Manuel Hugué
" data-orig-size="700,526" sizes="(max-width: 545px) 100vw, 545px" aperture="aperture" />De todos modos, hubo cosas más persistentes que otras, como por ejemplo la larguísima polémica entre clásicos y románticos. En es punto veo las cosas exactamente como Moréas. Él decía que la discusión era una sandez. Es exacto. En arte, el problema de los estilos es secundario. Está lo bueno y lo malo, y basta. Delacroix puede tomarse como modelo de pintor romántico, no sólo por los temas que trata, sino por su esprit y la manera como los resuelve. Pues bien, nadie puede decir lo contrario: es un gran pintor. Baudelaire es un poeta romántico, pero ¿quién negará que es un gran poeta?
– ¿Entonces no ves la diferencia apreciable entre Racine y Baudelaire?
– En lo general no. Lo que ocurre es esto: Racine y en general los antiguos, eran más sinceros, más sencillos, menos retóricos que los modernos. Yo, que siempre he vivido fuera de la ley, he tenido gran respeto por su grandeza, y por ley entiendo la media humana, lo que la vida conlleva, la pasta del mundo. La gente debe pasar inexorablemente por la ley, y por esta razón, porque es la ley misma, creo que el mayor escritor de todos los tiempos, de todas las tendencias, es La Fontaine. Se puede hacer la vista gorda ante un hombre que por exceso de genio sobrepasa la ley. Pero esto es intolerable si es consecuencia de una vulgar pose de excepcionalidad. Ahora bien: en la literatura moderna hay demasiada megalomanía, demasiado yo, yo, yo, exceso de desgracia y de dolor, y sobre todo, exceso de desgracia fingida, puramente verbal. Pues en la literatura moderna es imposible deslindar la farsa del dolor. Los poetas de nuestros días han pasado por alto el problema del pudor que ha de tener cualquier obra de arte para perdurar. En la tragedia griega, lo trágico es objetivo y proviene de las situaciones de la realidad. Así es natural y justo que lo trágico llegue al paroxismo. En la literatura moderna, al contrario, lo trágico es subjetivo y todos se creen obligados a contarnos su tremendo drama. Sin embargo, yo creo que la vida no es tan triste como dicen y en este punto me considero un testigo de primer orden. En cualquier caso la gente hace mucho teatro y, si no lo hace, el ambiente general ayuda a que pueda hacerse con absoluta impunidad, y eso me tiene muy escamado. Para resumir: todos tratan de explicar a los demás lo extraordinarios que son. Incluso Moréas, que fue tan amigo mío, me resulta a veces exagerado.
Les morts m’écoutent seuls, j’habite les tombeaux,
je serai, jusqu’au bout l’ennemi de moi-même
ma gloire est aux ingrats, mon grain est aux corbeaux,
sans récolter jamais, je laboure et je sème… *
Es grande, enorme. Pero, ¡no sé!, me parece excesivo. Y ésas son las diferencias que veo entre clásicos y románticos. Ahora bien: si el poeta de hoy sale discreto e intenso de verdad, entonces es como un antiguo. No hay ningún tipo de diferencia.
* Los muertos , tan sólo, me escuchan, vivo entre tumbas / seré hasta el fin el enemigo de mí mismo / mi gloria es para los ingratos, mi grano para los cuervos, / sin cosechar jamás, labro y siembro
Josep Pla y Manuel Martínez y Hugué, conocido por Manolo
Vida de Manolo
Foto: Manuel Martínez y Hugué, conocido por Manolo