Es habitual que, de cuando en cuando, surja algún libro del que comienzas a leer o escuchar cosas por todos lados. ¡Pero no! ¡No me refiero a "fenómenos" como El código Da Vinci o 50 sombras de Grey! Pienso más en esos libros cuya existencia comienza a ser notoria para todo aquel que sigue con más o menos énfasis un determinado género, como el terror o la ciencia ficción. Así pasó en el terror con La casa de hojas de Mark Z. Danielewski, que hasta hoy aún no he leído, y así ha pasado en la ciencia ficción con El problema de los tres cuerpos de Cixin Liu.
Y de ella venía a escribir algo hoy.
Después de leer El problema de los tres cuerpos, no puedo más que sorprenderme de la sobreexcitación que ataca a muchos lectores y a muchos críticos. No me queda claro si todo se debe a una siniestra sombra mercadotécnica o a la ilustra pero vaga vena que acompaña siempre a las tendencias. Me explico. El problema de los tres cuerpos es una buena novela de ciencia ficción que inicia una trilogía que será de gran éxito y de la que ya se ha confirmado una película que inaugurará una trilogía cinematográfica. Me ha gustado, no lo voy a negar: me ha entretenido, me ha hecho preguntarme por tal o cual personaje, por tal o cual desenlace. Sin embargo, no me ha provocado, por así decirlo, inspecciones más profundas. Como todo lector que se precie, marcó páginas donde se hallen los más finos trazos de prosa que encuentro en las novelas o ensayos que leo: en El problema de los tres cuerpos no he marcado ninguna.
De ahí que no entienda muy bien que haya gente que compare a Cixin Liu con Arthur C. Clarke. Que Cixin Liu sea ingeniero y sepa de lo que habla, y las piezas de ciencia ficción que usa en su narrativa encajen a la perfección, no significa que El problema de los tres cuerpos sea reveladora, ambiciosa, convincente o una obra maestra. Por lo menos a mí no me ha dado esa impresión, mucho menos si la comparo con El fin de la infancia de Arthur C. Clarke, con El invencible de Stanislaw Lem o Crónicas marcianas de Ray Bradbury. El proceso de entusiasmo desmedido por El problema de los tres cuerpos me recuerda bastante a lo que ocurrió con Ready Player One de Ernest Cline, con la salvedad de que la novela de Cixin Liu me ha gustado más.
Al fin y al cabo, El problema de los tres cuerpos va de extraterrestres y videojuegos, pero de extraterrestres muy antropomorfizados y de videojuegos al más puro estilo de OASIS. Cixin Liu sabe jugar sus cartas y construye una historia atractiva con estos dos elementos que, como he dicho, siembran la intriga en ti, pero no te hacen plantearte cosas más allá del consabido efecto devastador de la humanidad sobre la Tierra y el medio ambiente. Y sí, hay personajes interesantes, muy bien esculpidos exterior e interiormente, como Shi Qiang y Ye Wenjie, pero el veredicto final que le doy, a pesar de exponerme a la repetición, es el de que se trata solo de una buena y entretenida novela de ciencia ficción; nada de revolucionaria tiene...
Lo triste es que la parte que más me estimulado es el contexto inicial de la Revolución Cultural china, pero pronto muere, aunque su estela se extiende sobre toda la novela y es condición inexcusable para comprender el desenlace de esta primera entrega de la trilogía. Supongo que gran parte del éxito cosechado en China por El problema de los tres cuerpos se debe a esta punto de partida histórico tan traumático para el gigante asiático y su historia reciente.
Qué queréis que os diga, tengo la impresión de que la presión geopolítica y sociocultural por concederle el Hugo a un escritor chino, más que el valor universal de El problema de los tres cuerpos es lo que llevó a la novela a hacerse con el premio. No obstante, espero con gusto la traducción de la segunda entrega de la trilogía.