Son los de siempre. Pilar Bardem, Toxo, Cristina Almeida, Cándido Méndez apoyando al defenestrado juez de la Audiencia Nacional. La izquierda progresista de chaquetilla y Visa platino. Parece ser –alguien debería advertirles- que ignoran cuanto tiempo ha discurrido desde el fallecimiento del dictador. Que son desconocedores de la ley de amnistía. Y que necesitan revivir periódicamente la dictadura, felizmente terminada hace treinta y siente años, como justificación de su política trasnochada.
Un breve recuerdo: Cristina Almeida afirmó que los libros de César Vidal deberían quemarse, en un ejercicio de tolerancia democrática; Toxo se dedicó a pasearse por el Báltico con su señora esposa, en un crucero de lujo, algo inalcanzable si siguiese percibiendo su sueldo de trabajador y no de líder sindical que se nutre de los impuestos. Cándido Méndez es un habitual de Zalacaín y consumidor de estupendos caldos nacionales y de importación, suponemos que pagados con la tarjeta del sindicato, que para eso está. Pilar Bardem, con su exquisita educación, propia de la izquierda, llamó hijos de puta a los periodistas de Libertad Digital, que es un medio con una línea editorial no menos evidente que Público, por poner un ejemplo.
Ahora se reúnen para apoyar a Garzón, que sigue sin haberse leído el certificado de defunción de Franco, aunque lo pidió hace poco tiempo, Magistrado que dejó escapar a dos narcotraficantes por vencimiento de un plazo, que llevó asuntos tan exitosos como el del lino, o el barco que desmontaron para no encontrar un solo gramo de droga, todo ello antes de dedicar los medios técnicos y económicos a identificar los huesos de las fosas comunes de hace setenta y seis años. Las fosas de un solo bando, por supuesto, porque otras no merecieron el mínimo interés del juez estrella que caza con ministros y se abraza con D. Santiago, el de Paracuellos del Jarama.
Dios los cría y ellos se juntan.