Revista Opinión
El proceso de secesión no es una revolución. (1)
Publicado el 19 septiembre 2018 por Manuhermon @manuhermon‘’Una revolución es la toma del poder político de forma violenta y rápida, sin respetar las leyes vigentes que produce transformaciones profundas y duraderas en el orden jerárquico, la distribución de las riquezas y las instituciones de una sociedad… ‘’ José Álvarez Junco, ‘’Las revoluciones entenderlas o adorarlas’’. Claves 254.
Muchos individuos que vivieron los estertores del franquismo, algunos desde el activismo de la extrema izquierda, otros que simplemente lo soñaron, apoyan la autodeterminación de Cataluña en la creencia de que están ante una revolución, imaginan aquellas sobre las que leían o les contaban sus amigos en los años sesenta y setenta; aunque, extrañamente ésta no tiene costes, ni aparente violencia, es festiva y cercana a una romería familiar en su representación externa, no en su organización represiva, y dirigida desde los poderes fácticos catalanes, que incluye la burguesía catalana, aquella que formó parte del bloque de poder golpista, guerra-civilista y franquista hasta hace poco. Bajo el síndrome de Peter Pan, ensoñación de la eterna juventud, aquellos viejos activistas de izquierda radical creen que el mundo actual continúa siendo el mismo que aquel en que vivieron y soñaron, y ahora imaginan que ellos vuelven a ser protagonistas de la historia. Otros actúan como si en España viviéramos en el franquismo permanente después de 40 años, lo cual es sencillamente de locos, de dementes seniles, políticamente hablando. Soñadores revolucionarios hay variados, al menos de cuatro tipos: los hay viejos antifranquistas con cierto grado de frustración, los hay maduritos de vida acomodada que nunca lucharon de forma que comprometiera su futuro, pero que se quejan de todo resultado, hay jóvenes que solo conocen esta sociedad democrática en la que vivimos pero han escuchado o leído sobre utopías y sueñan con aventuras triunfantes, los grupos anteriores tendrían como referencias libertarias y revoluciones comunistas,socialistas/marxistas algunas de corte anticolonial. También existen creyentes en revoluciones que traerían el hombre nuevo, fascista, son un cuarto grupo. Creen que las movilizaciones en Cataluña les acercan a un soñado objetivo revolucionario que entonces no vivieron, -sí vivieron el anti franquismo, no la revolución-.
Desde entonces, la ilusión revolucionaria fue destruida por la realidad en aquellos lugares del mundo donde se creyeron triunfantes, Rusia, China, Este de Europa, Sudeste asiático, Cuba, Venezuela… Hoy ese sentimiento difuso de utopías se envuelve en el concepto democracia, bastante alejado de aquellas teorías de la revolución, y lo adhieren a las movilizaciones catalanas que están siendo utilizadas por mucha gente, dentro y fuera de Cataluña como bálsamo rejuvenecedor. Lo que sucede en Cataluña, cambiar una parte en la estructura de poder, se asemeja más a un golpe de Estado, que no siempre son ejecutados de forma violenta, sobre todo cuando nadie opone resistencia como ha ocurrido hasta ahora. –Sucedía en el pasado, por ejemplo: Primo de Rivera, no necesitó prácticas violentas ya que no encontró resistencia en septiembre de 1923-. Lo que está ocurriendo no es una revolución, no producirá transformaciones profundas y duraderas en el sistema productivo, ni en las relaciones de desigualdad, la autodeterminación no pretendió ni por un momento modificar la propiedad de los medios de producción, tampoco provocará nueva distribución de las riquezas; los propietarios de activos, tierras, inmuebles, fábricas, medios de transporte… seguirán siendo los mismos. En cuanto a producir transformaciones profundas y duraderas en el orden jerárquico, tampoco serán visibles para los trabajadores, estudiantes, jubilados, pequeñas empresas, autónomos, o los poderes económicos… Sin embargo es en este apartado en el que se pueden producir mayores cambios, incluso algunos no deseados por quienes iniciaron el proceso, aquellos individuos y grupos independentistas que no recibían apoyo superior a un 20% durante muchos años podrían ser desplazados. Hasta que llegó la crisis y un conjunto de factores empezó a sumar adeptos a la lucha por una posible autodeterminación pintada como solución a todos los problemas de todos los catalanes. La élite política que se está constituyendo durante el proceso de secesión de los últimos años, no coincide con la del pasado histórico, no solo hay nombres nuevos, también hay intereses nuevos, y no aparece ligada tanto como antaño a las élites económicas catalanas. Es verdad que sin financiación adecuada este proceso no hubiera podido mantenerse en el tiempo, ni crecido hasta representar casi la mitad de la población, el baño de dinero inicial ha sido determinante para darle impulso, aunque puede estar abriéndose una etapa en la que los dirigente políticos cobren autonomía momentánea respecto al poder económico.
Aquello sí fue una revolución. Entre la mitad del siglo XVI y el siglo XVIII, una revolución hizo su aparición en Europa, grupos de ilustrados, recogiendo tradiciones filosóficas y avances anteriores eclosionaron en doscientos años y rompieron con la historia anterior abriendo múltiples campos a un pensamiento laico, enfrentado a los poderes religiosos y políticos, gentes con conocimientos científicos, humanistas y filósofos, comenzaron a explicar el mundo, la naturaleza y el ser humano dentro de ella, sin necesidad de utilizar dioses ni recurrir a poderes mágicos. La búsqueda y explicación de la naturaleza y del ser humano fuera del corsé que imponían las religiones, permitieron avances enormes en las fuentes de producción de alimentos y de elementos materiales, el pensamiento científico permitió reducir enfermedades y atemperar el dolor, se produjo un gran salto adelante que remedió grandes miserias humanas, una revolución cambió la vida de la humanidad, la Ilustración.
Un elemento fundamental guiaba la filosofía y los estudios, el pensamiento laico y humanista, buscaba explicaciones y soluciones a los problemas entronizando al ser humano como soberano. La Revolución americana –declaración de independencia en 1776- y posteriormente la Revolución francesa –declaración de derechos del hombre y ciudadano en 1789- convirtieron el pensamiento ilustrado en pensamiento político y social situando desde entonces en el frontispicio del pensamiento de los progresistas ideales de libertad, igualdad y fraternidad, -o solidaridad- como patrones que guiaran la actuación de los individuos en su camino hacia una revolución.