Revista Política

El PSC y los remeros

Publicado el 01 octubre 2012 por Trinitro @trinitro

El PSC y los remeros

Después de la proclama de Pere Navarro como candidato del PSC en las próximas elecciones autonómicas, al cuál felicito, y con lo que ya es un acostumbrado gesto heroico-tardío de Montserrat Tura, que ha intentado ganarle en el Consell Nacional (algo bastante cercano a lo imposible), se hacen las acostumbradas voces para remar todos en la misma dirección.

¿Remar todos en la misma dirección? Un partido no es una galera, más bien es como un enjambre donde cada uno tira por donde cree y el comportamiento colectivo aparente es que el enjambre está avanzando más o menos en una dirección. En un enjambre si todos los animales fueran en la misma dirección no se encontraría alimento ni recursos y el enjambre se disolvería. Es verdad que los animales que se alejan más del aparente núcleo del enjambre pueden quedar descolgados y abandonarlo, pero sin ese riesgo, el propio enjambre dejaría de existir. Este símil que explica mejor como funcionan organizaciones humanas en lugar del símil de la galera, es algo que a muchos mediócratas que han alcanzado el poder les pone de los nervios y siempre, momentos de elecciones, de crisis o de congresos les han servido de argumento para centralizar, no solo más poder (en el partido creo que tienen todos los resortes) sino, incluso, todas las voluntades de los que militamos.

Pero asumamos el símil de la galera, hemos escogido (mejor dicho, han escogido los miembros del Consell Nacional) un candidato y este indica la dirección, sus subalternos inmediatos marcan el ritmo de bogada y los militantes cogemos los remos y vamos dando paladas. Lo leal es remar en la dirección que nos indican, al ritmo exacto que nos marcan y con ánimo de victoria. Hay un adagio que se cita de cuando en cuando con tono humorístico pero no tanto, sobre que “un militante ha de tener moral de victoria y fe ciega en el mando“, y este adagio (de buenas maneras) es el que se canta en momentos como este.

Pero las evidencias empíricas en contra de remar en una dirección tan nefasta son claras y aunque para verlas hace falta mirar solo un poco hacia atrás.

Recordemos lo que provocó la crisis profunda del PSC, un resultado lamentable de 28 diputados en las elecciones autonómicas, el asumir verbalmente que el proyecto del tripartito había sido un fracaso (craso error, yo soy de los que reivindico el tripartito de Maragall y de Montilla como gobiernos que han intentado y en parte conseguido, un desarrollo del estado del bienestar de Catalunya, frente al retraso de 25 años de CiU) y unas expectativas aún peores para las elecciones municipales y generales. Es decir, el resultado de 28 diputados nos dijeron que lo habíamos hecho muy mal y que el proyecto del tripartito había sido nefasto, teníamos que defenestrar a los que lo habían liderado y buscar un “Nou PSC” con una nueva dirección que enmendara los errores. Recordemos esto porqué el objetivo de este “Nou PSC” era mejorar la herencia recibida que se consideraba nefasta.

Esa crisis se resuelve sin cerrar en un congreso extraoirdinariamente freak, donde los candidatos alternativos pasan a formar parte de la ejecutiva, pero sin capacidad real de incidencia, y el gobierno del PSC pasa a estar en manos de una especie de junta de alcaldes. Enfrente el PSC tenía que resolver una serie de problemas de credibilidad profunda, tanto internamente (el congreso, cerrado en falso y adoptando una forma de gestoría de poder) como externamente (éramos el partido que había defendido el tripartito pero que en el último momento renegó de él y el que no había sabido afrontar la crisis) para volver a ser relevantes electoralmente el PSC. Y la dirección del “Nou PSC” ha fracasado estrepitosamente para recuperar la credibilidad.

Falta de discurso creible para afrontar la crisis

El primero de ellos es vertebrar un discurso económico y de gasto público coherente. Algo que tampoco ha resuelto el PSOE. Aunque no llegamos al esperpento de un Tomás Gómez que parece salido del partido troskista, estamos construyendo un discurso socioeconómico incoherente con lo que hemos realizado. Los recortes los inició Montilla y Zapatero. Y es cierto que CiU (y PP) bajo la excusa de la crisis están aplicando la tijera de forma muy alegre para desmontar el estado del bienestar avanzado que 8 años de gobiernos de izquierda habían conseguido. Pero simplemente quedarse en el discurso de los recortes es pobre. Es poco creíble, y hasta yo, no sé hasta que punto Rubalcaba hubiera recortado menos o de forma distinta, ¿qué podemos esperar de los votantes? ¿que nos crean simplemente?. Hay un problema muy grande de crecimiento y de endeudamiento de las arcas públicas, y sin una respuesta mínimamente coherente, una hoja de ruta de como afrontamos la crisis, una serie de reformas claras encima de la mesa, no seremos creíbles. Ahora mismo lo más parecido a un proyecto socialdemócrata que hay en la mesa es afrontar la devaluación interna, no oponerse y rogar a santa Merkel que nos deje mantener niveles de déficit relativamente importantes hasta que no volvamos a crecer. A todo esto, ese modelo de afrontar la crisis ni el PSC ni el PSOE son capaces de explicitarlo, no ya, tan siquiera de proponer una alternativa o un simple matiz. Por tanto, sin resolver el problema del PSC de vertebrar un discurso económico mínimamente creíble o coherente afrontamos las elecciones del 25 de noviembre con los mismos “debe” que afrontamos las últimas elecciones generales: no supimos gobernar la crisis y no tenemos un plan de ruta para confrontarla si gobernamos, ¿para que votarnos?. Hay algunas voces dentro del PSC (mi admirada Rocío-Martínez, pese a que la considero una social-liberal, es una persona que es capaz de mantener un discurso coherente en gobierno y en la oposición) que permitirían construir este proyecto. Pero los incentivos son mantenerlos en un rincón (nada oscuro, las comisiones de economía de los parlamentos no son unas mazmorras) pero que no saltan al discurso de los candidatos y dirigentes ya que es poco popular decir que hay que devaluar salarios y beneficios y mendigar en la UE para que nos dejen seguir adquiriendo déficit a la vez que es necesario recortar. Somos “socialistas”, defender la devaluación interna es de malvados liberales sin escrúpulos o algo así… aunque fuera lo que comenzamos a aplicar mientras gobernábamos.

Problemas para vertebrar algún proyecto nacional

La gran manifestación del 11 de septiembre, pero incluso más allá, el constante goteo e incremento de independentistas y soberanistas y el agotamiento vía sentencia del Estatut (y del cerrojazo que suele terminar los debates de este tipo en Ferraz) de la vía federalista a través de negociación con el PSOE, ha dado muerte al proyecto federalista del PSC. Hombre, siendo un poco menos cáustico, más bien, el proyecto federalista del PSC muere de éxito. Lo hemos implantado, hemos creado un Estatut que lleva al límite la Constitución Española y hemos conseguido todos los avances federables posibles a un PSOE que gobernaba con comodidad. Y eso, es insuficiente. El proyecto colectivo que parece que queremos los catalanes no tiene encaje en la Constitución, pero no solo eso, no existe ningún dirigente estatal ni ningún partido estatal, incluido el PSOE, que vaya a querer impulsar ninguna reforma de calado en la Constitución para hacerlo encajar. Pero es más, estoy convencido que la opinión pública española no está dispuesta a aceptar ni un movimiento más en este sentido, y necesitaríamos que la mayoría de españoles avalen otro modelo de estado para hacerlo encajar con lo que aspiramos muchos desde Catalunya.

Es cierto que el PSC no es nacionalista, pero tanto es eso como que el PSC siempre ha tenido un proyecto para Catalunya, propio y desde una perspectiva nacional. Muy diferente de fondo a la forma de afrontar un proyecto para su comunidad autónoma cualquier federación del PSOE.

Por tanto nuestro discurso en lo “nacional” es nada creíble. Ir con un federalismo agotado, federalismo, por cierto, que estoy convencido que más de uno que dice defenderlo no sabe ni lo que significa, no lleva a ningún lado. Bueno, sí, nos lleva a lo que las evidencias empíricas nos indican. El mercado “unionista” está muy acotado y acosado, al PP le va a costar mucho movilizar ese voto en las próximas autonómicas, y en general los votantes del PSC siempre han sido más autonomistas y creen que hay que ir hacia delante en el autogobierno. El mercado soberanista le está vedado a un PSC que se encuentra fuera de juego en este debate.

¿A donde debería ir el PSC en este sentido? A donde van sus votantes potenciales, a donde van los votantes que no son nacionalistas y progresistas. El PSC en este sentido ha sido el partido más virtuoso de Catalunya, el que ha permitido que la vertebración social fuera posible. Y lo ha hecho porqué ha sabido deshacer el nudo gordiano entre lo que aparentemente eran dos comunidades lingüísticas y de identidad nacional. Esa sociedad ya no existe, y esto es un éxito de los catalanes en general y en particular del PSC, que ha evitado que el tema de la lengua o la nación fueran motivos de confrontación social.

Si el PSC quiere revalidar su papel de vertebrador en este eje, lo primero que tiene que hacer es ubicarse de forma creíble donde está el centro social. Podemos lamentarnos de que este posicionamiento es “irreal” y mediado por una prensa maligna al servicio de CiU, pero hasta cuando El Periódico (el diario que compran mis padres, que nacieron en Andalucía) modula su discurso en este sentido es que realmente se está produciendo ese cambio. Mientras, en el PSC, nos quedamos justificando el cambio que hemos percibido en la calle y en las encuestas en base a teorías conspiranoicas en las que detrás siempre está CiU y el poder económico. Hasta podríamos tener razón en ese análisis, pero eso no cambia que el tren se nos escape en los morros. Y no solo eso, parte de nuestros militantes y dirigentes se están yendo, ya, en ese tren.

El hecho es que los ciudadanos de la Catalunya de hoy son más soberanistas, menos federalistas y no necesariamente más nacionalistas y esperan que las organizaciones políticas a las que votan se les parezcan. Y el PSC no solo no se está acercando, sino que da pasos hacia atrás en este sentido. Hoy me cuesta reconocer el PSC que integró a Pallach o el de Maragall. Gestos como defenestrar cargos del simbólicamente (pero inexistente) sector catalanista del PSC, sin poner delante ninguna otra cara claramente catalanista, nos hacen alejarnos aún más de nuestros votantes.

Un cambio así no es sencillo. Que el Alcalde-de-Terrassa-Primer-Secretario-del-PSC-y-ahora-candidato-a-la-Generalitat envíe una carta diciendo que entiende el clamor soberanista  o más reciente, en la presentación de su candidatura que está de acuerdo con un referéndum, ni es creíble, ni suficiente. Los votantes no quieren tactistas que se posicionan según la última encuesta. El movimiento hacia un mayor soberanismo no ha sido en base a unas declaraciones del Presidente autonómico de turno que desea azuzar el anticatalanismo para sacar rédito en su terruño. Es más profundo, y aunque seguramente pocos puedan fundamentarlo en algo muy argumentado o serio, es un posicionamiento que se ha movido de forma sólida.

Si el PSC quiere posicionarse en ese centro político, en el que ha estado durante mucho tiempo y explica su éxito en (casi) todas las elecciones generales, debería hacer pasos de forma más sólida. Primero es analizar si realmente quiere dar ese paso, cosa que dudo. Creo que en el PSC los que somos catalanistas cada vez somos menos y estamos peor organizados, o al menos cada vez tenemos menos resortes del poder. El hecho de que Montserrat Tura sacara más del 25% de votos en el Consell Nacional no responde a que el sector catalanista del PSC represente el 25% del poder establecido (que no de la militancia, una primarias nos habrían dado sorpresas curiosas), sino que las cosas están tan mal que una cuarta parte de los mediócratas que forman el Consell Nacional han decidido votar a una aventurera que como mínimo tiene más credibilidad e imagen que Navarro.

Lo segundo es construir un discurso coherente en este sentido. Entiendo que el PSC no es puramente independentista. Entre otras porqué el centro social en este sentido tampoco lo es. Ese centro social, cuyo discurso es poco elaborado, pero parece que firme, es algo que podríamos llamar soberanismo postfederalista. Al parecer, la autodeterminación, el identificar que el cuerpo social que ha de definir su futuro es el que formamos los catalanes y de igual a igual al resto del cuerpo social de España, plantear que es lo que queremos; ese es el posicionamiento que me parece más central y el que además donde el PSC puede sentirse cómodo. Y ese es el posicionamiento al que Navarro intenta acercarse al decir que está de acuerdo con un referéndum.

Que Navarro esté de acuerdo con un referéndum es bueno. Lo malo es que esto no ha implicado ningún cambio de fondo en el PSC y eso se percibe. Que de golpe y de forma entusiasta todos los “remeros del PSC” digan que es bueno un referéndum sin asumir que eso es una postura soberanista o que como mínimo defiende la autodeterminación lo hace poco creíble. Si como PSC apoyamos un referéndum (con todas las garantías democráticas, etc..) implica que asumimos que el cuerpo social que decide es Catalunya, no “Catalunya hace propuestas dentro de los márgenes que quien según la Constitución tiene la soberanía, el pueblo de España”. Porqué el referéndum pueden salir cosas como “nos vamos” o “nos quedamos con condiciones aunque estas no encajen en la Constitución”. O sea, un referéndum asume que el cuerpo social que tiene la soberanía es el catalán no el español que incluye al catalán.

Y ese giro no es banal. Maragall et. al tardarón 20 años en explicarnos las bondades del federalismo para conseguir que el PSC se posicionara en este aspecto. Cuando ni Navarro cree realmente en las implicaciones que tiene el asumir un referéndum (aunque sea para votar que nos quedamos en España), ¿cómo espera que los votantes crean que nos hemos movido a donde ellos están?. Creo que nuestros potenciales votantes quieren que apoyemos el referéndum y que el PSC sea el garante de que las opciones no independentistas también aparezcan y puedan debatirse, pero para ello tienen que creer que nosotros nos hemos movido a donde ellos están. Y no es así. El debate sobre el referéndum o sobre el posicionamiento del PSC frente a la tendencia social a mayor soberanismo, no se ha hecho, se ha ventilado con unas excelentes declaraciones pulidas por unos spin-doctors, pero no ha habido un cambio de mente colectivo. Cuando cualquier mediócrata del PSC no entiende que defender el referéndum (con todas las garantías que solo el PSC puede hacer para que sea un referéndum bien hecho), es defender el derecho a autodeterminación de Catalunya, indica que el trabajo de debate interno no se ha hecho.

A las encuestas me remito, todas nos dan un resultado peor que las últimas elecciones autonómicas. Bajar en espectativas electorales no es algo anormal, todos los partidos pasan por ello. Pero quiero recordar que el último descalabro electoral en las autonómicas nos llevó a la crisis de liderazgo y eventualmente a este “Nou PSC” que era el que lo que tenía que enmendar. Pero además 28 diputados era considerado por todos como nuestro suelo electoral último, el punto de debacle desde el que más abajo no se puede caer. Quedarse en poco más de 20 diputados como el que nos dan las encuestas indica mucho. Y ahora no hay más explicaciones que las de debilidad del proyecto. Ni es culpa de Zapatero, ni de un tripartito que nos lastrara, ni del Estatut, ni de la crisis. Si hoy convencemos a menos votantes que hace dos años es por culpa única y exclusivamente nuestra.

Así que a los remeros, y a aquellos que nos piden al resto que rememos en su misma dirección, les pido que miren un poco por encima de la borda de la galera y vean en que dirección están remando, porqué los acantilados y los tiburones no pueden estar más claros. Recordemos que teníamos que remar para alejarnos del nefasto resultado de 28 diputados, y este noviembre al parecer, nos vamos a encontrar en una tesitura mucho peor precisamente por remar en la dirección en la que estamos remando, a menos que ocurra un milagro.

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