Según los organizadores, la convención debía servir para realizar una puesta a punto ideológica, pero se ha limitado a proponer medidas dispares y deslavazadas, como en un ensayo de programa electoral. El mensaje más claro del cónclave ha sido el de un viraje a la izquierda. Aunque el predominio del colorado en el escenario ya ayudaba a hacerse una idea de por dónde iban los tiros, Elena Valenciano se encargó de anunciar que el PSOE saldría «más rojo» de las jornadas.
Ese giro es otra satisfacción para el PP, que temía que los socialistas entraran a disputarle el voto moderado. Al escorarse, se ubican más cerca de IU. En esa línea estuvieron los silbidos del auditorio a la Monarquía española y los aplausos al compromiso de derogar los acuerdos con la Santa Sede. Pero entre las medidas aprobadas están también la limitación de salarios en las empresas, la imposición de una doble tasa a los bancos, el aumento del IVApara productos considerados de lujo -incluidas la educación y la sanidad privadas- o la implantación de las listas electorales paritarias, con igual número de hombres y mujeres.
Rubalcaba llamó al PP «derecha desalmada» y le acusó de hacer «cosas repugnantes». Pero lo más sorprendente de su discurso fue la insistencia en proclamar que el PSOE «ha vuelto», como si hubiera pasado unos años de vacaciones o fuera de sitio. El anuncio resulta contradictorio, porque si alguien ha estado permanentemente en la dirección ha sido él y, por lo tanto, sería cuando menos corresponsable de que el partido se hubiera descolocado.
A la supuesta izquierda le resulta imprescindible un ideal por el que luchar, una reivindicación de algún derecho, con más romanticismo que necesidad; mientras tanto, a la derecha le es suficiente con una gestión eficaz, algo así como el presidente de una comunidad de vecinos que administra bien los recursos de las cuotas pagadas por los copropietarios. La ilusión es una razón de ser en el pensamiento progresista, aunque consista en silbar a la monarquía, olvidando que países punteros en el planeta, como Suecia o Dinamarca tienen nuestro mismo régimen político; una pena que no tengamos nosotros sus líderes, sus gestores y sus dirigentes, en vez de ver salir en los medios de comunicación las imágenes de sindicalistas en banquetes de lujo. Girar a la izquierda no es una alternativa para el PSOE que está verdaderamente desnortado. González ha sido un líder carismático de la formación y uno de los mejores presidentes del gobierno que ha tenido este país, sobre todo en la primera legislatura; su mérito fue centrar el partido, retirarle el apellido de marxista y modernizar hacia el centro para gobernar a todos los españoles. El resultado fue una mayoría absoluta. La previsión de D. Alfredo Pe Punto no es tan halagüeña.