"El puente" (Juan Antonio Bardem, 1977)

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En apariencia una comedia tontorrona de argumento de lo más simple porque cuenta las peripecias de un mecánico madrileño soltero durante los tres días de un puente festivo por las carreteras españolas. En realidad una película de calado político, con moraleja sindical y que recrea toda una época ejemplificando el cambio que experimentó el español medio durante la transición. Un Alfredo Landa magnífico, a medio camino entre los papeles bobalicones de sus comedias anteriores y los más serios y dramáticos que tendría después es el actor perfecto para representar a un individuo trabajador, noble, brutote, pícaro y juguetón, que se lanza a la aventura hacia Torremolinos en busca de faldas y diversión y termina topándose con mil sucesos que le retrasan, desde pendones "desorejaos" (atención al vocabulario de la época), compañías de teatro, toreros en problemas y hasta marchas fúnebres. Salvando las distancias, ya que esta película está contada en tono de humor castizo, hay algo de viaje iniciático que recuerda al "Quijote" y a "La Odisea", pero detrás de la hilaridad se esconde un poso melancólico, un aprendizaje vital, el del español medio abriéndose paso hacia una nueva España que va dejando atrás una época e inicia una nueva con exigencias sociales diferentes.