Páginas: 384
ISBN: 9788408105824
Precio: 22,90 €
Llega la hora de contaros mis impresiones sobre El prisionero del cielo, tercera parte de la evocadora tetralogía de Carlos Ruiz Zafón. Como la mayoría, en su momento disfruté mucho con La sombra del viento y desde entonces he seguido con lupa las nuevas publicaciones del autor. Me fascina su capacidad para plasmar atmósferas llenas de magia, que combina a la perfección con tramas de intriga y personajes solventes. En general, su forma de escribir es muy personal (no lo digo solo por el texto, sino por todas las características con las que construye una historia), siempre se nota el «estilo Zafón» y eso me parece una cualidad valiosísima de la que no todos los escritores pueden alardear. El libro que os comento hoy no es una excepción.
Sinopsis
La Navidad de 1957 se avecina gris en la librería Sempere e Hijos. Pocas ventas y dificultades para pagar las facturas, hasta que el señor Sempere tiene la brillante idea de decorar el escaparate con adornos navideños para captar la atención de los clientes potenciales. Es precisamente cuando sale a comprarlos que Daniel, su hijo, recibe una visita inesperada en la tienda: un anciano misterioso adquiere el ejemplar más caro de su colección y lo deja, junto con una dedicatoria, para que se lo regalen a un viejo amigo… Fermín Romero de Torres.Este, por su parte, no pasa por un buen momento: debería estar feliz por su próxima boda con la Bernarda, pero últimamente se muestra apagado, ha perdido peso y su prometida tiene miedo de que le dé plantón. En esas circunstancias, no hay nada como una charla entre amigos para desahogarse y explicar ciertos secretos, y así es como Fermín recuerda su vida en la cárcel, donde coincidió con David Martín, protagonista de El Juego del Ángel. Los argumentos de las dos novelas confluyen en esta tercera que, además, abre un nuevo misterio sobre las huellas del pasado que aún no se han podido borrar.
Comentario personal
La sombra del viento es la gran alegría y el gran dolor de Carlos Ruiz Zafón. Alegría porque en ella construye una de las obras más espectaculares de los últimos años; dolor porque, al obtener un éxito tan grande, está condenado de por vida a aguantar las comparaciones, que normalmente dejan en un lugar desfavorable a cualquier novela nueva, como El Juego del Ángel o El prisionero del cielo. Tener que escuchar cada dos por tres «La sombra del viento me gustó más», «Se ha quedado estancado en La sombra del viento» o «Solo sabe repetir la historia de La sombra del viento» debe de ser realmente frustrante.Empiezo con esta premisa por un motivo concreto: las comparaciones son terriblemente injustas. Reconozco su utilidad en determinados contextos y las utilizo a menudo, pero en este caso pierden toda la eficacia porque solo hay una La sombra del viento y, por muy bien que lo haga Zafón, nunca escribirá una novela igual. Podrá escribir una parecida o una incluso mejor; ahora bien, La sombra del viento ya está escrita y creo que hay que tomarse lo que nos ofrezca con otra predisposición. La editorial no contribuye demasiado a ello (al principio dedica unas cuantas páginas a recordar qué se ha dicho sobre el libro en los grandes medios, ¡como si no lo supiéramos!), aunque por mi parte he intentado tomarme la lectura de otra manera para tratar de disfrutar de lo que hay tras esa bonita cubierta.
En primer lugar, el estilo narrativo es impecable: texto adictivo, cuidado y con fragmentos que se me quedaron grabados en la mente (no es la primera vez que me ocurre con Zafón, ya os he advertido que soy una gran fan suya). Atrapa desde las primeras páginas y, entre eso y los capítulos breves, se lee con mucha rapidez a pesar de lo grueso que pueda parecer en apariencia (que tampoco es demasiado, la verdad). Hay que destacar que se ha editado con la letra grande, numerosos espacios y papel blanco, por lo que resulta adecuado para personas con problemas en la vista.
Voy ahora con la historia, que se divide en diversas partes: la primera es tranquila y normalita, una sucesión de escenas cotidianas en ese mes de diciembre de 1957. A partir de la segunda, el argumento se pone más interesante gracias a la retrospección de Fermín y la conexión con El Juego del Ángel: los temas que se tratan en esta etapa me parecieron más interesantes, hay escenas relevantes y la ambientación de la cárcel me resultó atrayente y tétrica. En cierto modo, creo que la novela va de menos a más. El misterio que se resuelve aquí es sencillo (digamos que se reserva lo fuerte para el cuarto libro), pero aun así lo he disfrutado tal y como está.
Esto último se debe al hecho de que veo muchas virtudes en el conjunto, no siempre hace falta tener una trama de acción apasionante para convencer al lector. Por un lado, posee los ingredientes característicos de Zafón, que de por sí dan un aire seductor: la Barcelona sombría, el Cementerio de los Libros Olvidados, los escritores bohemios, el pasado que vuelve… En cambio, me ha parecido que tiene menos fantasía que sus otras novelas, esta vez defino El prisionero del cielo como histórico puro (aunque se da más importancia a las relaciones personales que al contexto, por supuesto). En general, diría que se trata de una obra más llana, en la que priman más los pequeños detalles que las aventuras.
Con respecto a los personajes, están bien: Fermín sigue en su línea, con su sentido del humor y tan carismático como siempre, me ha gustado conocerlo a fondo; Daniel es quizá la figura más interesante, pues ha crecido y ya no es aquel jovencito inexperto que conocimos tiempo atrás; David Martín, con su locura particular, un chiflado encantador; y Bea y el señor Sempere en su papel de secundarios, ambos entrañables. También hay un malo malísimo de los que dan repelús, y David no es el único personaje de El Juego del Ángel que reaparece. En fin, buen trabajo, aunque como inolvidables solo destaco al trío compuesto por Fermín, Daniel y Bea, en gran medida porque los recordaba de La sombra del viento (¡ay!, se me escapó).
Cambiando de tercio, si os tengo que ser sincera, lo que más me ha llegado no es el misterio principal, ese daño que se hizo en el pasado y que ahora regresa. Eso tiene buena pinta y me ha intrigado, sí, pero hay algo que emocionalmente me ha transmitido mucho más: la serenidad de una relación de pareja afianzada, esos detalles entre Daniel, Bea y el pequeño Julián. En la literatura es frecuente encontrar historias de amor que empiezan, con torrentes de pasión y acciones desesperadas; tal vez por eso, por aportar algo diferente (Daniel y Bea ya tuvieron sus inicios), he disfrutado enormemente al encontrar un matrimonio estable. Me ha hecho sentir muchísimo.
Y poco más puedo añadir a esta reseña. En el ámbito de intriga, me ha entretenido, pero lo que para mí hace que suba de nivel son todos esos matices que he comentado, desde el reencuentro con el Cementerio de los Libros Olvidados (¿a qué esperan para abrir una librería o una biblioteca con este nombre en Barcelona?) a esos pequeños gestos de los personajes (David, por ejemplo, tiene momentos absolutamente brillantes, y él en sí tiene algo de lo más sugestivo. De haber vivido en la novela, me habría enamorado de él antes que de Daniel). Por todo esto, entiendo que quien busque quilos de adrenalina y un enigma complicado se lleve una decepción; eso sí, los que nos conformamos con lo íntimo, con los detalles, disfrutaremos muchísimo.
Carlos Ruiz Zafón
Por último, me encantaría leer a Zafón en una obra adulta diferente, alejada de esta Barcelona oscura de los años cincuenta. Admiro mucho a este autor, pero creo que el haber continuado con la historia de La sombra del viento le está jugando una mala pasada, las comparaciones son odiosas y cada vez tiene peor aceptación (al menos en las críticas, que las ventas van de lujo). Yo no creo que haya bajado el listón ni que se haya quedado sin ideas; simplemente, cada libro es distinto y no podemos volver a sorprendernos como la primera vez porque conocemos la recreación y los pilares de antemano. Espero que cuando termine la tetralogía siga escribiendo; aquí tiene una lectora que leerá con avidez cualquier nuevo proyecto.Conclusión
Quiero quedarme con este libro por él mismo y no como «la tercera parte de», quiero quedarme con lo que aporta de nuevo, esa estabilidad de Bea y Daniel, el pasado de Fermín, el ansiado enlace con el pasado y la revelación de un suceso que traerá cola. La sombra del viento me fascinó, El Juego del Ángel me desconcertó y con El prisionero del cielo siento que he encontrado un punto de equilibrio, una novela de transición que une ambas tramas y era necesaria antes de llegar al desenlace. Soy consciente de que es mucho más sencilla que su gran éxito, pero a mí me ha llegado, me ha transmitido emociones muy especiales y con eso me quedo.Mi valoración: 8,5/10