Los Clippers en un partido en una imagen publicada en su web.
Esta semana la NBA tomó una medida ejemplar en contra del racismo en el deporte. Decidió prohibir al propietario de los Angeles Clippers, Donald Sterling, de 80 años, la entrada a cualquier espectáculo de la competición, le obliga a vender el club y le ha impuesto una multa de 2,5 millones de dólares.
Ésta ha sido la contundente respuesta a una conversión privada que mantuvo Sterling con su novia, la modelo V.Stiviano, mexicana y afrodescendiente, quien colgó en su Instagram una fotografía junto a la mítica estrella del baloncesto Magic Johnson. Después de esto, Sterling le dijo a Stiviano, en la conversación que se ha filtrado, que no se juntara con minorías y que no debía ir acompañada a los partidos por “negros”.
La primera respuesta le vino de la misma plantilla. El domingo 27 de abril, los jugadores de los Clippers calentaron con la ropa al revés, para que no se viera el logo del equipo, y durante todo el partido vistieron accesorios negros.
En la NBA no es en el único sitio donde esta semana se han visto actos racistas. El 27 de abril, en un partido de la liga española, un aficionado del Villareal le lanzó un plátano al jugador del F.C. Barcelona Dani Alves, al compararlo con un mono. La reacción espontánea de Alves fue comerse la fruta. Eso desencadenó una respuesta en las redes sociales ejemplar donde personalidades de todo el mundo colgaron sus fotografías comiendo un plátano.
Pero la realidad es que mientras en las altas esferas o en el deporte el racismo se condena, en la sociedad aún impera. Poco más de 50 años después de que Martin Luther King pronunciara su famoso discurso de “I have a dream”, en Estados Unidos la población afrodescendiente sigue siendo la más pobre y excluida.
Según cifras oficiales recogidas por el diario argentino La Nación, los afrodescendientes representan el 12,6% de la población y son los que tienen el índice de desempleo más alto, un 13%, seguido de lejos de los hispanos (9%), la población blanca (7%) y de los asiáticos (6%).
Además, los afrodescendientes también encabezan el fatal ranking sobre los índices de pobreza, que es del 28% entre este sector de la población, seguido por los hispanos (23%), los blancos (13%) y los asiáticos (12%). Otra de las cifras demoledoras es que la mayoría de los presos en Estados Unidos, el 40%, también son de color.
Hostigamiento por el color de la piel
En febrero de 2012, Trayvon Martin, un joven afrodescendiente de 17 años, caminaba solo y desarmado por la ciudad de Sanford (Florida), tapando su rostro con una capucha. George Zimmerman, un vigilante vecinal de madre peruana, interpretó que era un ladrón. Zimmerman persiguió al joven, se enzarzaron en una pelea y el chico acabó muerto con un disparo en el corazón. En julio del 2013, las seis mujeres (blancas) del jurado dejaron libre al vigilante al considerar que actuó en defensa propia.
Esta dramática historia volvió a abrir un largo debate que existe en los Estados Unidos: el hostigamiento que sufren los afrodescendientes al ser considerados delincuentes por el simple color de piel o forma de vestir, pero también la impunidad que existe cuando son atacados por parte de las autoridades u otros actores de la sociedad.
Así pues, si bien la NBA esta semana ha dado un contundente ejemplo y ha demostrado que en el deporte no se permite la discriminación racial, en la sociedad estadounidense y, en la del mundo en general, la guerra contra el racismo aún está por ganar.
En Goldman Sachs is not aftershave condenamos cualquier forma de racismo que se dé en la sociedad.