“Nunca como hoy el mundo ha tenido una necesidad mayor de promover la mutua comprensión entre los pueblos. El camino más rápido, más seguro, para conseguir este fin, es ofrecer al hombre en general, al llamado hombre de la calle, la posibilidad de enterarse de los problemas que agobian a sus semejantes. Una vez que nuestro hombre de la calle haya lanzado una mirada concreta a las condiciones de vida de sus hermanos de allende las fronteras, a sus luchas cotidianas por la vida con los fracasos y las victorias que las acompañan, empezará a darse cuenta tanto de la unidad como de la variedad de la naturaleza humana, y a comprender que el “extranjero”, sea cual sea su apariencia externa, no es tan sólo un “extranjero”, sino un individuo que alimenta sus mismas exigencias y sus mismo deseos, un individuo en última instancia, digno de simpatía y de consideración y el cine resulta particularmente indicado para colaborar en esta gran obra vital”.
En 2004 realizó Whisky Romeo Zulú un fascinante documental en que denunciaba la ausencia de condiciones de seguridad de una compañía aérea argentina. Un tema que conocía de primera mano puesto que él era una de los pilotos. Poco después uno de los aviones se estrelló acabando con la vida de 67 pasajeros. Un primer trabajo que ya mostraba su habilidad para compaginar la fuerza de las imágenes con la inteligencia del guión.
En El Rati Horror Show (2010) el director ataca de nuevo pero esta vez, quizás, con mayor fuerza e intensidad dada la gravedad del tema. Un hombre de la calle, según el término del genial Robert Flaherty, de la noche a la mañana se convierte en el enemigo público número 1 de Argentina. Sin antecedentes penales, y por el hecho de hallarse en el lugar adecuado en el momento oportuno, por suerte para la siniestra Comisaría de Policía número 34, Fernando Ariel Carrera ha acabado en prisión con una condena de 30 años. El realizador, en un trabajo digno de Sherlock Holmes, aporta las pruebas de una increíble y diabólica manipulación policial, judicial y del conjunto de los medios de prensa argentinos. Un documental que hubiésemos preferido que fuese una película de ficción pero que, por desgracia, es la triste herencia de una realidad histórica que se resiste a desaparecer.
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