Dedicado a los maestros turroneros de Jijona
No hace falta decir, pero lo digo, que el texto que vas a leer a continuación trata de ser la cara sonriente de la moneda que ahora mismo va, de mascarilla en mascarilla, y de tristeza en tristeza. Por supuesto que este puto confinamiento responde a una cadena de acontecimientos que un bicho coronado ha propiciado, un bicho que deja, y dejará, pérdidas, dolor, preguntas y mucha tristeza…Pero yo no sé otra forma de afrontarlo, para que no me venza el desánimo, que no sea llamar a mi amiga EVA, la de EVA Y SUS ADANES, porque sé que ella se ríe de Janeiro…a ver si consigue arrancarme una sonrisa (y se me caen los guantes y la mascarilla…y ese gris que llevamos ya días adherido al corazón y al gesto)
Transcribo lo que me ha escrito en respuesta a mi S.O.S virtual:
“Pues sí, Purita, sí…yo también estoy hasta el pirri de este Con-sin-fin-amiento. Hasta el mismísimo. Aún recuerdo cuando el primer día de este San Fermín sin toros, pero con virus, mis amig@s me decían: Eva, esto te va a venir bien, míralo por ese lado, porque vas a tener tiempo de hacer todo lo que tienes pendiente…el libro de texto, el poemario, volver a meditar, dedicarte con tiempo a esa aventura nueva nutricional en la que te has embarcado, retomar las clases de guitarra y…
Ja-JA-JA…Estoy fatal, deseando volver a la rutina y a ese estrés del que a menudo me quejaba, la mayoría de las veces en silencio, como de las hemorroides, para evitar la consabida frase de algunos de los que me rodean de…”al fin y al cabo estás estresada porque quieres…con la vida tan tranquila que podrías tener, tú, que eres funcionaria, profe…”. Pues sí…hasta el cabo y el sargento y toda la tropa saben que yo soy así y que no, que no solo quiero ser profe…¿y qué? ¡Qué me dejen vivir, joer!
Pero volviendo a lo que os contaba, estoy hasta el moño de esta gran contradicción que es tener un reloj lleno de horas de “no fichar” y, sin embargo” haber tenido que ir al médico, en videoconferencia whatssapera por supuesto, porque estaba al borde del borde de los nervios, taquicardiosa y estresada. Que… ¿por qué? Te lo explico al detalle en el próximo escrito. Ahora me centraré en los aspectos nutricionales (¡qué fina me he vuelto, oyes!)
Como ahora todo dios sabe que no me muevo de casa, nada más que para pasear a mi Yorshire, no cuela eso de “me has pillado trabajando”, “ay, hijo, es que estaba con la aspiradora y no he escuchado el teléfono” o” tengo clase y no puedo tener el teléfono al lado que soy un ejemplo” “Mira, me has pillado programando la ruba o cantando con Alexa”, por ejemplo. Tampoco puedo silenciar los grupos de whatssap porque en cuanto ven que no contesto…llamada al fijo…PELIGRO, que si no contesto me están enviando al SAMU o a una patrulla de la poli. Y eso por no contaros que, psicológicamente, me estoy convirtiendo en mi mayor enemiga. Veréis, desde hace algo más de un mes, tras haber pasado por ser keto, vegetariana, vegana, flexivegetariana y hasta casi-mahometana, me ha dado por “hacerme” macrobiótica…que es que a mí me va to lo grande…y lo macro… ni te digo. Estoy tan convencida y tan filosóficamente en el modo macrobiótico que, hasta los ojos, por lo que he podido descubrir esta mañana, al apartarme el bosque de vello (que no el bello bosque) en el que se han convertido mis cejas tras no-sé-cuántos-días sin que mi esteticiene me pase la podadora, los tengo orientalizados…OJO, no orientados, sino orientalizados…achinados vamos…orientales perdidos, macrobióticos, en resumen.
Me alimento como los pájaros de padres asturianos light. Digo esto porque como únicamente cereales (mijo, avena, cebada, amaranto…) y legumbres (sin fabada asturiana) como habichuelas, lentejas, azukis (que no es como se dice “azúcar” en andaluz, sino un tipo de alubia roja muuu chiquitita) y verdura, mucha verdura…Todo sano…
Así empezó esta cuarentena…macrobiótica y SANA…muuu SANA…SANÍSIMA…aunque el otro día tuve una crisis nutricional (por no llamarle un desespero desenfrenado) y le metí mano a una pastilla de turrón de Jijona que me regaló mi madre hace…3 navidades…y la cogí con tanto ahincó que creo que me comí hasta el plástico que tenía pegado (rezando estoy a Santa Maria de la Biodegradación para que no sea un plástico de esos que duran 500 años o tendré que espabilarme con un…macro-laxante)
Empecé con un cachito (tampoco pasa nada, ni dejaré de ser orientalmente macrobiótica, si me tomo un poco…tampoco debe ser bueno que este cuerpo serrano -mejor sería decir chopped que serrano- esté sin nada de glucosa ¿no?)…El cachito se fue convirtiendo en cachalote, el cachalote en remordimientos y ahí, en el pico de la culpa, comencé a hacer deporte: me hice una carrera de 10 metros sin obstáculos, de la despensa a un cubo de tres secciones, y tiré la pastilla de turrón a la basura, junto con otras dos pastillas, restos de navidades posteriores, y me encargué, con gran dolor de corazón, de asegurarme de que la pastilla jijonenca se mezclaba bien con otros restos orgánicos (vamos, basura, que para qué me voy a andar con faemino y cansado, digo con eufemismos).
Joder…qué alivio…Y que dolor de alma, a los 20 minutos, una vez pasado el efecto glucosa, cuando me pregunté ¿Pero para qué narices lo has tirado a la basura, con lo bueno que estaba? Estando yo en medio de esas disquisiciones recordé la frase con las que nos consolamos las evas cuando tenemos recaídas de este tipo y nos decimos unas a otras, en una muestra de misticismo yogui-moerno y sabiduría fitonaturópata, la famosa frase (que no sirve pa nothing) de: El cuerpo es sabio, si el cuerpo te lo pide es porque le hace falta…y una “EME”…el cuerpo no sabe pronunciar FERRERO ROCHER, pero bien que me lo pide, el jodio!!!
Pues eso, que ya sé que no es una prioridad…y que soy una tía con muchos valores y virtudes…y que el físico no es lo más importante…y que mi belleza está en el interior (como dicen en la peli de Disney de La bella y el feo) en cómo soy y no en lo que “como” soy…Pero por si las moscas, he vuelto a poner a cocer azukis y avena, setas shitake (shi-tas-ke dao con hambre…pa que te hace macrobiótica de esas) y he confinado lo poco no-macrobiótico que tenía en la despensa…total…le he puesto una mascarilla y precinto a dos latas de uvas peladas de nochevieja, que esté año, pa joder, no la celebré y cinta aislante a un tarrito de mermelada casera, que hice con unos higos que me trajeron de Porzuna…Sí, ya sé lo que estás pensando, MARIPURI, que eres muy borde…pues sí…hasta ahí…hasta los higos estoy de esta puñetera cuarentena…
TO BE CONTINUED (muy a mi pesar)
y aquí CARLA una star que se se confiesa no-macrobiótica y turronera tambien!!