Fernando Buen Abad Domínguez
El «punto de no retorno», como aquí se entiende y se necesita, no es una frase de «buenos deseos». Es un blindaje histórico, un escudo moral y ético, un destello de claridad con luz de futuro. El «no retorno» es homenaje a lo que la lucha ha conquistado, la fuente que nutre a las fuerzas para continuar. La praxis de la lucha.
No ignoremos que está por empeorar la ofensiva burguesa en los escenarios electorales de varias naciones. Veremos la furia retrógrada de la dictadura mediática, intoxicando con sus más irracionales paradigmas, la vocación democrática de los pueblos. Veremos las victorias de las luchas sociales nuestras acorraladas por las jaurías neoliberales. Secuestrarán los «hechos» con sus batallones de opinología mercachifle y pelearán, con toda deslealtad y toda canallada, para desfigurar las victorias colectivas de la conciencia. Todo a cambio de intereses y negocios serviles arrodillados ante el imperio yanqui.
Veremos disfrazado como ‘demócrata’, al ejército de ‘profesionales’, especialistas en demolición de conciencias, que operarán con franca impunidad bajo el tutelaje de la ‘libre empresa mediática’ hegemónica. Se aliarán las mafias y reorganizarán sus cuarteles de ‘informadores’ para bombardearnos con misiles de injurias y mentiras. Por eso estamos obligados a ser guardianes y cultores del «punto de no retorno». El futuro está mirándonos. Nadie se esconda. No habrá Revolución de la Conciencia sin Revolución Económica si descuidamos los campos de la subjetividad y de la objetividad. Hay que estar alertas porque no es la conciencia en abstracto lo que determina la realidad, es exactamente al revés. Requerimos igualdad de oportunidades con igualdad de condiciones. Conciencia para organizar la transformación del mundo y eso demanda fijar sólidamente el «punto de no retorno».
Hay que lustrar las armas de la crítica y la crítica de las armas. En el fragor del «punto de no retorno». Hay amenazas de todo tipo, entendámoslo. No olvidemos que un movimiento de masas histórico está impulsando su mejor camino y a nosotros nos corresponde cuidar que tal camino no sea desviado ni por fuerzas exógenas ni por distorsiones endógenas. Necesitamos consolidar y actualizar, en tiempo real, todo el «arsenal» moral de nuestras luchas viene de un programa Humanista de Nuevo Género y donde se une lo mejor de nuestros principios y fines. Es un «arsenal» de pensamiento crítico y alegría creadora en acción, es el «punto de no retorno», es la salida de la prehistoria capitalista.
Necesitamos acción científica plural y democrática, que ponga por valor supremo la emancipación de la dignidad humana. Respeto inalienable para no ser más víctimas de la manipulación simbólica que hoy ejercen los poderes económicos e ideológicos. Eso también es bastión del «punto de no retorno» en revolución como lugar de la conciencia y la organización donde los pueblos se deciden a no perder lo conquistado. Es ese punto de la voluntad colectiva que entiende el peligro y entiende la fuerza de la unidad. Punto donde la humanidad es más humana.
Hagamos un acuerdo continental para no retroceder en lo ganado, que no nos roben las conquistas. Que nuestras diferencias internas no sean alimento para nuestra destrucción. Que no nos desfalquen «democráticamente» mientras las víctimas votan por sus verdugos. Que los verdugos no se disfracen con promesas que en realidad son amenazas. Que todos. Que la destrucción de nuestras conquistas no se convierta en costumbre de traidores.
Hoy «el punto de no retorno» que debemos fijar con minucia y con pasión, tiene importancia continental. Entendamos que es de vida o muerte, asegurémonos de que todo lo ganado no se pierda en manos de las perversiones. Impidamos a toda costa el saqueo. La Humanidad está en peligro. El capitalismo está produciendo una septicemia económica y cultural que está destruyendo a la especie y al planeta con toda su parafernalia jurídico-gubernamental que nos aniquila con sus contradicciones deshumanizantes. Piensa.
Un paso crucial en la Revolución de las Conciencias consiste en aniquilar la excesiva confianza. Todo descuido que tengamos puede costarnos muy caro. El conservadurismo acecha con sus jaurías neoliberales y sus armas de guerra ideológica. Fijemos el «punto de no retorno» alertas a la praxis de la lucha emancipadora y emancipada, que construye la vida buena entre humanos iguales y felices. Contra todas las canalladas que podamos imaginar que serán puestas en marcha por el conservadurismo. Urge fijar el «punto de no retorno» y presentar un frente irrompible.
Hay que frenar privilegios, ensanchar derechos, enriquecer la justicia económica y dignificar la democracia. Todas las perversiones del conservadurismo acechan para arrebatar a los pueblos sus victorias y su dignidad. Además de usurpar los éxitos populares quieren darnos un castigo ejemplar por atrevernos a ser libres. Cuidado con lo que votas. Piénsalo bien. La responsabilidad es no contentarse (sólo) con los grandes logros de las luchas sino empeñarse en el carácter permanente de la revolución. Estudiar para ascender a prácticas nuevas que ayuden a solidificar el «punto de no retorno» que es ese lugar objetivo y subjetivo donde se garantiza que lo ganado no se pierda. Ni en las realidades ni en las mentalidades. Que las victorias populares no se vuelvan botín de traidores.
En nuestras identidades históricas y políticas están las claves para fijar el «punto de no retorno», para que lo avanzado no se retroceda y para que no vuelvan las jaurías neoliberales a hacer de las suyas. El campo de batalla está, pues, en la conciencia en pie de lucha. Lo que se disputa no son sólo las narrativas sobre el momento histórico que vivimos, se disputan los recursos naturales y la mano de obra barata. Nosotros debemos librar una gran batalla contra el engaño en el corazón del debate capital-trabajo con un «punto de no retorno» como ética y estética que alimenta a la revolución y esmerila al capitalismo. La verdad sea dicha es una responsabilidad colectiva.
Requiere fuerza científica y vigilancia irrestricta, sin amos, sin reformistas, sin oportunistas ni sectarios. Sin la maldad fabricada para desfigurar nuestras victorias, sin sus acólitos retrógradas. Nuestro «punto de no retorno» debe desgarrar todos los velos que ellos tejen para cubrirnos y encerrarnos. Para destruir las falacias que nos acorralan y desarticular los templos y los calabozos donde quieren destruir todo lo que ya ganamos. El «punto de no retorno» es ese lugar que nos debemos y que le debemos a la historia que está pariendo un futuro emancipado. No podemos quedar en deuda.
Doctor en Filosofía. @FBuenAbad