos calamares gigantes se estaban acercando dispuestos a atacar.Seguidamente las sirenas entonaron un dulce canto y los dejaron dormidos. Después de esto, comenzaron a buscar las dos piedras azules hasta que por fin las encontraron debajo de un arrecife de coral.Con las dos piedras azules en sus manos las sirenas se marcharon a la cueva de las sirenas montadas a lomo de los caballitos del mar.Luego la sirena Jarisna nadó hacia la superficie y llamó al unicornio que la llevó a la orilla del mar convertida en una hermosa joven. Una vez en la arena caminó hacia donde había dejado al príncipe Marcos y le entregó las dos piedras azules._ ¡Gracias Jarisna, lo conseguiste! _ dijo el príncipe Marcos mientras suspiraba._ Ahora nos toca buscar las piedras que están en la cima de la montaña Mahú; pero iremos en la mañana _ meditó la joven Jarisna. Al día siguiente se levantaron muy temprano. Caminando rumbo a la montaña disfrutaban del cantar de las aves, del silbido del viento, del murmullo de las hojas de los árboles y diferentes sonidos de los animales. Iban buscando las piedras debajo de las rocas y en los troncos de los árboles._ Aquí sólo hay árboles, plantas, animales, aves, reptiles… pero las dos piedras azules no las encontramos _ expresó el príncipe Marcos enojado._ ¡Creo que hay algo en ese árbol!_ señaló la joven Jarisna._ ¡Parece un nido, subiré a ver! Espérame aquí abajo _ dijo el príncipe Marcos.Cuando subió al árbol descubrió un nido con tres gigantescos huevos. Y entre los huevos encontró las dos piedras azules. Muy entusiasmado comenzó a bajar del árbol pero en ese instante se acercó una gigantesca ave de ojos rojos, con cuatro alas, cuernos, garras y pico muy afilados. Y comenzó a atacar al príncipe.La joven Jarisna observaba el panorama desde abajo y gritaba:_ Príncipe, intenta esquivar al ave protegiéndote con las ramas del árbol. Ella piensa que le estás cogiendo sus huevos, quizás por eso te ataca._ ¡Creo que no lo voy a lograr! Te lanzaré las piedras e intenta tú rescatar a mi hermano. Dile que lo quiero mucho y a mi padre también _ gritó el príncipe Marcos moviéndose entre las ramas.Al escuchar esto, la joven Jarisna produjo un silbido y llamó al unicornio. Inmediatamente subió en su lomo volando a la altura del árbol y rescatando al príncipe._ ¡Menos mal que has llegado a tiempo! ¡Nunca he visto una cosa como esa! _ manifestó el príncipe Marcos._ ¡Aún no estamos a salvo, ese monstruo nos está persiguiendo! _ reveló la joven Jarisna.Ambos idearon un plan con el unicornio, dejaron que el ave se acercara y girando a la derecha la hirieron en una de sus cuatro alas hasta que cayó al suelo._ ¡Uf, qué susto! Menos mal que ya estamos en tierra otra vez _ suspiró el príncipe Marcos._ Ahora vayamos al centro del bosque en busca de las dos últimas piedras _ dijo la joven Jarisna.Creo que necesitamos un poco de energía. Comamos un poco de frutas para seguir nuestro camino _ expresó el príncipe Marcos.Mientras comían el príncipe con gran curiosidad preguntó: _ ¿De dónde vienes y dónde vives Jarisna?_No importa de dónde vengo ni quién soy, sólo quiero ayudarte a encontrar a tu hermano _ confesó la joven._Es que tienes una belleza única, el azul de tus ojos es el mismo azul del mar_ explicó el príncipe Marcos._ ¡Gracias príncipe!_ dijo la joven Jarisna tímidamente._Mi padre debe estar preocupado por mi hermano y por mí; pero no regresaré a casa sin él. También estoy preocupado por mis dos fieles soldados. Se los llevaron los piratas y parece que a mí me lanzaron al mar… no sé... Sólo espero que estén bien _ explicó el príncipe Marcos melancólicamente._ ¡Tranquilo príncipe, ellos regresarán, ya lo verás! Continuemos en la búsqueda de las dos piedras que nos faltan _ decidió la joven Jarisna mientras miraba los ojos marrones de aquel hermoso príncipe.Mientras caminaban un conejito blanco y simpático se les acercó preguntado:_ ¿En qué puedo ayudarles humanos?_ Estamos buscando dos pequeñas piedras azules de forma ovalada. ¿Sabes dónde la podemos encontrar? _ preguntó la joven Jarisna._ ¡Claro que sé! Yo vi cuando la bruja Marileyda las enterró en la entrada de una cueva aquí cerquita. Acompáñenme que les mostraré dónde están enterradas _ dijo el conejito blanco.Cuando iban caminando por el silencioso bosque un espantoso ruido rompió el silencio violentamente._ ¿De dónde viene ese horrible sonido? _ preguntó el príncipe Marcos._ ¡Creo que viene de la cueva! _ respondió la joven Jarisna.Una enorme serpiente transparente, con los ojos por dentro de la piel salía de la cueva._ ¿Qué clase de serpiente es esa? ¡Es horrible!¬_ clamó el príncipe Marcos. _ ¡Debe ser obra de la bruja! ¡La serpiente se acerca! _ gritó la joven Jarisna aterrorizada.Rápidamente el príncipe desenvainó su espada y comenzó a luchar con la serpiente. _ Príncipe, la serpiente tiene los ojos dentro de la piel, no puede ver con la luz del sol _ explicó la joven Jarisna entre gritos:_ ¡Es cierto!_ clamó el príncipe Marcos.Y manejando rápidamente su espada le cortó la cabeza. Cuando se repusieron del susto, continuaron cavando en la tierra hasta que por fin encontró las dos últimas piedras que faltaban._ ¡Ya la tenemos, salgamos de este lugar y vayamos a por mi hermano!_ dijo el príncipe Marcos felizmente.Ambos dieron las gracias al conejito y se marcharon corriendo por todo el bosque hasta llegar al castillo brillante suspendido en aire._ ¡Veo que han vuelto! Ya les he dicho que no podrán contra mi hechizo. ¡Lárguense de aquí! _ chilló la bruja Marileyda._ ¡He venido a por mi hermano y no me iré sin él! _ dijo el príncipe Marcos._Ya te he dicho que tu hermano quedará bajo mi embrujo para siempre, por no querer casarse con mi adorada hija _ gruñó la bruja Marileyda.El príncipe Marcos se acercó al oído de la joven Jarisna y le dijo en secreto:_ Yo distraigo a la bruja y tú te colocas debajo el castillo formando el círculo con las seis piedras azules._ ¡Así lo haré! _ susurró la joven Jarisna. Y rápidamente se posicionó debajo del castillo suspendido en el aire mientras que el príncipe distraía a la bruja conversando con ella:_ ¿Dónde está tu hija, bruja malvada? _ preguntó el príncipe Marcos. _ Está en su cueva, esa es su morada. ¡Lárgate de aquí, tu presencia no me gusta! _ dijo la bruja mientras volaba alrededor del castillo en forma de murciélago negro. _ Te dije que no me iría sin mi hermano _ determinó el príncipe Marcos.En ese momento la joven Jarisna ya había formado el círculo con las seis piedras azules debajo del castillo y gritó:_ Príncipe Marcos hay que decir las palabras mágicas:Piedras de marTu azul haz brillarPiedras de montañaQue no se pierda la llamaPiedras de tierraQue este hechizo se pierda En la lengua de la bruja Marileyda.Seguidamente el castillo cayó del aire, las puertas se abrieron y por una de ellas salió el príncipe Gustavo, alto, fuerte, pelo y ojos negros._ ¡Hermano… hermano mío estás vivo! _ gritó el príncipe Marcos con lágrimas en los ojos de felicidad. _ ¡Si hermano aquí estoy, vivo! Esa malvada bruja me lanzó un hechizo porque no me quise casar con su horrenda hija _ explicó el príncipe Gustavo._ ¡Me la pagarán, estúpidos príncipes! _ gritó la bruja lanzando fuego por su boca. Y con un extraño sonido invocó a todos sus murciélagos rodeando a los príncipes y a la joven Jarisna.En ese instante apareció el hada de las rosas acompañada de un sinfín de aromáticas flores diciendo:_ ¡Ya está bien bruja malvada, deja ir a los príncipes en paz!
El hada de las rosas ordenó a todas sus flores que lanzaran polen de rosas a la bruja y a sus murciélagos.El polen salía de las flores en diminutas células en forma de huevo, provocando a la bruja y sus murciélagos picor de nariz y ojos, lagrimeos, estornudos, arenillas en los ojos, cansancio, depresión, fiebre y tos.Con todos estos síntomas la bruja volvió a su estado natural. Era una vieja fea, arrugada, de nariz corta, delgada, mirada caída, y vestido largo y rojo._ ¿Por qué me haces esto hada de las rosas? _ gritó la bruja mientras se marchaba a su cueva caminando cabizbaja y rascándose la nariz con grandes estornudos.
Autora: María AbreuLeer el capítulo 111: El príncipe y la sirena