El proceso de secesión bucea en el
nacionalismo, formando grupo con Le Pen, Trump, Salvini, Farage, Jaroslaw Kaczynski, Viktor Orban… una ideología excluyente y xenófoba que considera
enemigos a los otros, a los que no son como ellos los tratan como extranjeros
que identifican con los que piensan diferente. El proces camina hacia atrás, es
la guerra anti-ilustrada, un régimen social, cultural y político basado en la
credulidad voluntaria…Hay que entablar
un combate del pensamiento contra los
saberes establecidos y sus autoridades, un combate del pensamiento en el que se
confía una convicción: que pensando podemos hacernos mejores y que solo merece
ser pensado aquello que, de una u otra forma, contribuye a ello. -Marina Garcés,
‘Nueva Ilustración radical’-. La izquierda siempre combatió contra los
poderes establecidos, ¿por qué no en Cataluña, donde los poderes establecidos
están montando el procéss?
El proceso a la independencia es la
negación de la racionalidad como elemento de vida y conciencia para interpretar
la realidad, como forma de crítica y deliberación de búsqueda de alternativas a
problemas sociales. El proceso de autodeterminación hunde sus raíces en viejas
teorías supremacistas enredadas en diferenciar ‘la raza catalana’ del resto de
lo español, considerándose a sí mismos superiores y elegidos para guiar al
resto, se alimenta de esencias de un pasado idealizado, que nunca existió, construido
en negativo, como contraposición a lo español, considerado extranjero y por
tanto enemigo. –Abundante documentación en ‘La
Raza Catalana’ I y II, de Francisco Caja, Ediciones Encuentro-.
No es progresista abrazar ideologías
que consideran a unos individuos superiores a otros, que buscan y rebuscan para
utilizar factores genéticos, étnicos y lingüísticos, como fuente de derechos y
reconocimiento de superioridad, lo progresista es luchar contra ello, para
empezar denunciándolo. Una persona que se quiera progresista no puede dejar de
criticar los objetivos y los medios independentistas, no puede callar ante las
mentiras vertidas en sus campañas de propaganda, porque el ideal de la razón y
la ciencia no deben esconderse ante la realidad. La búsqueda de datos debe
estar presente ante las ideas de: ‘España
nos roba’, ‘Cataluña es una colonia’, ‘Los catalanes carecemos de derechos
civiles’… defender la mentira para identificar problemas y la magia como
solución de los mismos, formó siempre parte de la carcunda. Durante años hemos
escuchado a simpatizantes del independentismo que pretendían salvar su
conciencia proclamando ‘yo no soy
nacionalista, pero’… exactamente igual que cuando oímos aquello de ‘yo no soy racista, pero esos negros…’ Apoyar,
por acción u omisión, que andaluces y extremeños, murcianos y castellanos,
gallegos y cántabros… explotaran durante años a los catalanes es pura basura,
carcunda.
El proceso de independencia funciona
ofreciendo ilusiones futuras, a elegir por cada cual la que convenga, está
siendo impulsado cosiendo en una ristra toda reivindicación que se manifieste
por cualquier parte, por cualquier grupo, con la promesa de soluciones
inmediatas en la nueva nación independiente. Eso sí, sin ofrecer soluciones
concretas a nada. En un tiempo de realidad líquida, inconsistente, de
inmediatez en las pretensiones y querencias de amplios deseos, de necesidad de
encontrar respuestas para satisfacerse instantáneamente, en este tiempo,
cualquiera que ofrezca tocar fácil y rápidamente el botón o la pantalla para
actuar, tendrá mucho ganado para movilizar voluntades. El process además, metió
en la coctelera una enorme crisis económica y política. Fijó objetivos
edulcorados, emocionalmente funcionan como inhibidores para trabajar, investigar,
criticar y buscar salidas concretas a los problemas actuales, además, asegura
poder lograr todos los objetivos, rápidamente, sin esfuerzo y sin costes para
nadie... como si cuando en la acción de apagar la luz un día, salváramos el
Planeta, todos los que lo hacen pueden sentirse contentos, pueden contar a sus
amigos que ellos han participado en la salvación del mundo. Por el contrario, cualquiera
que se oponga a lo anterior será considerado un gafe, un extranjero, extraño a
la comunidad, por tanto susceptible de ser apartado y castigado.
No es progresista un golpe de estado
que pretende la secesión de una parte del conjunto, en un país democrático,
como España en el Siglo XXI, insertada en la Unión Europea conjunto de países
democráticos con un alto estándar mundial de libertades y derechos. Lo
progresista es impedirlo. España participa en el entramado político e
institucional de los países de la UE con quien comparte un elevadísimo
porcentaje de leyes, procedimientos y normas, comparte gran parte de la
política de seguridad y de la política exterior, amplias relaciones
comerciales, tecnológicas, culturales, y una gran parte de la política
económica que incluye hasta la moneda común… todo lo cual presupone una gran
cesión de soberanía del nacionalismo español a los entes comunes europeos, a lo
que habría que añadir la cesión de soberanía nacional a las llamadas autonomías
en el estado federal español.
Extractos del trabajo 'El proceso de secesión, no es progresista'. Manuel Herranz.