Hoy quiero usar este foro para dar mi visión particular del enorme problema de acceso al crédito que padecemos en este bendito país, y -sobre todo- dar ciertas orientaciones a las PyMES para que puedan abordar este peliagudo asunto con mayores garantías de éxito a la hora de negociar con las entidades bancarias.
EL PROBLEMA
Para mí, los causantes de esta situación que padecemos son tres y por este orden: las autoridades monetarias, las entidades de crédito, los directivos poco ortodoxos y disciplinados. Vamos por orden:
- Las autoridades monetarias son los primeros culpables por aplicar unas políticas demasiado laxas y permisivas, inundando el mercado de las ingentes cantidades de dinero que luego causaron los problemas que todos conocemos. Los estudiosos de la economía sabemos que mediante los tipos de interés, las autoridades monetarias fomentan el consumo (bajando los tipos y dando acceso a dinero “barato”) o controlan el IPC (subiendo los tipos y retirando “circulante”, restringiendo el crédito). En épocas pasadas hicieron lo primero con demasiada ligereza e imprudencia.
- Los bancos.- ante tanta oferta de dinero que se generó, los bancos fueron los responsables de administrarlo y hacerlo llegar al usuario. No se “cortaron ni un pelo”. Recordemos esa etapa en la que nos llegaban a casa esas cartas de las entidades en las que nos animaban a retirar dinero con cargo a la tarjeta de crédito (15.000€, 20.000€) y devolverlo en cómodos (?) plazos. O recordemos también la facilidad con la que uno iba a pedir un crédito determinado y el banco nos sugería que lleváramos todavía más del que necesitábamos, para poder así -de paso- cambiar el coche, renovar la cocina… En plan irónico diré que cuando negociábamos con un director de un banco, la conversación concluía en dos minutos con la pregunta: “¿se lo envuelvo o se lo lleva puesto?”. Y ya nos íbamos del banco con el dinero fresquito en la mochila.
- Los directivos poco ortodoxos.- ante tal ofrecimiento de crédito, muchos empresarios se dejaron caer en las garras de la banca y aprovecharon las ofertas para cambiar las furgonetas, renovar los equipos informáticos, ponerle un cochazo de leasing al empresario, etc. La prudencia en el endeudamiento pasó al olvido y los ratios de dinero ajeno en las cuentas de las organizaciones se elevaron considerablemente, hasta que todo cambió de repente.
LAS CONSECUENCIAS.
Como no hay verano que dure toda la vida, cuando estábamos bien calentitos disfrutando del sol nos pilló el pleno y crudo invierno, casi sin darnos cuenta. Y lo malo es que a esos empresarios imprudentes el frío les cogió sin ropa de abrigo, felices, pensando que el sol no se iría nunca. Pero se fue. Y entonces aparecieron los problemas para devolver todo ese dinero de más (mucho de él, innecesario) que habían pedido, bien por imprudencia, bien por presión del querido director de su entidad. Los créditos había que seguirlos pagando a pesar de la merma de ingresos derivada de la bajada de consumo y, para colmo, los bancos no querían oír nada de refinanciamiento de la deuda. Había cambiado el clima y no se hacían excepciones. Antes te invitaban a tomar el sol y ahora no quieren saber nada de tus problemas de frío.
¿CÓMO AFRONTAR ESTE PROBLEMA?
A este asunto dedicaré el próximo artículo, viendo que el de hoy se me está quedando un poco denso. Lo que contaré es cómo afrontar este problema desde el punto de vista empresarial, porque si bien es cierto que las condiciones para el acceso al crédito son mucho más duras, también es cierto que sí se sigue prestando dinero. Menos, pero se sigue prestando. Hay que ver la manera de entrar en ese “selecto” grupo que sí consigue financiación, y para ello es conveniente entender ciertas cosas muy lógicas del funcionamiento interno de las entidades. Ese será el tema de mañana.
Un fuerte abrazo
P.D.: quiero aclarar que esta es mi visión particular de los hechos, a la que llegué como mero observador de la realidad. Seguramente sea cuestionable y refutable, y estaré encantado de escuchar otras versiones posibles.