Revista Cultura y Ocio

"El Quijote es un libro que da vida" (entrevista a Barbusse)

Publicado el 18 mayo 2016 por Elinfiernodebarbusse

Barbusse, posando con su perro Eneas, en un momento de la entrevista


El pasado fin de semana abordamos en su casa de Sussex al señor Barbusse, que, acompañado en todo momento de su perro Eneas, atendió muy amablemente a nuestros requerimientos de realizarle una entrevista. Allí tuvo la gentileza de contestarnos a una serie de preguntas relativas mayormente a la actividad de difusión del Quijote que está llevando a cabo a través de una lectura ilustrada en la que participan cerca de cuarenta lectores de distintas partes de la geografía española. Vestido completamente de negro, para no desentonar con el color del pelaje de su bello acompañante canino, posó mirando al mar desde su muelle privado. Le agradecemos desde aquí su disponibilidad y exquisita atención, así como el detalle de obsequiarnos con una sabrosa y reconstituyente limonada durante las casi dos horas que duró nuestro encuentro. Asimismo agradecemos al señor Duvenand, secretario del entrevistado, su amabilidad al trasladarnos en su coche desde nuestro hotel, en la localidad de Hastings, hasta la apartada finca que el entrevistado posee en el paraje de Seven Sisters. 
Señor Barbusse, en unos días los participantes de la Lectura ilustrada del Quijote alcanzarán el ecuador de su recorrido, ya que acaban la primera parte de la novela, la publicada en 1605. ¿Qué palabras le diría a un ciudadano español de nuestros días para animarlo a leer el Quijote?
Le diría que en un país lleno de charlatanes por doquier, uno de los mayores actos de dignidad personal que se puede practicar es hacer algo que vaya a contracorriente.
Empieza usted dando fuerte, ¿no?
No crea. Más fuerte fue Valle-Inclán cuando dijo literalmente: "En España el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo malo".
¿Cree de verdad que leer el Quijote es ir a contracorriente?
Desde luego. Leer algo auténtico, de enorme calidad y pureza, ajeno a las modas y al megáfono que constantemente nos anuncia la aparición de un nuevo libro impescindible es, sin duda, ir a contracorriente.
Le recuerdo que estamos en el año Cervantes y que por todas partes se habla del manco de Lepanto y del Quijote.
Usted lo ha dicho: se habla. Una cosa es hablar de la obra, y otra muy distinta haberla leído. En España son muy pocos los que la han leído. A los que lo han hecho, se les mira con cautela, como a sospechosos de alguna enfermedad contagiosa. Si encima a estos se les ocurre decir que se han divertido enormemente con su lectura, incluso haberse reído a carcajadas en ocasiones, entonces la mirada que se les dedica se torna aún más aviesa y prolongada, como si ante los ojos tuviesen a un selenita. 
Por cierto, ¿qué le parece el programa de actos para la celebración del año Cervantes?
Acorde con el país que lo ha organizado.
Eso no es decir mucho.
Ni poco.
¿Qué interpretación podemos hacer de un libro que es, junto con la Biblia, el más editado de la historia?
Resulta curioso que haya citado la Biblia, porque es otro de esos libros que todo el mundo conoce pero que realmente pocos han leído, incluidos una gran parte de los que confiesan creer en su contenido. Respondiendo a su pregunta, no soy muy amigo de las interpretaciones literarias. Cada lector debe sacar las suyas propias. Precisamente al pensar esta Lectura ilustrada me planteé no contaminar al lector con ningún elemento ajeno a la novela. Quería que se enfrentara al libro sin más, tal cual es, sin aderezos ni adornos, solo a lo que dejó escrito Cervantes. Hay unas palabras de Arnold Bennet al respecto que me parecen acertadísimas: "En arte, nada vale ni nada cuenta sino la obra misma. No hay cantidad de charla inepta que pueda afectar positivamente, en bien o en mal, el valor de una obra de arte ante el mundo".
Ya que no le gustan las interpretaciones, díganos al menos qué puede aportar a alguien la lectura de un libro como el Quijote.
No puedo hablar por los demás. Es algo que cada vez hago menos.  
Pues dígame, al menos, qué le aporta a usted.
Vida.
¿En qué sentido le aporta vida?
En el sentido de que me nutre, me aporta los ingredientes más calóricos y aprovechables de la vida: diversión, emoción, complicidad, discernimiento, serenidad, melancolía... Es un libro que crea una realidad virtual tan potente que te magnetiza. El lector no se siente fuera, sosteniendo el libro, sino metido dentro de él. Pocos libros tienen ese poder.
¿No exagera un poco?
No creo. Muchos lectores son de la misma opinión. Se enamoran de este libro, lo quieren tener siempre cerca, siempre a mano. Creo que es porque es lo más parecido a un bálsamo que conozco, no tan radical como el de Fierabrás, pero sí con efectos calmantes y reconstituyentes.
Probablemente debido a que es un libro de aventuras, de descubrimiento de la vida.
Sí, lleva usted razón. Pero quizá también porque es un libro donde encontramos una gran compasión por el ser humano. Se ha dicho que leyendo este libro es como si pudiésemos comprender la vida. Y algo de eso hay.
Sin olvidar sus grandes personajes...
Claro. En realidad, todas las grandes obras de la literatura, si usted lo piensa bien, son obras de grandes personajes. Don Quijote nos gana desde la primeras líneas, y lo más misterioso es que el lector no puede explicar la razón de por qué es así. Es un enigma.

Barbusse preparando una actividad del Quijote

¿Y usted ha llegado a alguna explicación?
Creo que es porque todos somos él. Todos nos aliamos con algo para sobrellevar la terrible realidad, que diría Kafka. Él se inventa un mundo exuberante y estimulante de ficción, apuesta por la imaginación, aunque termina, ¿cómo no?, perdiendo la batalla. Al fin y al cabo se trata de un proceso de aprendizaje de la desilusión, algo por lo que todos pasamos. Más tarde o más temprano todos constatamos que también nosotros somos unos pobres hombres. Don Quijote es cada uno de nosotros visto desde fuera, con los ojos de otro.
O sea que don Quijote no era un chiflado. 
No más que cualquier otro ser humano consciente de la inquietante extrañeza de estar vivo. Baudelaire lo expresó muy bien: "Hay que estar siempre borracho. De eso se trata todo: es la única cuestión. Para no sentir la horrible carga del tiempo que vence tus espaldas y te inclina hacia la tierra, hay que emborracharse sin tregua. De vino, de poesía o de virtud, de lo que queráis. Pero embriagaos". Y luego vino Bukowski, que lo terminó de redondear: "Alguna gente no enloquece nunca. Qué vida más horrible deben de tener". Don Quijote está en esa línea, lo que ocurre es que su historia no se nos cuenta con gravedad, sino con humor, la forma más elevada de inteligencia. 
Antes ha dicho que el Quijote es de esos pocos libros que dan vida. ¿Se atreve a citar alguno más?
OdiseaIlíada, Eneida, por ejemplo, también desprenden mucha vida. Son libros luminosos, totales.
Se ha ido usted muy lejos en el tiempo...
Hablar de cerca o lejos en literatura es siempre relativo. La literatura clásica griega y latina es absolutamente actual y, por tanto, cercana. Hace más de dos mil años el hombre ya se planteó todo lo que necesitaba plantearse y lo plasmó en una literatura deslumbrante, de una calidad y belleza difícilmente igualables. Lo que se ha venido escribiendo después repite lo mismo, tan solo cambia la forma, el punto de vista.
¿Necesitaba el Quijote de una traducción al castellano actual, como ha hecho Trapiello?
La traducción la justifican diciendo que es necesaria porque el lenguaje del Quijote ya no se usa hoy y, por tanto, no se entiende. Bueno, puestos así, a los cuadros de Velázquez también habría que ponerlos al día, empezando por las ropas de sus modelos, que tampoco ya nadie viste y, por tanto, supuestamente, nadie comprende. Decir que el Quijote no se entiende es incierto. Eso lo dicen los que no han pasado de la primera página, porque en ella Cervantes concentra tanto vocabulario inusual que mucha gente se asusta (todo aquello de los duelos y quebrantos, sayas de velarte, calzas de velludo, etc.), pero los que han pasado de esa primera página, y se han dejado llevar por la novela, saben que eso de que no se entiende es una tontería.
Como lector que he sido del Quijote le doy plenamente la razón, aunque también le confieso que sin algunas notas explicativas no hubiese entendido algunas partes.
Naturalmente. Del mismo modo que sin algunas nociones de mitología no se puede entender a Velázquez, por ejemplo. Es que leer el Quijote no es como leer un libro de Lucia Etxebarría o de Ruiz Zafón, y lo digo con todos mis respetos. Requiere un esfuerzo adicional. Es un acto intelectual y, como tal, necesita que pongamos de nuestra parte. Lo que pasa es que la gente no está por la labor de esforzarse en nada, prefiere lo fácil, lo inmediato. Y eso no suele estar ligado a la calidad.
Ya que cita a dos autores españoles, ¿qué le parece el momento que vive la literatura española en la actualidad?
No sigo mucho las novedades de literatura española, si le soy sincero. Supongo que si se sabe escoger, hay buenas obras, como en todas partes, aunque haya que buscar mucho. En realidad no leo tanto como pueda pensarse. Ni que haya leído mucho. Prefiero leer menos con más detenimiento. Hay algo de grosero en esa gente que devora libros como si fuesen cacahuetes, a puñados.
Pero habrá algún escritor español que le interese, ¿no?
Me gustaba mucho el primer Vila Matas, pero ahora está como desvaído. Su libro Suicidios ejemplares me fascina. En general, los últimos libros que he comprado de autores españoles me han decepcionado, me han parecido meras pamplinas.
¿Por ejemplo?
Pues ya que insiste, el más reciente ha sido Entre culebras y extraños, de Celso Castro.
Nos ha llamado la atención que en alguna otra entrevista se ha referido a las redes sociales como redes insociales. ¿Realmente cree eso?
Sí, porque veo que más que para comunicar sirven para aislar. Aislar por saturación, por tergiversación, por sobreabundancia, por aturdimiento, por banalidad. Y lo que es peor, le aislan a uno de uno mismo.
Es la voz de la gente.
Sí. Y también el eructo de muchos.
Pero la gente tiene derecho a opinar.
Desde luego. Ahora todo el mundo opina. Y sobre cualquier asunto. Y no duda en rebatir, sin rubor, al que sabe, al que se supone que tiene cierta autoridad sobre su tema, porque para eso lo ha estudiado, le ha dedicado tiempo, atención, intención. Me asquea esa desaparición de las barreras del respeto y de la educación. El hombre-masa que pronosticó Ortega ha ganado definitivamente la batalla.
Veo que no es usted muy de que la mayoría siempre lleva la razón. 
Prefiero la inmensa minoría, pese a que la minoría siempre tiene que aguantarse con oír las sandeces que tan a menudo dice y acata la mayoría. Hay una frase con mucha sorna de Twain que dice "cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar". 
¿Cree usted que estamos asistiendo a la decadencia de una forma de entender la cultura?
Sin duda. Como antes le decía, ahora todo el mundo opina, tiene una idea sobre todo. Se están perdiendo los árbritos, los referentes, los guías fiables, que eran y son tan importantes. Como ha definido muy bien una escritora de la antigua Yugoslavia, Dubraska Ugresviv, vivimos en la época de la cultura karaoke: todo el mundo quiere cantar, aunque sea espantosamente, todo el mundo quiere que se le oiga, aunque no tenga preparación alguna. Y quien dice cantar, dice escribir, dice cualquier cosa para figurar, para salir en la foto, para contarte sus nimiedades, para chillarte al oído. Un horror.
Así no va a incrementar el número de visitas y de comentarios en su blog.
Desde luego (risas). Le voy a decir una cosa, con que solo una persona se hubiese inscrito en esta Lectura del Quijote ya me hubiera dado por satisfecho. Para mi gran sorpresa, me encontré con que había otras treinta y cinco personas que estaban dispuestas a acompañarme en ella. Personas de La Coruña, de Sevilla, de Málaga, de Albacete, de Madrid, de Canarias, de Zaragoza, etc. que hoy reconocen estar encantadas con la obra.
¿Y eso qué quiere decir?
Que me interesa mucho menos el número de personas que miren el blog que su actitud.
¿Y cuál es la actitud de los lectores de su blog?
La de no dejarse llevar por la opinión general, la de no dejarse embaucar por el borreguismo esnob o la complacencia progre. La de apreciar y comprobar la calidad de la buena literatura por ellos mismos. La de distinguir las voces de los ecos, como decía Machado.
Barbusse, ¿qué le diría a esos cerca de cuarenta participantes en la Lectura ilustrada del Quijote que ya están a punto de acabar la primera parte de la novela?
Ya se lo dije a cada uno de ellos cuando empezó la lectura, hacia el mes de enero. Que el Quijote aporta mucho más que horas y horas de anodina realidad. Que es tiempo ganado, vida comprimida. Un regalo que se van a hacer a ellos mismos a lo largo de este año. A los cuales, por cierto, felicito hondamente.
Muchos de sus lectores, en vista de lo dilatado de esta Lectura del Quijote, nos preguntamos si este año habrá el habitual monográfico literario otoñal. 
No puedo decirle, eso lo lleva mi secretario, Ernest Duvenand, es él quien organiza fechas. En principio, creo recordar que Cervantes nos ocupará hasta final de noviembre, así que queda poco margen para el Otoño. En caso de que tuviese lugar, más bien habría que llamarlo Invierno, ¿no le parece? (sonrisas).
Mi última pregunta es de política. Mucha gente se pregunta a quien votará el próximo 26 de junio.
Bueno, no estoy muy al tanto. Sepa que yo no vivo en España de manera permanente, solo durante breves estadías. Paso más tiempo en Hannover, Leipzig y Sussex. Pero de todas maneras lo que me llega es que los candidatos son gente bastante corta de luces, ¿me equivoco?
Pero usted tiene nacionalidad española.
Sí, pero no me considero de un lugar en concreto. Nací en Reading, en Inglaterra, de donde era mi padre, aunque luego soy alemán por parte de mi madre, que era de un pueblecito del valle de Turingia, donde me crié. Luego mis dos abuelos maternos eran austríacos, mientras que mi abuelo paterno era francés (de ahí mi apellido) y mi abuela materna rumana, de una preciosa localidad llamada Sibiu. Con este panorama, ya me dirá. 
Eso es todo, señor Barbusse. Muchas gracias por concedernos parte de su tiempo. Precioso perro el suyo, por cierto. 
Muchas gracias a ustedes. ¿Verdad que es un perro bonito? Se llama Eneas, en honor a uno de mis bisabuelos que, por cierto, era escritor. Firmó dos libros que llegaron a ser muy famosos en su época, Pensamientos volátiles para días de cansancio extremo y Verdades provisionales. Mi bisabuelo, Eneas Barbusse, tenía la costumbre de recitar a diario, al levantarse de la cama, un canto de la Eneida. Descansaba los domingos, eso sí. Dicen que daba gusto oírlo, lo declamaba en un diáfano latín académico, herencia de sus años de estudiante en Oxford.

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