En sus comienzos al frente de la FSM, un servidor no sabía muy bien qué pensar de Tomás Gómez, un tipo de apariencia gris, mirada torva y modales un tanto hoscos para quien aspira a ganarse el voto moderado. Para sorpresa general, le ha bastado el triunfo pírrico de las primarias para sacar la vena stalinista y purgar sin reparos (y sin medida) a todos los que apoyaron a la candidata megaguay.
Partiendo de que Gómez y Lissavetzky tienen pocas opciones en sus respectivas candidaturas, el espectáculo lamentable y cainita que estan ofreciendo les va a favorecer poco en sus campañas, y, si el que suceda a ZP es un poco inteligente, hará bien ern purgar a ambos a modo de escarmiento ejemplar.