La implosión del PSOE ha sacado a la
luz muchos problemas que tenían atascados dentro del partido, sin duda uno de
ellos es la relación de la militancia en los partidos actuales. Se trataría de
encontrar respuestas apreguntas tales
como: ¿quienes deciden en las organizaciones, de quien son los partidos,
quienes deben elegir representantes, a quienes se deben éstos? En el pasado
antifranquista y durante la transición, los partidos eran de los militantes, a
ellos les correspondía elegir y ser elegidos, determinar su línea política y
decidir los órganos de gobierno interno, eran aquellos militantes sometidos a
disciplina interna quienes asumían responsabilidades, estaba motivado entre
otras cuestiones por la necesaria clandestinidad en la que había que
desarrollar la política. En la democracia es distinto.
Hoy los partidos son organizaciones que
tienen entre otras misiones conquistar parcelas de poder, ganar elecciones que
les permita gobernar. Los partidos hoy, están cambiando su relación con la
militancia, entendida como aquellos individuos comprometidos permanente y
establemente con la organización y sometidos a su disciplina, pero en los
partidos caben otras relaciones más flexibles con los afiliados, y con los
simpatizantes que puedan ampliar el número de votantes. Un partido actual sin
votantes es poquísima cosa, los militantes pierden influencia relativa, por sí
solos no conquistarán el gobierno, necesitarán la confianza el apoyo y los
votos de la ciudadanía, que no tiene por qué someterse a disciplina partidaria
pero sí querrá influir en el partido.
La militancia de antaño ha perdido importancia
relativa respecto a otros ciudadanos, electores, que son los que pueden aupar
al partido a parcelas de poder, ganando elecciones. Para lograrlo son necesarios los militantes, pero no será suficiente,
necesitan otros niveles de apoyo, afiliados, colaboradores, simpatizantes y
votantes; para ganar elecciones necesitan
ciudadanos a su alrededor que presten muchas y diversas colaboraciones sin que
necesariamente estén sometidos a la disciplina partidaria, necesita difusores
de ideas insertos en todos los grupos sociales, niveles y clases, en todos los
territorios y ciudades, entre todos los grupos de edad…
Ignacio Urquizu en ‘La travesía del PSOE’. ‘’…en las
ciudades de más de 50.000 habitantes el Partido Socialista viene siendo, como
mucho, la tercera fuerza política en las dos últimas elecciones generales… entre aquellos que declaran tener estudios superiores, el PSOE cae a la
cuarta posición… nunca el Partido
Socialista había tenido tan pocos
apoyos entre la gente con estudios universitarios… en las clases medias y en las clases medias-altas se sitúa en tercera o
cuarta posición. ’’
En los partidos actuales tienen
enorme importancia la permeabilidad en las formas organizativas que faciliten
la deliberación, que permitan influir en la discusión de cuestiones estratégicas,
marcar objetivos de largo plazo, definir la senda táctica en torno a la cual
realizar movimientos de medio plazo, ¿qué, cómo y cuándo aplicar la táctica
concreta ante los problemas inmediatos? como tomar decisiones del tipo de votar no o abstenerse; o la de elegir
Secretario General. La forma de elección directa entre las bases del
representante máximo, candidato a presidente de gobierno, choca con que sea
posible la revocación realizada por unos cuantos barones detentadores de
parcelas de poder, elegidos por el aparato sin apenas participación de la
militancia.
La lucha que hemos visto estos días
en el comité Federal del PSOE forma parte de uno de los problemas básicos de
este partido, al menos desde la etapa de Zapatero en la que éste tomó decisiones
que comprometieron a todo el partido, a su militancia, afiliados, simpatizantes
y votantes. Los electores tomaron conciencia de que fueron manipulados y
gritaron ‘¡No nos representan!’. Habían
votado para que sus representantes hicieran una determinada política y sintieron
que los elegidos no les hicieron caso, tomaban decisiones en dirección
contraria. Y nadie en el PSOE explicó nada, ni entonces, ni luego. Ninguna
explicación a escala nacional, ni en las autonomías, tampoco en los municipios,
ni por el Comité Federal, ni por los barones, ni por la militancia, nadie
cuestionó a Zapatero. Nadie le obligó a dimitir en 2010, cuando hubiera sido la
medida lógica, dimisión y convocatoria de elecciones. Resistió hasta finales de 2011 y perdieron 4.3 millones de
votos.
En primer plano la cuestión de la propiedad
del partido, de la relación de la ciudadanía con las formas organizativas que
mejor permitan llevar a cabo decisiones que afectan a la colectividad, que sean
más adecuadas para difundir políticas e ideas de la organización, así como la
forma de elegir representantes y el papel de los representados; la sociedad
actual da un vuelco a la antigua relación de militancia partidaria, no puede
ser tan disciplinada, ni permanente como antaño, ni tan estable en todas las
cuestiones partidarias, el activismo actual pretende influir en la deliberación
y en las decisiones por ellos elegidas, sin cortapisas, sin someterse a
disciplina interna, los nuevos militantes pretenden iterar con la organización cuando
ellos decidan, quieren tener la puerta abierta a influir pero sin la obligación
de hacerlo, el derecho a votar no la obligación. Actualmente las redes sociales
fomentan y facilitan este tipo de relación más líquida, la gente vive un
compromiso más ligero que el de socialistas y comunistas de antaño con el que
se quiere decidir.