Revista Cocina
El especismo es algo asumido y cotidiano en nuestra sociedad. A casi todos nos han educado en base a ese prejuicio. Pero también es verdad que tenemos la capacidad de cuestionar y cambiar los prejuicios que nos han sido inculcados. Y así deberíamos hacerlo, porque en efecto, el especismo se trata de un problema muy grave, pues no solamente es injusto sino que además causa directamente billones de víctimas inocentes.
Ciertamente, muchas personas piensan que es normal preocuparse solamente por los individuos que son de su mismo grupo (raza, sexo, nación,...) que por los que son de otro grupo distinto. Pero ese prejuicio es irracional. Porque la raza ni el sexo ni la nacionalidad no afecta a la capacidad de sentir, al hecho de que todos los individuos sienten por igual. Esto es la única característica que importa. Todos los animales con sistema nervioso podemos sentir, y tenemos voluntad e intereses propios.
Discriminar moralmente en función de la especie es tan injusto como discriminar en base a la raza. Todos los animales merecen el mismo respeto básico, y ese respeto implica que no usemos a nadie como nuestra propiedad, como un mero recurso para satisfacer nuestros deseos. Simplemente, deberíamos respetar a los demás como a nosotros mismos y no hacerles nada que no querríamos que nadie nos hiciera a nosotros.
No tiene relevancia el hecho de que otros animales no sean capaces de tener responsabilidades y obligaciones morales, o que no sean capaces de comprender lo que es la ética. Ese punto es del todo irrelevante. Porque muchos otros seres humanos tampoco son capaces de comprender la responsabilidad moral y aun así comprendemos que merecen un respeto básico y no ser tratados como meros recursos. Me estoy refiriendo a los bebés, a personas con discapacidad mental, a ancianos seniles.
Hay muchos seres humanos que no puede tener obligaciones y aun así merecen el mismo respeto que nosotros. Porque la razón para respetar a alguien no está en sus capacidades intectivas, sino solamente en el hecho de que puede sentir. Los demás animales, experimentan sensaciones (dolor, placer,..) y tienen intereses (vivir, disfrutar, evitar el daño). Esto es lo único que importa. No la especie, ni la raza, ni el sexo, ni ninguna otra característica irrelevante a la capacidad de sentir.
Así que no hay ninguna diferencia cualitativa entre seres humanos y los demás animales que justifique el hecho de que les discriminemos del mismo respeto que deseamos para nosotros. La explotación que estamos ejerciendo sobre los animales no humanos se intenta justificar del mismo modo que se ha intentado justificar la explotación y matanza sobre otros seres humanos, apelando a que eran diferentes de nosotros porque carecían de alguna cualidad determinada (inteligencia, raza,...) que no tiene relación con el hecho de sentir, de tener conciencia e intereses. Esa práctica injustamente discriminatoria se basa en lo que otros autores han denominado como el principio mafia.
La misma dinámica se repite cuando discriminamos en función de la especie. Ignoramos que los demás animales sienten, sufren, y desean vivir; con la excusa de que son inferiores porque no son humanos o porque no son tan inteligentes como nosotros. Y cuando hacemos esto demostramos que no hemos aprendido nada de los graves errores de nuestro pasado.
En esto consiste la igualdad en sentido moral: que lo que sea igual debe ser reconocido y tratado moralmente como igual. Y es un hecho comprobado científicamente que todos los seres con sistema nervioso pueden sentir; experimentan sensaciones y tienen intereses básicos.
Por lo tanto, el principio moral de igual consideración nos obliga necesariamente a reconocer como iguales a todos los seres sintientes. Todos ellos merecen la misma consideración moral básica, lo cual implica, entre otras cosas, no utilizarles como meros recursos para satisfacer nuestros fines, es decir, no usarles como comida, vestimenta o sujetos forzados de experimentación o entretenimiento.
El principio de igualdad exige que erradiquemos el estatus de propiedad animal. Seguir considerando a los nohumanos como nuestra propiedad supone supeditar sus intereses a los nuestros. Es la única consecuencia lógica de aplicar el principio de igualdad.
La lógica es la base de la ética. En realidad, la lógica es la base de todo conocimiento, puesto que algo de carezca de base lógica no podría siquiera ser comprendido ni percibido en modo alguno. Ésta es la esencia de la lógica moral: lo que no desees para ti, no se lo hagas a otros. No importa su raza, sexo, o especie. El principio moral de igualdad exige que todos los individuos, y sus intereses relevantes, sea considerados de manera igual - al mismo nivel - porque son los mismos intereses aunque se den en individuos diferentes.
Aparte, no tenemos ninguna necesidad que nos obligue a utilizar a otros animales. Por ejemplo, podemos vivir perfectamente con una alimentación vegana (sin sustancias de origen animal). E igualmente podemos satisfacer todas nuestras necesidades (vestimenta, higiene, ocio,...) sin tener que usar a otros animales. Así que el especismo y explotación que ejercemos sobre los demás animales no sólo es algo injusto, y terriblemente dañina, sino que además es innecesario en cualquier sentido razonable del término.
Para quien desee conocer una explicación más detallada acerca del principio de igualdad (o igual consideración) recomiendo encarecidamente la lectura del libro "Introducción a los Derechos Animales" de Gary Francione.
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