Revista Fotografía
Belén nunca debió de bajar de aquel crucero para visitar la
Acrópolis, a pesar de lo hecha moco que estaba, según le comentó
a su marido torciendo el morro.
Fue pisar el Pireo y ser raptada por las autoridades atenienses que,
fascinadas por su armónico equilibrio, vieron en su belleza clásica
el remplazo ideal para sustituir a la cariátide que les birló el imperio
británico siglos atrás.
Ante el ataque de apoplejía de Paolo Vasile y las consiguientes
protestas diplomáticas, el gobierno heleno ha declarado que si
los españoles disfrutamos de una reina griega, no deberíamos
extrañarnos de sus anhelos por una princesa española,
¿me entiendeeeess?