El espíritu de los piratas
Una tarde de veranoel dios Forcis, dios marino y padre de las sirenas salió de vacaciones con Nereo padre de las nereidas. Ambos tomaron forma humana y salieron del mar yéndose al lago del bosque.
Allí disfrutaban junto a las ondinas, ninfas acuáticas de espectacular belleza que habitaban en el lago azul del bosque
Mientras que en las profundas aguas del mar la sirena Sahira y la sirena Rina visitaban a sus amigas las nereidas.
La sirena Sahira y la sirena Rina, surgían entre las olas del mar jugando y danzando con sus amigas las nereidas, pero mientras jugaban una extraña luz de color roja las perseguía.
_ ¡Nos está persiguiendo una extraña luz!_ dijo la sirena Rina muy asustada.
_ ¿Pero qué cosa es esa? _ preguntó la nereida Silfa.
_No huyan de mi presencia sirenas y nereidas. Soy el fantasma de los piratas. Yo gobernaré el mar con sus criaturas. Comenzaré por ustedes por ayudar a los marineros a surcar los procelosos mares y no dejar que mis piratas hagan bien su trabajo que es el de capturar barcos en busca de fortuna y dinero_ dijo el fantasma de los piratas dentro de un esqueleto humano.
_ ¡Oh! Es el fantasma de los piratas y nuestro dios Forcis no está aquí para ayudarnos _ comentó la sirena Sahira muy asustada.
_ Tienes razón, tu dios Forcis, el dios de este mar se ha ido y desde ahora yo gobernaré sobre todas las criaturas marinas _ indicó el fantasma de los piratas.
El fantasma de los piratas le hizo el llamado a una gigantesca ballena. Esta llegó preguntando:
_ ¿En qué puedo servirle amo fantasma?
_ Abre tu gran boca y trágate a la sirena Sahira _ señaló el fantasma de los pirata.
La gigantesca ballena abrió su gran boca y se tragó completamente a la sirena Sahira. Ésta intentó escapar nadando pero no lo consiguió.
_ ¡Ya está tragada! Puedes marcharte, espero que no te haya dado mala digestión _ dijo el fantasma de los pirata entre burlas.
_ ¡Pagarás por esto, deshonrado y malvado fantasma! _ gritó la nereida Dashira.
_ ¡Lo pagarán ustedes! A partir de ahora yo tengo el control _ expresó el fantasma de los piratas.
La sirena Rina y las tres nereidas intentaron hechizar al fantasma con sus cantos y sus embrujos pero no pudieron.
_ Amigas nereidas y sirenas, no soy un simple humano al que ustedes seducen y embrujan con su dulce y hechicero canto. Tengo el poder de aparecer y desaparecer. Soy un lindo espíritu sin cuerpo metido en este esqueleto humano que encontré aquí en el mar, me veo muy bien dentro de él _ dijo el fantasma pirata.
Dicho esto llamó a cuatro grandes serpientes marinas para que atraparan a las tres nereidas y a la sirena Rina.
Las cuatro serpientes atraparon a las tres nereidas envolviéndola con su cola y luego la lanzaron a una antigua jaula.
Pero cuando una de las serpientes intentó atrapar a la sirena Rina ésta dio un gran salto hacia la superficie del agua. En ese momento la bruja Marileyda volaba por encima del mar convertida en un gigantesco murciélago y viendo el salto de la sirena Rina muy sorprendida dijo:
_ ¡Eso que ha saltado a la superficie parece una sirena! No lo puedo creer…, las sirenas no existen, quizás fue un gran pez. Creo que los años me están traicionando la vista ¡Mejor me voy al bosque!
La serpiente marina también nadó y subió a la superficie del agua atrapando a la sirena Rina en el aire y la metió en la jaula.
_ ¡Sácanos de aquí espíritu de los piratas! _ ordenó la nereida Nadia.
Pero el espíritu de los piratas seguía con su maquiavélico plan de destruir a las sirenas y a las nereidas para que no siguieran ayudando a los marineros en los peligrosos mares.
Atrapada dentro de la jaula la sirena Rina comentaba a las nereidas:
_Mi hermana la sirena Jarisna sabe las letras de una canción que ahuyenta a los fantasmas.
En ese instante el fantasma de los piratas mirando a las sirenas comenzó a producir una extraña vibración y un espantoso ruido que hizo estremecer las aguas del mar. Inmediatamente comenzaron a reunirse frente a él diferentes animales acuáticos.
_ ¡Ha llegado uno de los animales que más necesito! ¡Bienvenido a la función mi amigo calamar gigante!_ señaló el fantasma de los piratas.
_ ¿En qué puedo servirle amo? _ preguntó el gigantesco calamar.
_ Necesito que abraces a los barcos con tus tentáculos, los hundas en el mar y los traigas hacia mí _ explicó el fantasma pirata.
Mientras, en la ciudad real, la princesa Jarisna pensaba en sus hermanas, por tal razón se acercó a su esposo el príncipe Marcos diciéndole:
_ Hoy el día está soleado, me gustaría ir al mar a darme un baño.
_ ¡Es cierto, el día está hermoso, yo iré contigo, así nadamos juntos!_ sugirió el príncipe Marcos.
_ Perdona príncipe Marcos, pero me gustaría ir sola, sino te importa. Otro día vamos juntos _ dijo la princesa Jarisna.
_ Está bien princesa, iré a la sala de música y tocaré el piano. ¿Regresarás pronto verdad? _ preguntó el príncipe Marcos.
_ Sabes que cada vez que voy al mar sólo me quedo dos horas bañándome _ explicó la princesa Jarisna despidiéndose con un beso.Cuando la princesa Jarisna llegó al mar se lanzó a las aguas convirtiéndose en una hermosa sirena y comenzó a nadar rumbo a la cueva de las sirenas para encontrarse con sus hermanas, sirena Rina y sirena Sahira.
_ ¿Qué extraño, mis hermanas no están aquí? _se preguntó la sirena Jarisna.
Nadaba por los alrededores de la cueva y no encontraba a sus dos hermanas, entonces entonó el canto de las sirenas el cual era la manera habitual de comunicarse, pero sus hermanas no respondieron. _ Mis hermanas no han respondido a mi canto. Creo que algo les habrá pasado _ pensó la sirena Jarisna muy preocupada. Luego salió de la cueva y nuevamente entonó el canto de las sirenas.Este dulce canto escuchaComo un tierno niño en su cunaDuerme bajo la dulce melodíaQue mañana brillará un nuevo día
Duerme que el azul del marTe hará dormir y descansarDuerme que ya tienes en tus manosEl descanso tan anhelado
No es verdad que estás en peligroSon cuentos tristes que te han leídoDuerme que alguien cuida tus sueñosNo creas que Dios está tan lejosLa sirena Rina atrapada en la jaula escuchó el canto de su hermana y respondió entonando el mismo canto. Continuará...
Autora: María Abreu
Leer el capítulo I. El príncipe y la sirena, capítulo VII