El problema final
Un viejo actor de Hollywood semi retirado, que adquirió fama interpretando a Sherlock Holmes, pasa unos días en una isla cerca de Corfú. Pronto, una tormenta aislará del mundo al actor y a los variopintos huéspedes del hotel donde se aloja. Lamentablemente, al tiempo, aparece el cuerpo de una de las clientas en un modo que da a entender que ha cometido suicido. Sin embargo, algunas pruebas discordantes alejan esta opción. Ante la imposibilidad de la policía de acudir al rescate, el actor toma el rol de Holmes, con ayuda de un escritor español de novelas de misterio, que será su Watson...
Un poco diferente de anteriores productos del autor, Pérez Reverte nos plantea una historia concebida como libro-juego más que como obra literaria. Así pues, el mayor interés es el juego o duelo entre autor y lector, uno tratando de enmarañar para que el otro no descubra el misterio, que, en este caso, y como cabe esperar en este tipo de novelas, es básicamente "quién lo hizo".
En ese sentido, la obra es entretenida, ya que lees con el interés de descubrir al culpable, al asesino, sabiendo, naturalmente, de las trampas y trucos del autor para que no lo logres. Pérez Reverte sigue las normas clásicas y los tropos y situaciones típicas (la habitación cerrada, el grupo de personas aislado, etc), pero introduce un factor que, al menos a algunos lectores, podría resultarles chirriante, y hasta irritante, y que es la metaliteratura.
La novela está plagada de interminables charlas, algunas muy repetitivas en cuanto a los conceptos y estructura, entre el Holmes apócrifo y el Watson de turno sobre las características y trucos de la novela de detectives (o mejor dicho, de la novela problema llamada en inglés whodunit), sin olvidarse de acompañarlas con citas de libros y de películas. El autor, es decir, el personaje que hace de Holmes, que, en realidad, es un actor que lo interpretó hace años, incluso llega a cuestionar varios aspectos de las novelas de misterio, con mayor o menor acierto, pero sin mucha originalidad. Nos dice, por ejemplo, que los crímenes de la ficción pueden ser más elaborados y también su resolución que los de la vida real... precisamente por eso, porque la vida real no tiene normas como sí tiene la literatura. Bueno... Tiene razón, pero es un poco obviedad, así como varias conclusiones más. También hace alguna afirmación discutible, como que lo que importa es el cómo se hizo, desdeñando la componente psicológica, social o cualquier otra que no sea el mero mecanismo. No estoy muy de acuerdo con esto. Incluso en un Whodunit la psicología y las motivaciones son importantes y hasta podrían afectar al "cómo" se realiza. En lo que sí estoy de acuerdo es en que muchas de las conclusiones y deducciones "geniales" de Holmes son mera literatura, es decir, deduce con eficacia porque lo decide el autor, no porque sean realmente buenas deducciones.
Dado que Pérez Reverte sigue al pie de la letra sus preceptos, los personajes de esta novela son un poco cartón piedra, muy idealizados, muy unidimensionales, excepto el protagonista, pero más que nada por acumulación de datos biográficos.
Sobre este punto, el autor elige inspirarse en el actor Basil Rathbone, pero sin que llegue a ser nunca Basil Rathbone. Le da otro nombre y se inventa los títulos de sus películas y hace suyas anécdotas de otros para poder meter más documentación y para tener más libertad también. Pero básicamente, a veces parece estar hablando y opinando por el autor.
La novela me ha gustado más en su parte de artificio whodunit que en la parte metaliteraria y metacinematográfica. Entiendo que eso es como un homenaje a las lecturas y pelis favoritas del autor, pero satura con demasiada información que, la mayor parte de las veces, no influye en el desarrollo de la trama. Tratándose de cine "antiguo", además, es de suponer que una buena parte de los lectores leerán esos nombres de actores como si fuera chino... Yo, que tengo una edad, sí conozco a Basil Rathbone, que, de hecho, me gustaba mucho de pequeña, y también a la mayor parte de las estrellas del Hollywood clásico. Por cierto, que el autor dice que Peter Cushing, uno de mis actores favoritos, era "bajito", ¿pero cómo puede ser eso si medía 1,82?
Como el protagonista es un actor inventado, por mucho que se inspire en Basil Rathbone, los títulos de sus películas son también ficticios, aunque cualquier persona con cierta cultura cinematográfica podrá identificar varias de ellas. "El capitán pirata" podría ser "El capitán Blood", por ejemplo, ya que en ella aparecen Rathbone y Errol Flynn, aunque a mi modo de ver el duelo más famoso entre ambos es el de Robin Hood.
Volviendo a la novela en sí, hay varios detalles que no me han gustado. En primer lugar, la ambientación. Es decir, la justificación de que los personajes estén aislados varios días sin que pueda ir la policía. Vamos a ver, se nos dice que la policía no puede acudir porque hay muy mal tiempo, pero luego las descripciones de la isla son idílicas, con vistas de la luna, del sol... Apenas dice que sopla el viento en el mar... Pero queda muy forzado y nada creíble. A mí me resultaba imposible de creer que hubiera un temporal tipo DANA con el que no se pudiera navegar pero permitiera esos paseos a la luz de la luna y excursiones a ruinas y todo lo demás.
Otra cosa que no me gustó fue el final y el asesino, cien por cien perezrevertiano. Es que es imposible sacarlo de sus arquetipos... Con todo, he de decir que no acerté quién era, ya que nos escamotean datos importantes, aunque justo es señalar que el autor, por boca de Basil, ya nos avisa de que está legitimado a ocultarnos cosas, engañarnos y cualquier truquito para que no adivinemos, como si eso fuera lo más importante...
En resumen, una novela imperfecta, metaliteraria, más homenaje que historia, planteada como un reto para el lector, que resulta fácil de leer y entretenida, además de mostrar toda la nostalgia posible por las lecturas y películas que forjaron el imaginario del autor.