Revista Opinión

El rapto de Europa

Publicado el 02 febrero 2013 por Romanas

El rapto de Europa      El rapto de Europa, Tiziano.  La verdad es que no me apetece nada escribir sobre Ana Jaguar Mato. No lo considero interesante. Puede serlo para, si es que queda alguno, uno de esos imbéciles votantes inocentes del PP que pensaron alguna vez que este partido contaba con alguien decente entre sus mandos. Como acabo de apuntar en mi última serie de posts, PP es igual a corrupción porque no tiene otro remedio que serlo. De modo que si se pudiera profundizar en todas y cada una de las vidas personales de cada uno de ellos, nos hallaríamos con la misma historia, que a mí, por lo menos, me aburre.  Por eso, hoy, voy a escribir sobre Europa, Europa es la historia del mundo, todo lo que ha sucedido, todo lo que va a suceder lo ha hecho, sobre todo, aquí. Porque aquí han nacido, vivido y trabajado, casi todos los grandes talentos de la humanidad.  En cierto modo, yo soy partidario de una de las tesis de Spengler, y creo que nuestra época ya ha pasado, que hemos agotado plenamente nuestras posibilidades y que el ocaso de Occidente es ya un hecho irreversible.  Esto puede parecer, a primera vista, completamente falso, porque supone conceder la categoría de organismos vivos a los grupos sociales pero es que yo estoy convencido de que es así, de que los grupos sociales tienen una vida propia tan específica e intransferible como la de los animales. Es por esto que los franceses, o sea lo que hemos dado en llamar Francia, se caracterizan por su propensión al estudio y a la práctica de las ideas políticas, mientras que los germanos son furibundos seguidores de las ideas más abstractas dentro del campo de la filosofía y los italianos de las artísticas, mientras que nosotros, los españoles nos dedicamos a vegetar, a malvivir sin preocuparnos demasiado por las ideas de cualquier clase, “la funesta manía de pensar” y “que inventen ellos” y esto lo dijeron ni más ni menos que 2 rectores de universidad, uno de ellos, Unamuno.   Y así nos va, porque pensar es precisamente lo que nos distingue de los otros animales, que sólo se guían por sus primitivos instintos, nosotros deberíamos pensar constantemente en lo que hacemos, de esta manera no hubiéramos votado nunca a esta pandilla de ladrones y criminales que nos están abocando a un despeñadero.  Pero yo quería, pretendía, hablar de Europa, cuna de las últimas civilizaciones, para decir que alguien la ha raptado definitivamente porque anda perdida en no se sabe bien qué tortuosas empresas absolutamente mercantiles.  No se puede impunemente hacer a Shylock el rey del universo porque entonces se acaba con la carne y la sangre del propio pueblo. El pueblo es inocente, como un niño y debe de ser protegido por encima de todo. De modo que la Unión Europea debe de todo proteger a esos pueblos cuyos gobernantes, podridos hasta la médula, explotan hasta el fondo de mala manera, porque si no, ¿para qué coño los queremos a ellos?  Uno de estos días, la emperadora del Sacro Imperio Romano Germánico recibe al infecto Rajoy, si ella fuera como sus antecesores, los viejos emperadores, no dudaría en cumplir con aquella norma que regulaba el funcionamiento de aquella legendaria institución: “El Imperio debía asegurar la estabilidad política y la resolución pacífica de los conflictos mediante la restricción de la dinámica del poder: ofrecía protección a los súbditos contra la arbitrariedad de los señores, así como a los estamentos más bajos contra toda infracción a los derechos cometida por los estamentos más altos o por el propio Imperio”. (Wikipedia).  Pero, estoy seguro de que hará todo lo contrario, le pedirá moderación, sólo eso, que no roben tanto ni tan descaradamente, que deje a los puñeteros mercados que realicen ellos esta misión, que la explotación de las clases populares se haga, como está mandado, a través de las sociedades anónimas contra las cuales es tan difícil rebelarse porque ni siquiera sabemos quienes son y dónde están sus auténticos dueños ¿o es que ni siquiera ha leído v. a John Kenneth Galbrait, aquel economista de cabecera de los Kennedy, que escribió aquello tan certero de que las grandes empresas norteamericanas son el sistema en sí mismo?  Y nuestro hombre, honestamente, reconocerá que no, que él no ha leído nunca nada que no sea el Marca y sonreirá tan cínicamente como siempre.

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