¿Cómo se puede ser "progresista" cuando se retrocede claramente en igualdad, se pierde prosperidad y se abandonan logros y conquistas sociales? El progreso, en la España de hoy, es poco más que propaganda y marketing de la izquierda.
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El mal gobierno y la "crisis" están demoliendo el concepto de "progreso" y colocando a los gobiernos, especialmente a las izquierdas, contra las cuerdas. No es un fenómeno que afecte exclusivamente al PSOE y a la "progresía" española porque tiene rasgos universales, aunque la intensidad en España es triste y aterradora. Los trabajadores vuelven a depender de sus jefes; las mujeres retornan a los hogares para volver a ser amas de casa; los ciudadanos desconfían de los políticos y la prosperidad se va por las cañerías. Sin honradez y eficacia en el gobierno y sin dinero en la economía, el "progreso" es insostenible.
La idea de progreso, propuesta por la Ilustración, es uno de los pilares del capitalismo y la bandera alzada por las izquierdas para captar votos y partidarios. El "progreso", un concepto moderno, que no tiene más de 200 años, es la expansión de los bienes y servicios a disposición de los humanos, pero implica también avances en valores, igualdad, derechos, prestaciones sociales, bienestar y felicidad. Cuando en lugar de avanzar, se retrocede, el progreso entra en crisis y es suplantado por el retroceso y la regresión.
Las dos guerras mundiales de la primera mitad del siglo XX significaron golpes demoledores contra el progreso, un concepto difícil de sostener cuando los hombres son asesinados a millones por el Estado y en los campos de batalla. La caída del Muro de Berlín, por el contrario, representó un nuevo impulso para el "progreso", una idea que fue secuestrada y asumida como bandera por una izquierda que, sin la URSS como referencia, había quedado huérfana de ideologías y referencias.
En las últimas décadas del siglo XX, la idea de progreso se asoció cada vez más con la libertad y liberación políticas, mientras desde otros sectores se argumentaba que la libertad de mercado traía consigo la promesa de la eliminación de la pobreza y la tiranía. La idea de progreso se ha ido vinculando cada día más a la demanda de más democracia y más libertad en el ámbito individual, el derecho a escribir "la propia biografía".
Para la izquierda, cada día resulta más difícil mantener bajo control la idea de "progreso", un concepto que se les escapa porque, al creer más en el colectivismo que en la persona, y más en el predominio del Estado que en la libertad personal. La izquierda está perdiendo el control del "progreso" al ser incapaz de ofrecer más democracia y libertad individual y sólo lo mantiene empleando enormes masas de esfuerzo y dinero en propaganda, marketing y mentiras institucionalizadas.
El impulso democrático es identificado con la búsqueda de la identidad propia, con la realización del "yo" y con la consagración de una verdadera y libre individualidad. Pero los tiempos oscuros del presente, marcados por la crisis y por gobiernos que, de manera inadmisible y mafiosa, se aferran al poder y a sus privilegios, están consiguiendo que retrocedamos hasta los tiempos en que ese impulso democrático se plasmara en luchas colectivas del pueblo para liberarse de autócratas, oligarcas y plutócratas.
Es el fracaso de las izquierdas y de la política en general, así como la constatación de que el mundo actual retrocede en lugar de avanzar, perdiendo derechos, libertades, prosperidad, seguridad, igualdad y, sobre todo, valores y decencia.
En estas tristes circunstancias, cuando los humanos vuelven a luchar por un puesto de trabajo que les permita subsistir, cuando la clase política es despreciada por los sectores más conscientes y cultos de la sociedad como una "casta" despótica y abusiva, el "progreso" apenas es marketing político, propaganda y banderín de enganche para desinformados y sometidos al pensamiento único del poder.