Revista Cine
Ni soporto el lagrimeo ni la sensiblería barata. Ahí no me pillaréis, por lo menos, a menudo. Pero resulta que mi ciudad está, y faltan dos horas y media, repleta de gente con banderas, de gente con caras que reflejan, por lo menos en ese estúpido dato que es el promedio, una ilusión a la que hace falta años para remontarse a algo parecido. Como cuando el Barça gana una Champions, pero multipilicado por 10. Como si la ciudad estuviera siendo liberada por un ejército popular que desaloja a un invasor. Como debió ser en el París de la Segunda Guerra Mundial, supongo. Pero evocar guerras o combates fratricidas está fuera de lugar. Hoy es el día de gritar la palabra, y mañana veremos hasta donde llega nuestro grito y cual es su repercusión y cual es su eco. Jodido, no, saber que ni así, ni gritando a millones lo que queremos sepamos que lo obtendremos. Muy jodido, gente.