Thomas Jefferson, el tercer presidente de los Estados Unidos y en opinión de muchos el más culto que ha tenido ese país (Kennedy cuando recibió a los ganadores del premio Nobel en 1.962 dijo "Creo que ésta es la colección más extraordinaria de talento y del saber humano que jamás se haya reunido en la Casa Blanca, con la posible excepción de cuando Thomas Jefferson cenaba solo"), decía que una persona con coraje era una mayoría.
Es decir, cuando tenemos coraje tenemos el poder para llevar adelante nuestras ideas, vivir nuestra vida como queremos, defender nuestra dignidad y mostrar consistencia al mundo. Todas estás consecuencias (y, como veremos, otras) forman parte del repertorio que un coach puede manejar para promover el coraje en sus coachees, siguiendo como estrategias:
- Conexión con el propósito
- Conexión con la visión de la propia vida, sus valores y límites
- Conexión con la huella que quiere dejar
- Conexión con lo que "no quiere" o quiere "abandonar"
¿Por qué hablar hoy del coaching al coraje?
Porque la contradicción forma parte sustancial del ser humano y a veces, como en el presente que estamos viviendo, esa contradicción adquiere connotaciones muy sustantivas cuando en el mundo más avanzado en ciencia y tecnología que la humanidad ha conocido estamos dando pasos atrás en nuestra capacidad de convivencia planetaria y en la construcción de fortaleza valórica personal.
Durante algunas décadas la humanidad se ha sentido construyendo una sociedad más confiable y segura, en la que las expectativas y los compromisos se cumplían y se configuraba un futuro pleno de posibilidades. Se ha avanzado sin duda en muchos campos. La aparición de nuevas ideas con la vitola de progreso, el imparable desarrollo de tecnologías, la sensación que todo era alcanzable...
Hemos logrado que las máquinas funcionen, que salga agua de los grifos, que al apretar a los interruptores se encienda la luz, que los autos funcionen sin conductor, los aviones sean más puntuales, los computadores sean más rápidos, que los teléfonos hagan fotos y los relojes sirvan para hablar por teléfono.
Hoy confiamos en que en el espacio de los artefactos todo sea posible, pero no (o menos) que las personas sean leales, que las sociedades sean más inclusivas, que la justicia sea justa, que quienes tienen el poder nos representen, que los empresarios piensen en la comunidad, que los países ricos abran sus puertas a los más pobres. Según datos recientes de la OCDE en Chile, país en el que vivo, sólo el 13% de los chilenos cree que puede confiar en las demás personas.
Debajo de una capa de confianza en lo tangible, vive otra de miedo al futuro, a poder mejorar, miedo a las instituciones y al abuso, incapacidad de un relato creíble. Y ante esto volvemos a necesitar como nunca el coraje. Un bien escaso en una sociedad cómoda y desacostumbrada al esfuerzo.
Hablemos del coraje
¿Y qué es el coraje? Y si es algo con múltiples interpretaciones ¿De qué coraje vamos a hablar? Mi costumbre es ir al diccionario. Las primeras acepciones que encuentro son
Cuando hablo de coaching para el coraje quiero centrarme en la primera de estas acepciones y subrayo las palabras "decisión", "esfuerzo", "valor" pensando en valentía. El coraje es así la fuerza de voluntad de una persona puesta al servicio de una causa, de un bien, a pesar de los obstáculos, a pesar de lo desconocido, a favor de la consistencia y la vida.
Llegamos al coaching
Un primer trabajo del coach es distinguir obstáculo de imposibilidad, acompañar al coachee a aceptar el obstáculo como parte legítima del escenario en el que actuamos. Cuando confiamos en nosotros el obstáculo enaltece el desafío, sin embargo ante la imposibilidad, cualquier acción sobra.
Frente a los obstáculos el coraje es la energía que permite sobreponerse a ellos porque perseguimos un bien mayor. Un primer camino de trabajo del coach es reconectar al coachee con ese bien ¿Por qué es importante? ¿Por qué merece mi esfuerzo? ¿Qué valor tiene en mi vida?
El coraje puede tener su origen en la emoción de la rabia, pero no es correcto confundirlo con ella. Desde la rabia no solemos desarrollar más que violencia. Nos damos cuenta así que el coraje no es una emoción, sino un estado de ánimo que nos lleva a la determinación de afrontar la adversidad, se constituye en nosotros como una actitud.
En los últimos meses varios de mis coaching han estado moviéndose en este paisaje, más que de rabias, miedos. Eso nos ha llevado a un segundo paso: entrar en lo adverso, distinguirlo.
Lo adverso se percibe como una amenaza, por eso el miedo. Requerimos decodificar el escenario ¿Qué te es adverso? ¿Por qué? ¿Identificas alguna intencionalidad en contra tuya? ¿Hay alguna diferencia entre percibir adversidad y percibir obstáculo? Sin duda la hay. Adverso es opuesto a quien lo juzga o a sus intenciones, es su enemigo, es desfavorable para él/ella. Y como sabemos que el lenguaje no es inocente es diferente y preferible, siempre que sea posible, que nos
enfrentemos a obstáculos y no a adversidades.
Hay veces que, indudablemente, lo adverso surge cuando sentimos que se vulnera nuestra dignidad. Si es así, la defensa de la dignidad puede nutrirse de la rabia que aparece ante lo injusto. De nuevo clarificar el escenario es clave. No surge la rabia como emoción movilizadora ante los impedimentos, surge ante la injusticia. El riesgo es confundir los términos y reaccionar desde una queja desmovilizadora.
Coraje también tiene que ver con arriesgarse a lo desconocido y a veces lo más desconocido es nuestra capacidad de reaccionar y por lo tanto el miedo a nuestras desconocidas reacciones. Una pregunta que me ha servido en este trabajo es la de ¿Qué es lo que sientes que no conoces de ti en el proceso de enfrentarte a lo desconocido? Volver al centro de quien juzga, siente, percibe, develar el observador que late en el fondo.
¿Qué realidad interior es la que cuesta ver de frente y expresar? Esta es la cuestión previa que el coach debe abrir. Mirar las conversaciones interiores del coachee y lo que teme. Algunas de esas conversaciones serán buenos argumentos para auto-justificar la falta de coraje. En esto los seres humanos somos expertos, dejamos que nuestra mente nos engañe, que cree su propia verdad.
Allá por el año 2.000 el catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid Francisco Rubia publicó un libro que me impactó "El cerebro nos engaña", desde entonces he aconsejado a mis coachees, de la misma forma que me digo a mí mismo, que desconfíen de sus interpretaciones, especialmente las que nos restan de actuar, aquellas que nos dejan en el conformismo y la inacción.
Se abren otros caminos como el de llevar al coachee a imaginar cómo se sentiría si hubiese tenido las conversaciones que no tuvo, defendido los puntos que no defendió. Llevarle a situaciones en que sí lo hizo, ponerle en contacto con la experiencia real o imaginada de sentir el impacto de ese recurso llamado coraje, recordando que finalmente es una decisión nuestra y que podemos tomar.
Caminos poderosos como el de hacerse la pregunta ¿Quién además de yo mismo/a se beneficiaría de mi coraje? Para ponerse en contacto con el valor para otros y el valor de la propia identidad pública de, como planteaba Gandhi, ser el cambio que queremos para el mundo y vivir en la consistencia.
Todos sabemos del coraje y de su ausencia, por eso aunque he citado a doctos personajes, hay una definición que se atribuye a Ambrose Redmoon, pseudónimo de James Neil Hollingworth, un hippie, beatnik, y agente de bandas de rock en los años 60, no parece una carta de presentación para un paper y sin embargo para mi gusto resulta más diáfana y útil que ninguna, a los efectos del coaching: "El coraje no es la ausencia de miedo, sino el juicio de que hay algo más importante que el miedo".
Una definición casi ontológica que nos pone en la gran pista de encontrar ese algo que para el coachee y para nosotros mismos es más importante, porque al descubrirlo y volverlo a poner en nuestro corazón nos levantaremos con el coraje interior que nos permite atrevernos a vivir la vida que queremos, aquella por la que estaríamos dispuestos a morir.
Vuelvo sobre este tema que considero central. Profundizar en la actitud que requerimos detrás de nuestras acciones para ser transformadores de nuestra vida y de la sociedad de la que somos parte requiere una gran dosis de coraje personal.
Cuando en los talleres pregunto ¿Quiénes de ustedes quieren ser protagonistas de su vida? ¿Quiénes quieren ser parte de una sociedad mejor? Todos levantan la mano. Estoy seguro que detrás de esas manos levantadas hay múltiples versiones de lo que significa una vida buena o una sociedad mejor, pero para lograrlo a todos nos hace falta ese coraje.
En la primera parte de este artículo, publicada en el número anterior de "Conversaciones de Coaching", fue necesario configurar las características de un entorno que en la década de los 90 empezó a denominarse con el acrónimo VUCA (lleno de volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad) porque no es indiferente establecer el escenario general del "ahora" en el que un coach interactúa; entenderlo es fundamental para acompañar a sus coachees.
Un escenario al que además es necesario sumar la falta de esperanza que anima a la pasividad ¿Para qué moverse hacia lo que consideramos inalcanzable? Efectivamente pasaron los tiempos de la generación que instaló el eslogan "Seamos realistas, hagamos lo imposible".
En ese artículo partí por identificar la distinción "coraje" como la voluntad puesta al servicio de un propósito y por establecer los ámbitos en los que el coach puede indagar. Quiero seguir en ésta segunda parte con una propuesta más concreta de un mapa de acción del coach.
Si realmente queremos que algo suceda, si tenemos un propósito y queremos lograrlo, tenemos que intervenir, comprometernos con la acción y poner nuestra voluntad en ello. Cuando eso sucede emerge en nosotros una energía, por encima de los obstáculos y de las explicaciones a la que llamamos coraje y que resulta ser tan importante o más que los conocimientos necesarios para lograr lo que pretendamos. La actitud es consecuencia de creencias y decisiones, pero termina siendo el principal motor de la acción.
Una propuesta de mapa del coaching para el coraje
La experiencia de trabajar en el despertar del coraje de un buen número de coachees me ha llevado a levantar un mapa caminero que hoy me resulta de gran utilidad. Lo despliego sobre esta mesa virtual:
- Poner en contacto con lo que el coachee quiere hacer y legitimar ese propósito. Llevarlo a identificar por qué quiere hacerlo, cuál es la importancia en su vida y en su rol.
- Llevar al coachee a reencontrarse con su valía, con sus recursos y dones. Juanjo Pineda Vera, en su libro "Explora Mindfulness" se hace la pregunta ¿De qué se olvida la grulla cuando camina durante un día seguido? y escribe "Cuando la grulla está hambrienta suele caminar buscando alimento, persiste hasta arriesgar su vida y se olvida de algo. Así funciona la tristeza en nosotros, vibra igual y nos hace sentir que no valemos, que no somos dignos (...) La grulla se olvida de sus alas, de que puede volar y llegar al cielo". No es fácil decirlo de una forma más bella y ese un trabajo de gran valor que el coach ha de acometer. La autoconfianza con humildad no solo es posible, es necesaria.
- Identificar el juicio de adversidad que se interpone entre el coachee y su propósito y desvincularlo de la declaración de imposibilidad. Cuando las cosas son posibles, la dificultad eleva el valor del desafío. En el fondo estamos hablando de la esperanza.
- Reconectar con el bien que persigue, a quienes beneficia, qué se pierden aquellos a quienes quiere y aquello en lo que cree. Mostrar, si es posible hacerlo, que no es sólo un bien para sí mismo/a, que como dice Marianne Williamson el mundo pierde algo si no tiene el coraje de defender aquello en lo que cree.
- Imprimir urgencia. El poeta y filósofo iraní Al Mustanabli dijo ya en el siglo X "¿Qué sentido tendría el coraje si tuviésemos la eternidad? Es decir cuando tomamos contacto con nuestra impermanencia el hoy y el ahora son significativos. El futuro empieza a construirse hoy. Es hoy cuando ese coraje debe emerger. Si tuviésemos todo el tiempo del mundo podríamos esperar a que las circunstancias abriesen mejores condiciones para que lo que nos proponemos pasara. Tenemos una sola vida. Somos humanos, no divinos, nuestro tiempo es ahora.
- Desvanecer la pulsión a sostener el conformismo, mostrar a qué decimos "no" con nuestro actuar, a quiénes decimos "no", a qué futuro se renuncia, qué valores dejamos fuera y cuáles pueden verse favorecidos con nuestra pasividad ¿Es eso lo que queremos?
- Llevar al coachee al espacio de su dignidad, permitir que surja esa rabia que provoca la injusticia (no el obstáculo, ni lo adverso), enfrentarle a su soberanía personal ¿De qué territorio personal soy soberano? ¿Puedo permitir que pisoteen mi soberanía, estoy dispuesto a entregarla? Con frecuencia he recurrido al poema "Invictus" del poeta inglés Williams Ernest Henley al que Nelson Mandela leía en sus días de cárcel "No importa cuán estrecho sea el camino/ cuán cargada de castigo la sentencia/ Soy el amo de mi destino;/soy el capitán de mi alma".
- Llevar al coachee a reconocer la identidad pública que genera a partir de su falta de coraje y lo que eso significa para sus propósitos generales en la vida o el rol que tiene. Una pregunta cruel es la de enfrentarle a los juicios que puede estar provocando en quienes lo/la rodean, que imagine la persona que los otros ven y el poder que esa persona tiene ¿Qué puedo hacer desde esa identidad? ¿Para qué me sirve?
Sin duda podemos abrir otras muchas preguntas, en el artículo anterior se proponían algunas complementarias, podríamos visitar los temores que el coachee siente, las emociones en las que habita, pero veo en este camino de ocho pasos un mapa poderoso para trabajar este interesante tema. Lo pongo a disposición de quienes quieran usarlo.
Barack Obama se refirió al coraje al recibir en las pasadas semanas un premio en la Fundación Kennedy. Sus palabras fueron: "El coraje no es solo llevar adelante un proyecto político, sino hacer lo que creen en lo más profundo de su corazón".
He anotado la frase para llevarla a mi próximo coaching
¿Qué es lo que crees en lo más profundo de tu corazón?- Preguntaré- Deja que se exprese, míralo de frente. Ese es tú auténtico compromiso.
El mío como coach es acompañar activamente ese encuentro. El encuentro con el coraje en pos de lo que pensamos que merece la pena para los seres humanos que somos y el encuentro con mi propio coraje."
Fuente: https://manuelgross.blogspot.com.ar/2017/07/el-proceso-de-8-acciones-del-coaching.html