Creo saber lo que es una encuesta, lo que significa, la importancia que tiene. Sé que se trata de tomar el pulso en un momento determinado sobre algo o alguien. Por lo que entiendo perfectamente que las encuestas son sólo eso. Ni más ni menos. Eso, cuando están bien elaboradas y no están fabricadas a la carta de quien las paga. Conozco un poco el tema, puesto que una parte de mi vida laboral he trabajado en ello.
Digo esto porque los resultados de las encuestas hay que relativizarlos y no darles ni más ni menos importancia de la que tienen. Son el resultado de la cuestión tratada en un momento determinado. Además, encierra un error que está calculado y que manifiesta que su valor no es absoluto.
Lo que ocurre es que cuando se dan varias encuestas efectuadas por distintas empresas y los resultados dan una tendencia que se repite, esos resultados adquieren un valor más relevante. Y este es el caso del fuerte descenso del bipartidismo que ha marcado la política en este país, desde la transición.
Hoy, el PP y el PSOE, en diferentes encuestas de la semana pasada –La SER, El Mundo, El País, entre otros—, están en horas bajas, y la suma de sus expectativas de voto han bajado unos veinte punto en el año y medio que han pasado desde las últimas elecciones.
Lo anterior ha puesto nerviosos y ha preocupado a los dos grandes partidos y a los medios afines, que hoy no hacen sino quitarle importancia, puesto que ello supondría alterar el partido que juegan entre ellos y se verían obligados a olvidarse de las mayorías absolutas y a ceder el paso o pactar con otros partidos, hoy en alza –al margen de CiU y PNV, partidos pactistas por naturaleza— como UPyD e Izquierda Unida.
De hecho ya han empezado –y lo que nos queda— las descalificaciones a los partidos que emergen con fuerza. Así parece que en la calle Génova, los peperos están nerviosos tratando de buscar soluciones para parar la alarmante caída de votos y frenar la subida de UPyD, aunque se sienten contentos de que el PSOE no se recupere y tenga expectativas más bajas en unas hipotéticas elecciones.
Mientras, el PSOE busca por todos los medios frenar su caída y el alza de Izquierda Unida, llegando a atacar a esta formación de forma contundente. Así mientras que Rubalcaba se conforma con decir que es prematuro hablar de la caída del bipartidismo, otros dirigente como Jáuregui –tomado por un tipo equilibrado, moderado y nada radical— habla de que a la izquierda del PSOE está el “Chavismo”, en su afán de descalificar y despreciar a Izquierda Unida. Y otros dirigentes socialistas hablan de que ellos nunca podrían ganar a IU atracando supermercados. Guerra sucia. Y es que ven cómo no hacen sino perder votos que se van a la verdadera izquierda.
Por otro lado, quisiera hablar en concreto de la encuesta de El País. La empresa que la efectúa es una empresa imparcial y técnicamente impecable, a mi modo de ver, de las mejores que efectúan encuestas y sondeos, se trata de Metroscopia. Pues bien, El País al dar los datos de la empresa, el pasado domingo, decidió evitar poner el dato de Intención directa de voto (IDV) que es del que se parte para con otros datos, tendencias y variables se cocina y da el resultado total. Pues bien, ese periódico que dice ser el adalid de la izquierda, evitó dar ese dato y se fue directamente al dato cocinado, cosa que no había hecho nunca. La razón hay que encontrarla (según hemos podido ver en el blog del subdirector de Metroscopia) en que la IDV de IU es superior a la del PSOE que está en tercer lugar detrás de Izquierda Unida (un 9,5% de IU contra un 7,8% del PSOE). Curioso ver cómo omitiendo datos se le ve el plumero, una vez más, a El País, que refleja su inclinación apasionada por el PSOE.
En fin, no se trata de tirar cohetes, sin embargo es una realidad que se está consolidando una tendencia a la baja del bipartidismo, y eso a pesar de la ley d’Hont, de las circunscripciones electorales, de las ayudas mediáticas y de todas las ventajas con que cuentan los dos grandes partidos. Hay que tomar con cierta distancia siempre los datos de las encuestas pero todo indica a que la gente empieza a despertar y descubrir los chanchullos y destrozos bipartidistas. No es de extrañar que los dos partidos estén nerviosos y ataquen
Salud y República