Revista Insólito
Cayó un ratón del pico de una lechuza. Yo no lo hubiese recogido. Lo recogió un brahmán. No lo discuto, porque cada país tiene usos diferentes. El ratón estaba muy magullado. De esta especie de prójimos nos cuidamos poco nosotros, pero los brahmanes los tratan como hermanos. Tienen como artículo de fe que el alma humana, al salir del cuerpo de un monarca, entra en el de un pulgón, o cualquier otro animalejo, según dispone la suerte. De ellos tomó Pitágoras este dogma. Con tal creencia le parecio bien al brahmán rogar a un hechicero que alojase el alma del ratón en alguno de los cuerpos que hubiera habitado ya en tiempos de antaño. La convirtió el hechicero en doncella de quince abriles, tan hermosa y gentil, que el hijo de Príamo hubiera acometido por ella mayores hazañas que por la famosa Helena. Sorprendido quedó el brahmán de tal novedad, y dijo a la hermosa:
-“No tenéis más que elegir; todos ambicionan el honor de ser vuestro esposo".
- En este caso, -contesto la doncella-, me decido por el más poderoso de todos.
-¡Oh Sol! -exclamó el brahmán cayendo de rodillas- ¡tú serás el yerno mió!
-No, -dijo el sol-. Ese espeso nubarrón es más poderoso que yo, pues oculta mis rayos; dirigíos a el.
-Pues bien, -dijo el brahmán a la voladora nube- ¿Has nacido tú para mi hija?
-No por cierto, porque el viento me arrastra, a su capricho, de una parte a otra: no quiero usurpar sus derechos.
El brahmán, irritado, gritó:
-“¡Oh viento! Ven tú pues, a los brazos de la hermosa.”
Acudía el viento, pero una montaña lo detuvo. Llegada a su mano la pelota, la hízo volar de nuevo, diciendo: -“No quiero tener cuestiones con el ratón: haría mal en agraviarlo, a él, que me puede horadar.”
Al nombrar al ratón, la doncella abrió los oídos: el ratón fue su marido. ¿Un ratón? Sí, señores, un ratón. Golpes son estos muy frecuentes del caprichoso amor; buenos testigos Fulana y Mengana: dicho sea esto entre nosotros.