En nuestra actualidad tan hambrienta de lo políticamente correcto, en los últimos días resurgió un tema que es recurrente cada año en estas fechas: la falta de diversidad en las nominaciones a los Premios Oscar.
La diferencia, en esta ocasión, es la reacción de algunas personalidades, las cuales rápidamente han hecho declaraciones e incluso algunos han llamado a un boicot de la premiación.
Poniendo el tema sobre la mesa, el racismo es una problemática real que tristemente aún está muy permeada en nuestra sociedad y, especialmente, en la sociedad estadounidense. Sin embargo, antes de plantear una postura, hay que preguntarnos ¿de verdad es racista la falta de afroamericanos en las categorías?
Mi respuesta es: sí y no. La falta de diversidad en las nominaciones no es racista, pero su existencia es reflejo de una industria que sí lo es.
Si la mayoría de los contendientes destacados son blancos, esto no es una conspiración racista de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas, sino un reflejo de la industria del cine en Estados Unidos, que a su vez es un reflejo del país mismo. Y al igual que la población de la nación, está compuesta mayormente por (¡sorpresa!) hombres y mujeres blancos.
En esta tabla publicada en Economist.com, se detalla que la población afroamericana representa solo el 12.6%, y desde el 2000, han recibido el 10% de las nominaciones al Oscar, reiterando que se está atacando a los "responsables" equivocados.
Lo que estos números muestran es que los actores y actrices negros son contratados, nominados y premiados de una manera proporcionalmente representativa a la población de su país.
Hablemos de un detalle muy simple respecto al proceso creativo: en cualquier trabajo de ficción, cuando uno escribe una historia, lo que está haciendo es volcar sus experiencias y lo que conoce para representarlo, consciente o inconscientemente, en su obra. No es de extrañar, pues, que si la mayoría de los escritores son blancos, probablemente sus historias incluyan protagonistas o personajes blancos, porque son un reflejo de su autor. Esto no es una regla, por supuesto que hay excepciones, pero es sentido común.
La británica Charlotte Rampling, nominada como Mejor Actriz por su trabajo en 45 Years, mencionó en una entrevista que la razón por la que no hubo nominados de color, fue simplemente porque sus actuaciones no fueron tan destacadas como las de los demás contendientes, y reiteró que exigir su presencia por su color de piel es racista hacia los blancos.
De manera similar, el actor Michael Caine dijo que no se puede votar por un actor simplemente por ser negro, aunque sí se mostró sorprendido de la ausencia de Idris Elba por su actuación Beasts of No Nation.
En tanto, Will Smith y Jada Pinkett Smith (probablemente más por la ausencia del primero por su filme Concussion que por el racismo en sí), así como el director Spike Lee, Lupita Nyong'o y George Clooney, entre otros, han externado públicamente su descontento, algunos incluso instando a un boicot a la premiación.
¿Y qué dicen algunos de los que deciden estas nominaciones? La actriz Penelope Ann Miller, miembro del gremio de actores, dijo que es extremadamente ofensivo insinuar que todos ellos son racistas.
Ahora, tampoco podemos ignorar que sí existe un racismo latente en la industria Hollywoodense (así como una misoginia bien presente, pero aunque relacionado ese es un tema para otra ocasión). Sin embargo, este se deriva no tanto de los creativos, sino de las productoras, en los estudios, en las cabezas ejecutivas, de los empresarios, de los mercadólogos, todos los que están pensando más en el ingreso que en la obra en sí. Son ellos quienes ordenan cambios en las grandes producciones (que el protagonista sea joven, hombre, blanco, heterosexual para que más gente se identifique con él y recibir más ingresos, y demás clichés que ya conocemos) y son quienes niegan la oportunidad a esos escritores afroamericanos para contar sus historias. Estas son las situaciones de las que los artistas y creadores se quejan y las que sí son un problema con el que se tiene que pelear por cambiar, pero éste va más alla del Oscar (como lo dijo Matt Damon, quien también está nominado este año por The Martian).
La Academia, aunque sí podría contar con más variedad entre sus integrantes, debe decidir en base a las obras cinematográficas que su industria le da, y éstas, para bien o para mal, son mayormente populadas por hombres blancos. Entonces, ¿de quién viene el racismo?
Asimismo, exigir el cumplimiento de una cuota de nominados de color no solo va en contra el propósito mismo de la premiación, que es el galardonar a quienes mejor se desempeñaron en los diferentes rubros de las producciones, sino que es una medida racista en sí misma. Se premia la calidad y juzga la calidad, no el color.
El 2015 fue un año muy competitivo y consistente en las ofertas cinematográficas, y aunque sí hubo algunos excluidos, no hay duda que quienes sí fueron seleccionados merecen completamente estar en el lugar que se encuentran, y esto es debido a la calidad de su trabajo y no a su color de su piel. (y otros factores, todos sabemos que al final las decisiones son más políticas y con arreglos de antemano, pero eso no les quita el mérito)
Ante toda esta situación, la presidenta de la Academia, Cheryl Boone Isaacs, anunció que se harán cambios respecto a quiénes serán miembros para votar en las futuras ediciones de los Premios Oscar, que aunque puede que proporcionen más diversidad, esperemos que no se olviden de la razón por la que, al menos en teoría, existen estos galardones.
Es importante recalcarlo, el racismo sí es un problema real, particularmente relevante por los casos recientes que se han presentado en Estados Unidos, pero no hay que caer en el fácil error de querer etiquetar toda situación como tal, pues son actos que se vuelven contraproducentes en una lucha que aún se está librando.
El racismo y los Oscar: ¿Sí o no?