Revista Salud y Bienestar

El que vió lo invisible

Por Jas

 El que vió lo invisible

Antón van Leeuwenhoek fue un humilde comerciante de telas holandés, cuyo ingenio y curiosidad por lo “no visible” le llevó a lo más alto del firmamento científico, allá por el siglo XVII. Se cree que fue esa pasión la que le empujó a aprender a pulir el vidrio, una habilidad que desarrolló de forma magistral.

El paso siguiente fue hacer sus propias lupas, que después convirtió en poderosos microscopios simples.

Se estima que construyó más de 500 y que los usaba para hacer sus observaciones, que empezaron siendo un pasatiempo. Antón van Leeuwenhoek pasó 50 años fabricando sus propios lentes y desarrollando técnicas únicas de observación. Era consciente de que tenía ante sí el nacimiento de un nuevo campo de estudio de la biología.

Con los lentes que fabricaba analizaba todo lo que le caía en las manos y se le ocurría. Y, para mayor gloria, debía hacerlo a la luz de una vela. Comenzó observando cuanto resultaba posible estudiar del reino animal, vegetal y demás, hasta estudió su propio organismo.

Pero lo que debemos en mayor medida a Leeuwenhoek es el estudio del semen, de los espermatozoides y de la reproducción, en general.

Leeuwenhoek irrumpió en la élite científica de los siglos XVII y XVIII. No fue fácil, de inicio hubo mucha reticencia y fue rechazado, incluso llegó a ser ridiculizado por algunas de las mentes más brillantes de Londres.

Pero, tras sus investigaciones y los muchos intentos de desacreditarlo, en 1680 tuvieron que rendirse ante él y nombrarlo miembro de la Royal Society.

El que vió lo invisible

El comerciante mantuvo una correspondencia constante con las Sociedades Científicas. Se estima que les envió casi 200 cartas. Pero no todo salió a la luz pública. No fue hasta finales de los 50 del siglo XX que sus investigaciones sobre los espermatozoides de recibieron la apreciación que merecían.

Su legado es extraordinario. Hoy se le admite como padre de la microbiología y de la microscopía óptica. Fue también el precursor de la bacteriología, “el hombre que vio lo invisible".


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