"El milagro de la ciencia ficción es que puede, en un determinado mundo hipotético, convertir lo que es malvado y oscuro en algo virtuoso y brillante, y viceversa.
Este libro y sus secuelas intentan hacer justamente esto. No obstante, por muchas vueltas que la imaginación consiga darle a la realidad, esta siempre permanece.
Creo que la inteligencia extraterrestre será la mayor fuente de incertidumbre para el futuro de la humanidad. Otros grandes sucesos, como el cambio climático y los desastres ecológicos, tienen una progresión conocida y unos periodos de ajuste, pero el contacto entre la humanidad y los alienígenas puede ocurrir en cualquier momento. Es posible que en diez mil años el cielo estrellado que ven los humanos permanezca silencioso y vacío; pero mañana mismo también podríamos encontrarnos con una nave del tamaño de la Luna aparcada en órbita en torno a nosotros. La aparición de inteligencia extraterrestre forzará a la humanidad a confrontarse finalmente con el Otro. Nunca antes ha conocido a un igual externo. La aparición de este Otro, o el mero conocimiento de su existencia, producirá un impacto absolutamente imprevisible en nuestra civilización."
Porque ha sido desde una base secreta china desde donde se ha establecido contacto. Y la responsable de tal logro, sin precedentes en la historia, es una científica, Ye Wenjie, que cuenta con motivos más que sobrados para odiar al Régimen comunista: su padre fue asesinado de la manera más ignominiosa durante la Revolución Cultural cuando ella era una joven estudiante, así que no le importa universalizar sus sentimientos al resto de la Humanidad, invitando a la raza extraterrestre de los habitantes del planeta Trisolaris a que nos colonicen con el fin de ayudarnos a enderezar el rumbo de nuestro planeta, amenazado desde siempre por guerras y destrucción.
Respecto a esta premisa, debería suponerse que los extraterrestres, al poseer una tecnología muy superior a la nuestra, serán seres moralmente muy por encima de nosotros, aunque eso se demostrará como una gran falacia: el único interés de los trisolarianos es abandonar su mundo, sometido a una gran inestabilidad climática y geológica debido a la influencia de tres cercanos cuerpos solares y establecerse en un planeta estable. En este sentido, la Tierra se dibuja para ellos como un gran paraíso que hay que conquistar, asegurándose primero que la tecnología humana no avance lo suficiente, en los siglos que faltan para su llegada, como para que seamos capaces de defendernos. Para ello contarán con la ayuda de un numeroso grupo de humanos - formado sobre todo, curiosamente, por miembros de clase social alta - que actuarán como una auténtica quinta columna, facilitando las cosas al futuro invasor.
El problema de los tres cuerpos es una novela muy inteligente, pues sabe jugar muy bien sus cartas en una trama que puede resultar clásica, pero que al final resulta muy original al añadir Cixin numerosos ingredientes científicos, filosóficos y morales a su compleja trama, una trama que puede presentar alguna fisura - la comprensión casi inmediata del lenguaje y las inquietudes de dos culturas tan lejanas - pero que por lo demás resulta bastante verosímil dentro de la propia lógica de la literatura especulativa. En cualquier caso, deja al lector con muchas ganas de acercarse al resto de la trilogía.