Revista Opinión
HASTA AQUI HEMOS LLEGADO
Vamos a tener que ponernos serios con este asunto. El declive de Zapatero es más que evidente. Lo que se formuló como una esperanza, se ha resuelto en ineficacia, inoperancia, intolerancia, y sobre todo la ausencia total de talla política como estadista, ya se revela como contraproducente en Europa.
Podemos estar en términos globales que no absolutos, ante el Gobierno más gris y desafortunado de la Democracia.
Es una obviedad decir que Zapatero no aguantaría, pongamos por caso, una puesta en escena con Felipe González, es presumible, pero lo lamentable no es que no sea capaz de echarle siquiera un pulso, es que sabe que lo perdería. ¿Cuál será la herencia política de la generación Zapatero?.
Esta batalla la estamos perdiendo entre todos, afiliados o no, el progresismo se sustanció en la alternativa más plausible, la ofertada por el PSOE. El desgaste que produce gobernar sin caja, o sin soluciones mágicas, hacen que muchos comiencen a abrir los ojos, a cansarse de esperar.
Ser Progresista no pasa por tener que rendir pleitesía a Zapatero, en cambio ¿dónde están los críticos?, ¿hay críticos?, ¿esto es lo mejor que podemos esperar del PSOE?, ¿y las ideas?, ¿pero hay ideas, me refiero a las de calado, no a frases con efecto boomerang?.
En Andalucía, Griñán esta desaparecido. En Madrid los Ministros se preguntan, cuanto más durará esto. En Europa nos observan perplejos con las ocurrencias de José Luís.
Dicen que el peor momento de un político suele ser, cuando su gestión comienza a ser contestada. Es en este estado de ánimos, cuándo se suceden las decisiones más precipitadas, todo por un puñado de votos que lo perpetúen en el poder, y suele coincidir con el comienzo del cesarismo, cuando todos los plebeyos que temen ser arrastrados con el derrumbe, comienzan a halagarlo sin fin, tapando las fisuras que evidencian una estructura tocada.
Ahora es el momento de los críticos, de las alternativas, ellos son la solución, hay que abrir el debate. Reconozcámoslo, el experimento nos ha fallado.
Condenar el progresismo a la caída de Zapatero será un error, el progresismo debe decirle a Zapatero que ya pare, que deje de dar vueltas a la manivela, que no es el estadista que esperábamos, que no lo hizo del todo mal, pero que ahora debe ser autocrítico y que simplemente debería presentar su dimisión.
Necesitamos algo más que un político amable, inexperto, y con un punto de vanidad que no casa bien con el espíritu de los hombres y mujeres que creen en las soluciones de izquierdas.
Tal vez debería aplicarse la frase:
“Al gobernar aprendí a pasar de la ética de los principios a la ética de las responsabilidades.” Felipe González Márquez.
El deshielo ha comenzado.