“El pueblo tiene que estar rebelde, pero no depresivo”, Albertucho

Albertucho (Fotografías: Jesús Díez)

Mamá Ladilla o La polla records sonaban de fondo mientras que el artista sevillano Albertucho nos abría la puerta de su camerino para poder hacernos ver que tras la fachada de artista peculiar, dicharachero, se esconde una persona humilde que pretende que su música nos mueva por dentro.

En primer lugar me gustaría que seas tú mismo quien explique a nuestros lectores quién es Albertucho.

Albertucho es un tío que lleva diez años haciendo canciones, y en este caminito que es la vida va cogiendo de un lado y de otro y va con inquietud aprendiendo y bueno, voy haciendo lo que voy escuchando y lo que quiero expresar. Eso es lo que ha hecho que ningún disco tenga nada que ver con el siguiente.

¿Cómo ha sido el proceso de transformación que has sufrido desde El Pisito hasta este último disco?

“El Pisito” fue una odisea que me ocurrió con 17 años. Estaba en Sevilla, en el instituto y de repente me llamaron de la Warner y me pusieron a grabar un disco con el productor de Rosendo, y yo encantado de la vida, aunque en ese momento tampoco eres muy consciente de lo que te pasa porque con esa edad no eres consciente ni de tu propia vida, es todo una especie de cuento.

Este es un oficio que es una forma de artesanía. Tú empiezas haciendo jarrones y vas haciéndolos cada vez mejor y así hasta ahora, simplemente.

En este último disco apuestas por instrumentos no muy usuales como el banjo o el ukelele y enfocas tu disco hacia una mayor influencia folk, ¿es lo que has venido buscando hasta aquí o simplemente ha nacido así?

Ha salido por lo que te he dicho, por la inquietud y por el conocer cosas nuevas. Empecé escuchando rock urbano, más en el rock o en el punk incluso, pero yo ahora lo que escucho es Dylan, mucho New Folk americano e incluso hay mucho grupos británicos que me encantan como Mumford & Sons, muchísimo folk. Ese sonido cacharroso del banjo y del dobro, o el pedal steel me encanta también.

Hago lo que me gusta escuchar en el momento en que me gusta.

Sin embargo, el flamenco sigue ahí presente, ¿podríamos hablar de flamenco folk?

Eso es demasiado para mí. Yo le tengo mucho respeto al flamenco, que es una forma de vida. Yo soy rockero y hago canciones, pero el flamenco es algo que se vive desde chico y te tienes que criar. Lo que pasa es que tengo el deje del sur y eso no lo pierdo.

Yo hago canciones, escucho mucha música guiri, pero pasan por mi prisma, por mi manera de ver las cosas y siempre se convierten un poco andaluzas.

Este último disco transmite lo que su propio nombre indica, “Alegría”, ¿crees que es muy necesaria hoy en día?

Yo creo que sí. Este disco no habla de una alegría superficial, la cosa está como está  y yo creo en la lucha social, creo en que hay que luchar por ser digno y combatir que nos engañen. El pueblo tiene que estar rebelde, pero no depresivo, y por eso le he puesto el nombre de “Alegría”, porque busco una lucha con una sonrisa en la boca.

Una de las canciones que más especial me parece es “Superhéroe de sillón”, ¿de verdad crees que tus canciones son capaces de dar sentido a cada vuelta del planeta?

Para mí sí, por supuesto. Yo sólo le encuentro sentido a cada vuelta del planeta en mi historia cuando canto.

¿Cómo está siendo la acogida de este disco?

Muy buena, y mira que siempre me ha criticado mucho a la gente porque como cada disco es de su padre y de su madre. Pero este disco sí que es verdad que a mucha gente le ha recordado a la frescura del primero, pero con el conocimiento y con las inquietudes de la vida, que te va dando los años.

¿Musicalmente se puede superar?

Yo creo sí. Esto es un modo de hacer cosas de manera artesanal, así que cuando pasen las barbas blancas espero hacerlo mejor que ahora.

¿Cómo es el proceso compositivo?

Yo es por pesado nada más. Por echarle horas y horas. Yo no creo mucho en las musas y en que me toquen con la barita. Yo creo que esto es un trabajo de sentir la música y de tener cosas que decir a ti mismo o a los demás. Es sentarse o hablar.

Entonces, ¿mientras siga habiendo música tendrás cosas que contar o tendrás cosas que contar mientras siga habiendo música?

Es mi manera de expresión, si no hay música yo no puedo contar mucho, no soy escritor de prosa.

¿Qué crees que hace que tus canciones sean especiales?

Pues porque son mi verdad o mi mentira, pero son mías, entonces las prefiero. Unas serán verdad y otras serán mentira, pero al fin y al cabo yo me dejo la vida en esas canciones y me las creo, y la gente entonces también se las cree.

Si ahora mismo pasara alguien por aquí que no esté muy seguro sobre entrar a tu concierto o no, ¿por qué debería entrar? ¿qué se va a encontrar?

Le diría que entrara porque en este tipo de conciertos se llega a un nivel de concentración y a un nivel de expresión muy bonito. Tienes que defender tu historia con uñas y dientes, y eso hace que se cree una magia.

¿Por qué has optado por este tipo de directos?

La cosa está como está y hay que adaptarse. Yo no he dejado mi banda, la tengo ahí y hago conciertos con ella, pero según en qué sitios y según los gastos que sean. De todas maneras, yo busco ofrecer este disco que es el más yo, y más yo que yo solo no lo va a haber.

De todo tu repertorio, elije una canción y explícanos por qué.

Me quedo con la última que he hecho que la voy a cantar esta noche. Se llama “Tiempo” y se la he dedicado a los más viejos de mi familia, porque todos los tenemos y nos da miedo el tiempo que nos los va a quitar.

Por último, ¿cómo ves el futuro?

En la carretera, que es mi manera de vivir. Llevo 17 años en la carretera y voy a seguir hasta que me dé un infarto. Mientras yo haga canciones en mi casa, yo seguiré en la carretera.

Miriam

Leonesa exiliada en Valladolid. Estudiante de periodismo. Directora de Ruta 42

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