Revista Cultura y Ocio

El profesor Unrat, de Heinrich Mann

Publicado el 01 marzo 2012 por Ninyovampiro @ninyovampiro

El profesor Unrat, de Heinrich Mann

Nos cuenta esta novela una vieja historia, y lo hace de una manera inteligente y amena. Ahora, la pregunta es a ver cuánto tiempo aguanto sin establecer odiosas comparaciones.Raat es profesor de literatura en un instituto de enseñanza secundaria de una pequeña ciudad alemana de provincias. Desde hace años, se le conoce en todo el instituto y en la ciudad como Unrat, que significa "basura". Sus alumnos se lo pasan bomba diciendo en su presencia cosas como "aquí huele a basura que apesta", y otras lindezas por el estilo. Pero no nos precipitemos con nuestra compasión. Mann consigue en las primeras páginas algo bastante difícil, a saber, presentarnos al protagonista como víctima de un cruel desprecio colectivo y, al mismo tiempo, invitarnos a participar de ese sentimiento de desprecio, al hacer de Unrat un personaje absolutamente odioso. Porque Unrat se nos presenta no sólo como un tirano, sino también como un personaje patético, un profesor de estilo e ideas carpetovetónicas, que se puede pasar un curso entero obligando a sus alumnos a memorizar pasajes de La doncella de Orleans, de Schiller, y que en sus ratos libres escribe una obra sobre "las partículas de Homero", que, confía don Basura, le ganará prestigio y gloria eternos.

El profesor Unrat, de Heinrich Mann

"¿Quién es mi basurita, eh? Mmmmmm ¿Quién es mi basurita?"

Un buen día, uno de sus alumnos, Lohman, a quien Unrat odia por sus aires de superioridad, su indiferencia y, sobre todo, porque jamás ha tenido la decencia de llamarlo "basura", deja por ahí un absurdo poema sobre una pelandusca. Unrat decide investigar el asunto para poder "atrapar" a Lohman, pero el cazador resulta cazado: entra en acción Rosa Fröhlich.Se ha dicho que Rosa encarna a la típica mujer fatal, y hay que recordar aquí que la actriz que dio vida al personaje en la celebrada película de von Sternberg, El Ángel Azul, fue Marlene Dietrich. Yo diría, sin embargo, que Rosa encarna más bien el magdalenesco mito de la santa puta, o por lo menos es así como la ve Unrat. Es decir, la mujerzuela dulce, pura, incomprendida y moradora de las alturas celestiales, que sólo el amor puro de un alma sensible como la de Unrat es capaz de ver. Y así, de la mano, en este caso talentosa y firme, de Mann, el lector descubre el lado noble del señor Basura.Mann acierta al situar la historia en una pequeña ciudad de provincias donde Unrat ha sido profesor durante casi tres décadas. Consigue así crear un contexto ideal para los acontecimientos que van a tener lugar. Así, toda la ciudad lo conoce, todos conocen su mote, todos han pasado por su clase, todos se han burlado de él. Unrat odia a toda la ciudad y sólo sueña con "atrapar" en el acto a los alumnos que se ríen de él, y arruinar la vida de aquellos ciudadanos a los que en su día no pudo atrapar. Y la verdad es que, si lo que se propone es sacar a la luz los trapos sucios de una sociedad pacata e hipócrita, escoge el camino adecuado porque, a pesar de la pluma a veces un tanto torpe de Mann, el argumento, y sobre todo el clímax hacia el que se dirige la historia, nos proporciona momentos muy logrados y memorables.

El profesor Unrat, de Heinrich Mann

Heinrich Mann era el reverso de su hermanito (¡qué alivio, ya no me podía aguantar!). Frente al comportamiento siempre respetable de Thomas, que vivía atormentado por sus inconfesables pecadillos, Heinrich prácticamente se jactaba de sentirse como en casa en cabarets y burdeles. Además, Heinrich era, por así decirlo, de izquierdas, lo que le llevó a ser ensalzado en la RDA, donde a Thomas, por el contrario, se le consideraba un peligroso representante de los valores burgueses más decadentes. (Huelga decir que a Heinrich el verdadero socialismo no le atraía demasiado y que, para su exilio, no tuvo ningún problema, como su hermano, en elegir los Estados Unidos). Por último, mientras Thomas era de escritura meticulosa, perfeccionista y sesuda, Heinrich se curraba sus obras en pocas semanas. Thomas siempre trató con bastante desdén las novelas de su hermano, y sólo al cabo de muchos años se corrigió y afirmó que El profesor Unrat se había avanzado a su tiempo y, sobre todo, había anticipado el desastre que se cernía sobre Alemania. En su interesantísimo epílogo, nos dice Luis Fernando Moreno Claros que "los nazis (...) fueron herederos directos de aquella sociedad guillermina cuya hipocresía desenmascaró Heinrich Mann", y que "aquel reino de cinismo y anarquía que instruyeron los nazis, mofándose del humanismo con pomposos rituales vacíos y criminales, parecía ya establecido de manera profética" en obras como Unrat.

El profesor Unrat, de Heinrich Mann
 

Mucha pinta de golfo no tenía

Tengo mis reservas en este punto, y creo que sólo la retrospectiva nos puede hacer ver un pronóstico de ese tipo. Eso sí, como no podía ser de otra manera, al haber sido escrita en 1905, la novela se presta a entrar en esa categoría de "obras que marcan el fin de una época". Sin duda algo de eso hay, aunque a mi modo de ver, ese cambio de época se refleja más bien en el estilo de la novela, que se resiente de ello. A mi juicio, Mann no salió del todo airoso al combinar las diferentes corrientes literarias que se dan cita en la obra: el realismo y naturalismo decimonónicos por un lado, y la novela psicológica o el modernismo, por otro. A la mayoría de las escenas, de un innegable magnetismo, y sobre todo a las del Cabaret, les falta una mano maestra que les dé ese toque de soltura, fluidez y credibilidad que tienen las grandes novelas. No cuestiono que el aire grotesco y de pesadilla que permea la obra fuera intencionado, pero sí creo que la precipitación al escribirla se nota.  Únasele a ello la larga sombra de su hermanito y sus Buddenbrook por ahí...En definitiva, una buena novela que probablemente sería aún mejor si la hubiera escrito un hijo único.


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