La Unión Soviética tenía un importante problema con la distribución hídrica y de la población. Mientras la mayor parte de la población se situaba en el suroeste, una porción aún mayor del agua desembocaba en los océanos Ártico y Pacífico. Dado su creciente consumo para la irrigación de los cultivos de Asia central, era necesaria una solución. Por eso, incluso antes de la formación de este estado, ya había planes para desviar los ríos del norte hacia las tierras fértiles del sur.
Con la propuesta de Joseph Stalin del "Gran plan para la transformación de la naturaleza" (Ста́линский план преобразова́ния приро́ды) a finales de la década de 1940, se pusieron en marcha los planes redirigir las aguas del norte. El ingeniero M. M. Dadydov planteó desviar 315 km 3/año de los ríos Ob y Yeniséi, que desembocan en el mar de Kara, hacia la cuenca del mar Aral a través del valle del Turgai. Estos ríos reducirían un tercio su flujo anual para crear un reservorio de 250 000 km 2 en la llanura del Siberia Occidental.
La muerte de Stalin en 1953 supuso el punto y final para muchos de estos planes. Sin embargo, el interés por modificar la naturaleza y la necesidad de agua no se perdieron. En las siguientes dos décadas se establecieron planes para actuar en la zona europea donde se consideraba que la situación era más crítica, conectando los ríos Pechora y Víchegda con el Kama-Volga. No obstante, a comienzos de la década de 1970 el nivel del mar de Aral se reducía a un ritmo cada vez mayor sin que en consumo de agua se redujera o frenara. Por eso se elaboró un plan alternativo, gestionado por la agencia Soyuzvodproyekt primero y por Soyuzgiprovodkhoz después, muy similar al plan Davydov pero a menor escala. Consistía en desviar 25 km 3 del río Irtish, el mayor afluente del Ob, planteando la posibilidad de transferir agua del Ob al Irtish en el futuro, otros de sus afluentes o incluso del Yeniséi.
En el 10º y 11º Plan de Cinco años (1976-1980; 1980-1985) se reconoció la necesidad de estudiar el impacto del estos proyectos en la naturaleza y las formas de minimizarlo, así como su viabilidad. En el XXVI Congreso del Partido Comunista en 1981 se incitó a iniciar inmediatamente la construcción en el lado europeo y diseñar el trabajo en el siberiano. En 1983, el Gosplán, el Comité Estatal de Planificación, aprobó el proyecto tan solo aumentando de 25 a 27,2 km 3 el volumen anual extraído. Al año siguiente, el consejo de ministros soviéticos aprobó las recomendaciones de los expertos de la comisión e instigó a diseñar los diseños de ingeniería para el principal canal, el Sibaral.
El proyecto europeo se realizaría en varias fases, comenzando con en el 12º Plan de Cinco Años (1886-1990), terminando la primera de ellas a comienzos del siglo XXI. Cada una de estas fases aumentaría el flujo de agua transportado. Por su parte, el proyecto siberiano contaría con dos fases. Primero se tomarían los 27,2 km 3/año acordados del Ob y del Irtish al río Amu Daria. Para ello, en primera instancia debían revertir el curso del río Irtysh durante 344 km desde su confluencia con el Ob hasta la ciudad de Tobolsk y de aquí a la región de Turgai. Aunque no se aprobó, también se planteó crear un canal paralelo en vez de revertir el sentido el río. En su segunda fase, el flujo aumentaría a 60 km 3/año, con la posibilidad de tomar agua del Yeniséi. Este proyecto siberiano debía comenzar a finales de la década de 1980 y su primera fase acabaría a comienzos del siglo XXI.
Se movilizaron trabajadores y se anunció el comienzo de las obras, pero para entonces las críticas devolvieron el proyecto a la casilla de salida, especialmente con el ascenso al poder de Mijaíl Gorbachov en 1985. Esto abrió las puertas del debate que no había tenido repercusión desde 1982. No obstante, al año siguiente el debate aparentaba estar zanjado y los proyectos cancelados por motivos económicos, políticos y medioambientales.
Los proyectos tuvieron muchos detractores desde múltiples frentes. Quienes defendían el medio ambiente ofrecían dos perspectivas. Por una parte, los científicos e ingenieros que se oponían al desvío de los ríos, aunque confiaban en el poder de modificar la naturaleza para el beneficio de la humanidad, consideraban necesaria la aplicación de la racionalidad económica en pos del bienestar. Por otra parte, también estaban presentes quienes, aún considerando al importancia del conocimiento científico, defendían que debía considerarse la opinión pública y tener en cuenta el bienestar espiritual y la armonía con el medio, sin centrarse necesariamente en el crecimiento económico. Los nacionalistas rusos fueron los más vocales, minimizando el conocimiento científico y defendiendo la vuelta a las tradiciones, al muy en línea con el ludismo.
Los críticos de los estudios señalaban que no eran capaces de hacer predicciones correctas, como el supuesto descenso del nivel del mar Caspio que, de hecho, estaba incrementándose, o cómo los resultados se ajustaban a sus deseos. También se criticó el impacto medioambiental de los canales siberianos y las consecuencias de la reducción de aporte de agua caliente en el mar de Kara. Además, no solo el exorbitante coste del proyecto iba a tardar más de lo previsto en recuperarse, sino que el uso del agua no iba a ser eficiente en su destino debido a los tipos de cultivo, el riego excesivo y el mal estado de los canales de irrigación que apenas llegaban a su destino. Es decir, se consideraba que arreglar los canales existentes y usar el agua de forma más conservadora tenía un mejor coste-beneficio.
La preocupación por los cambios en el paisaje no se limitaban a los entornos naturales, sino también por la conservación de los pueblos y monumentos y el desplazamiento de sus habitantes. Por último, existía la preocupación de que la contaminación del agua del sur llegara al norte por estas vías.
Con el fin de la URSS, cualquier intento de revivir el proyecto se encontrará con dos escollos: la financiación y las relaciones internacionales. Las repúblicas de Asia central serían quienes más anhelarían este proyecto, pues serían las mayores beneficiadas, pero debería acordarse cómo repartir los costes y compensar a las regiones donante por el daño medioambiental.
En el 2004 se propuso revivir el proyecto para combatir el calentamiento global, alterando la circulación y salinidad del océano Ártico para acabar con la corriente del Golfo y llevar inviernos más fríos a Europa. En 2009 se propusieron restaurar el mar de Aral tomando agua del lago Zaysan en Kazajistán para llevarlo al mar de Aral del Norte por medio del Sir Daria. Sin embargo, sería imposible incluso evitando que el agua se filtrase o evaporase.
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