Revista Libros
Después de algún tiempo Cristiano llegó a la puerta, sobre la cual estaba escrito: “Llamad y se os abrirá”. Llamó, pues, varias veces diciendo: —¿Se me permitirá entrar? ¡Abrid a un miserable pecador, aunque he sido un rebelde y soy indigno! ¡Abrid y no dejaré de cantar sus eternas alabanzas en las alturas! AI fin vino a la puerta una persona seria, llamada Buena Voluntad, le