Grabado de Gustavo Doré
El donoso escrutinio
—Bien parece —dijo el licenciado— que don Alonso perdió el juicio por leer insensateces y que sería un favor mandar a la hoguera a tanto libro nefasto, que el diablo no duerme y anda siempre alerta entre los papeles para llevarse a los incautos y a los ingenuos. ¿Qué tenemos ahí?
—“El lazarillo de Tormes”— contestó el barbero.
—Perdonémosle la vida, que aunque irrespetuoso y mordaz tiene cosas provechosas. ¿Y ese otro?
—"El Quijote" de Avellaneda.
—Una burda imitación. Nunca segundas partes fueron buenas, de no ser que el propio autor decida continuar la historia. Rechacemos la copia y quedémonos con el original, que al fin y al cabo es a quien le debemos nuestra existencia. Así que este irá a la hoguera sin réplica. A la pira con él. ¿Y ese volumen tan gordo?
—“Las memorias de un expresidente”.
—Mucho papel me parece para tan exiguo mandato. Demasiado presuntuoso. Ni que fuera el rey de las Españas. Hoy en día cualquier gañán hace literatura y si no sabe escribir lo hace por encargo, que hay mucho escribidor necesitado. Señora, dejad bien abierta esa ventana y echadlo junto al otro al corral. ¿Y ese de más allá encuadernado en piel?
—“Cincuenta sombras del buey”.
—Basura de la peor calaña. Pues vaya también por el mismo camino, que no veo en su lectura otro provecho que el beneficio del que lo escribió. A la hoguera con él.
Y así el ama con mucho contento y regocijo fue enviando al corral ventana abajo, uno tras otro, todos los libros infames que habían trastornado el juicio de su querido señor don Alonso Quijano.