Juan Martorano.
En mi último artículo señalé que trataría de expresar lo que sería el pueblo, lo que sería la vanguardia, pero la dinámica revolucionaria me obliga a referirme sobre el tema de la doble moral de la derecha, y es por eso que lo incluyo como uno de los temas a tratar en el presente artículo.
Si nos vamos a las definiciones de los diccionarios, podemos encontrar la siguiente: “La palabra pueblo proviene del término latino populus y permite hacer referencia a tres conceptos distintos: a los habitantes de una cierta región, a la entidad de una población de menor tamaño que una ciudad y a la clase baja de una sociedad”.
Me acojo más a la última definición, pero con un nuevo significado, entendiendo al pueblo como la unión de los oprimidos, es por ello que ideológicamente, la derecha le da prurito y le da asquito identificarse como pueblo. Prefieren el eufemismo de sociedad civil, puesto que ellos no se consideran ni son víctimas de los mecanismos de dominación del capital, que son múltiples.
Otra muy buena definición de pueblo, la podemos encontrar en el preámbulo de nuestra Constitución, que tiene incluso elementos y contenidos mucho más densos y de una profundidad mayor que muchos artículos del texto constitucional, es por ello, que considero importante transcribirlo íntegramente: “El pueblo de Venezuela, en ejercicio de sus poderes creadores e invocando la protección de Dios, el ejemplo histórico de nuestro Libertador Simón Bolívar y el heroísmo y sacrificio de nuestros antepasados aborígenes y de los precursores y forjadores de una patria libre y soberana; con el fin supremo de refundar la República para establecer una sociedad democrática, participativa y protaónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado, que consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territtorial, la convivencia y el imperio de la ley para ésta y las futuras generaciones; asegure el derecho a la vida, al trabajo, a la cultura, a la educación, a la justicia social y a la igualdad sin discriminación ni subordinación alguna; promueva la cooperación pacífica entre las naciones y e impulse y consolide la integración latinoamericana de acuerdo con el principio de no intervención y autodeterminación de los pueblos, la garantía universal e indivisible de los derechos humanos, la democratización de la sociedad internacional, el desarme nuclear, el equilibrio ecológico y los bienes jurídicos ambientales como patrimonio común e irrenunciable de la humanidad; en ejercicio de su poder originario representado en Asamblea Nacional Constituyente mediante el voto libre y en referendo democrático… (Subrayado del articulista).
Es el pueblo el sujeto histórico de este proceso, el alfa y el omega de todo, la base sobre la que giran las transformaciones, o si se enfría, volver a episodios que ya creíamos superados.
Es el pueblo el verdadero dueño de la soberanía, quien la ejerce directamente en la forma prevista en nuestra Constitución y en la ley, e indirectamente, mediante el sufragio, por los órganos que ejercen el Poder Público. Todos los órganos del Estado emanan de la soberanía popular y a ella están sometidos.
Pudiéramos decir en estos momentos, si lo pudiéramos representar a través de un ejemplo, que Venezuela está conducida por un gran chofer que está al frente del volante de un jeep con palanca de cambios, pero que llegó a una gran subida empinada y muy fuerte, y el conductor pese a toda su pericia, no haya como hacer los cambios ni meter el croche, y el carro se le apaga en la mitad de dicha subida. Pero resulta que para salir de ese atolladero, el pueblo, es el que tiene el winche, que puede ser utilizado de varias maneras: Para empujar el vehículo y ayudarlo avanzar, o para jalar al conductor, y tal vez poner a otro, en fin, sirve para muchas cosas el winche que maneja el pueblo.
Es el pueblo venezolano, un pueblo pacífico, generoso, de acogida, pero es un pueblo bravo, guerrero, dispuesto a dar la vida incluso por lo que cree y que defiende lo que le pertenece. Es el pueblo que sigue teniendo esa conexión amorosa con su líder histórico, con el gigante Chávez, el que hacía de manera consciente y seguía de manera disciplinada, producto del despertar de su conciencia, las líneas que el Comandante Eterno, Supremo y de esta Nación le lanzó, le lanza y que en buena medida le sigue lanzando.
Pero también es bueno entender que nuestro pueblo, para seguir impulsando las transformaciones, no perder su soberanía, para seguir combatiendo los sistemas de dominación múltiple y lograr la emancipación, que también debe ser múltiple, como cualquier ejército, requiere de sus vanguardias, de aquellos que se coloquen adelante del cuerpo principal, de aquellas personas que sean precursoras o renovadoras en relación a la sociedad, que escape de la tendencia dominante y que pueda asentar las bases del desarrollo futuro.
La vanguardia supone una renovación de formas y de contenidos, debe luchar en contra de las tradiciones, apostar por la innovación, el ejercicio de la libertad individual y su carácter experimental.
Nuestra vanguardia, más que imponer lo que se debe hacer, debe orientar en el cómo se deben hacer las cosas. Seguir la senda de Chávez, que a través de una disciplina que nacía producto de la conciencia, y ésta conciencia era producto de los conocimientos y la dialéctica que siempre el Comandante Chávez estableció con el pueblo, de su acierto de medir con precisión los tiempos y los momentos para hacer las cosas, de engancharse y conectarse con el pueblo de a pie, con el eternamente excluido, y de unir a sectores diversos, fue lo que lo mantuvo mucho tiempo en la vanguardia, hasta el punto que para el momento de su partida física, se nos fue invicto.
Teniendo claro los roles que cada uno de nosotros juega, es que podemos resolver en buena medida, la crisis política, económica, social y hasta ideológica que tenemos en nuestro país en estos momentos.
Pero, y bueno es que lo señale, que no estamos en el peor de los escenarios. Sin duda estamos afrontando serias dificultades, el cuerpo de la República tiene severas heridas, pero tenemos opción de ponernos de pie y recuperarnos. Y esto porque la derecha no es alternativa de poder en este momento, tal y como lo veo, aunque no por ello debemos subestimarlos.
Ellos andan en todo un plan de agitación política, y ante la incertidumbre que hay en diversos ámbitos en nuestro país, pretenden darle una patada a la mesa. Ellos andan dando pataletas por la fecha de la celebración de las elecciones parlamentarias, las cuales se harán del conocimiento público, después de las elecciones de base que celebrará el PSUV y las fuerzas revolucionarias para sus candidatos y candidatas a la Asamblea Nacional, pero hay que destacar lo siguiente.
Hace tres semanas y media, la derecha celebró sus primarias para elegir 42 candidatos para la Asamblea Nacional, de 110 candidatos que se inscribieron, de esos 110, apenas 3 eras mujeres, y eligieron solamente 1, de casi 7 millones y medio que estaban habilitados para votar en dichos comicios que se realizaron en apenas 33 de los 87 circuitos conformados para estas elecciones parlamentarias, a duras penas llegaron a 500 mil. Además de ello, el promedio de edad es de casi 45 años (promedio el cual debe aumentar cuando se conozcan los “consensos”). Lo importante es que, hasta ahora, no se conoce el nombre de los que resultaron elegidos en dichos comicios, ni mucho menos se conocen los candidatos y candidatas producto del consenso pa Obama, de la derecha. Ah, se me había pasado que las 42 candidaturas en disputa, representan apenas el 25% de las mismas, y se hizo en circuitos donde en la mayoría de los casos, el chavismo arrasa electoralmente hablando, versus los otros 125 candidatos y candidatas, es decir, el restante 75%, que son producto de “elecciones a dedo” de los cogollos de los partidos de derecha en el país. ¿Y entonces?
Entonces, ¿Con que moral exige la derecha la fecha de las elecciones parlamentarias, cuando ellos no le han dicho a sus propios seguidores quienes son sus candidatos y candidatas a las parlamentarias?¿Respeta la dirigencia de la derecha venezolana a sus bases? ¿Se identifican las bases opositoras con estos candidatos y candidatas? ¿O será que hay otra agenda, y la jugada es no ir a elecciones? Son algunas preguntas que me surgen.
Por ello, y a pesar de nuestras contradicciones, seguimos avanzando, y es por ello, que la derecha maltrecha apátrida, fascista y violenta, más nunca volverá.
Abogado, Activista por los Derechos Humanos, Militante Revolucionario y de la Red Nacional de Tuiter@s Socialistas (RENTSOC).[email protected] @juanmartorano