Alfonso Guerra, en su época de dirigente socialista, pronunció una frase que casi resume esta entrada: "El que se mueve no sale en la foto". En otras palabras, la desobediencia, no seguir las reglas o abrir nuevos caminos eran hechos que tenían un precio muy caro.En la actualidad, muchos autores promueven la desobediencia controlada como factor de éxito en las organizaciones. Desde una premisa así, Risto Mejide lanzó su obra Annoyomics que invitaba a molestar a los demás buscando el lado crítico que todos tenemos. También Santi Garcia, en su blog, habla de desobediencia, entendida como "la voluntad decidida de cuestionar y no acatar esas normas que existen en todas las organizaciones y que no tienen sentido o incluso son perjudiciales para el conjunto de la organización, en la medida que limitan su capacidad para responder con agilidad y eficacia a los desafíos con que se enfrenta".Pero, ¿sale rentable ser desobediente en una organización sanitaria tradicional? ¿Están los líderes, jefes, directivos y políticos preparados para un entorno de profesionales que cuestionan las normas? La desobediencia inteligente (o controlada) y el inconformismo deberían ser los motores de nuestros hospitales, buscando darle la vuelta a los procesos, las estructuras, la distribución de poder, etc. Pero siempre con la perspectiva de mejora colectiva y no pensando exclusivamente en el beneficio personal (aunque es obvio merece la pena aclararlo). Sin embargo, en un entorno tan jerárquico y con una rancia distribución de poder anclada en el pasado, es difícil que el desobediente tenga éxito. En el NHS buscaban ese espíritu crítico en la escuela de radicales sanitarios que lanzaron, un gesto desde la propia organización para que el profesional se de cuenta que hablar, cuestionar, participar, preguntar y proponer son verbos de máxima actualidad. Sin embargo, en algunas organizaciones sanitarias el profesional dócil sigue teniendo siempre más puntos, y más aún cuando la endogamía sigue campando a sus anchas. Y volvemos a lo de siempre: miedo, querer que todo siga igual, mantener privilegios, evitar problemas, etc. Un clásico de la gestión...