“El problema de la paz” de Joe Abercrombie: Más traiciones, guerra y sangre

El problema de la paz es la segunda entrega de la nueva trilogía de Joe Abercrombie La era de la locura, una novela de fantasía que nos devuelve al Círculo del mundo nada más y nada menos que 30 años  después de lo acontecido en su trilogía La Primera ley. Los lectores asiduos a mi blog ya conocen mi predilección por este autor, tan imaginativo como brutal, que no para de cosechar más que merecidos éxitos gracias a su peculiar pluma y mordaz estilo. Si la primera parte de esta trilogía en desarrollo me había dejado con ganas de más, El problema de la paz cumple con creces todas las expectativas que tenía puestas en esta nueva historia, publicada por la editorial Runas (Alianza Editorial) en una edición absolutamente preciosa y traducida al castellano por Manu Viciano.

Unos meses después de lo vivido en la primera entrega, El problema de la paz nos muestra la situación de los personajes que ya se nos presentaron como actores clave en los nuevos libros. A este respecto hago un aviso a navegantes: si todavía no has leído Un poco de odio, mejor para aquí, pásate a leer mi reseña de este primer libro y disfruta primero de esta novela para luego volver aquí, porque es inevitable que desvele cosas de la trama anterior para poder contextualizar correctamente este libro.

Pues bien, en El problema de la paz volvemos a encontrarnos con Orso (recientemente coronado rey de la Unión tras la “muerte” de su padre), un joven idealista que no se siente nada cómodo liderando una nación y que todavía llora por las esquinas tras su fracaso  amoroso con Savine. Y es que recordemos que la hija del alchilector Sand dan Glokta tuvo que rechazar las pretensiones románticas del nuevo rey, a pesar de estar todavía reponiéndose de los reveses económicos y psicológicos sufridos meses antes. Sin embargo, la casualidad y la ambición de esta mujer pronto la situarán en un peligroso camino para conseguir alzarse hasta lo más alto. Este camino también será recorrido por Leo, el valiente héroe cuyas hazañas conocimos en el anterior libro, que ahora arrastra las secuelas físicas y psíquicas de sus pasadas proezas y cuyo idealismo y sentido del patriotismo le harán tomar decisiones de esas que no tienen vuelta atrás. Mientras que en esta nueva Unión industrializada se va gestando una cada vez más fuerte y coordinada revolución por parte de los sectores desfavorecidos de la sociedad (que ya vimos en la anterior entrega), otra traición se fragua de muros para dentro de la fortaleza real, generando un caldo de cultivo óptimo para nuevas guerras que romperán este supuesto periodo de “paz”. En este escenario nuestros conocidos del Norte como el nuevo rey  Stour  Ocaso o Rikke (quien está desesperada por ser capaz de controlar las visiones de futuro cada vez más frecuentes y extrañas de su “ojo largo”) deberán tomar posiciones que decidirán el rumbo de su peculiar mundo.

Como cabe esperar, en El problema de la paz nos sumergimos de lleno en una historia convulsa llena de crueldad, traiciones y sangre, mucha sangre, que deja de manifiesto lo poco épicas que son las guerras y la extraordinaria capacidad del ser humano para hacer el mal sin límites. La trama, magistralmente narrada de manera inteligente y con mucho ritmo, llega a su culmen en una nueva brutal batalla que va saltando de un bando a otro, mostrando ambas perspectivas como ya hiciera Abercrombie en su genial novela Los héroes. Para este autor, el heroísmo pierde su pátina gloriosa cuando todo lo que te rodea es destrucción, llantos y vísceras, mostrando así el sinsentido de las guerras a las que, sin embargo, los hombres recurren sin parar.

Por supuesto, pasan mil cosas en esta historia que he omitido deliberadamente para no desvelar nada importante de su trama, con apariciones imprescindibles de personajes secundarios que darán mucha vidilla a la historia y con participaciones estelares de otros viejos amigos (Hola, Bayaz). Ahora espero que sientas una tentación irresistible por hacerte con El problema de la paz y te maldigo/bendigo con el ansia viva de no querer parar de leer hasta que te topes con la última página. Aunque el ansia viva ahora la tendré yo en el cuerpo hasta que Abercrombie publique la tercera entrega…