La OMS cataloga esta sustancia, también conocida como azobisformamida (C2H4O2N4), como peligrosa, ya que se ha descubierto que causa problemas respiratorios, asma y alergias e incluso cáncer cuando se calienta a más de 170ºC y se descompone.
Usado como aditivo alimentario, se conoce como E927a (dentro de la categoría de aditivos compactantes y edulcorantes), y al reaccionar con harina húmeda, produce biurea, que es estable durante el horneado. Una reacción secundaria tiene como productos semicarbazida (que se emplea como reactivo de detección de α-ceto ácidos en cromatografía de capa fina o TLC) y carbamato de etilo. El uso de la azodicarbonamida está prohibido en Europa y Australia, mientras que en EEUU y Canadá se permite en concentraciones que no excedan las 45 ppm en harinas.
Se usa en la fabricación de esterillas de yoga, suelas de zapatos y otros objetos fabricados con goma para producir burbujas de monóxido y dióxido de carbono entre los materiales y crear así una textura esponjosa.
Connie no tenía ningún problema con la azodicarbonamida del pan.