Gelabale se hace con un rebote ante Pau Gasol - Foto: Alejandro Ruesga / El País.
Recorría sus últimos metros en la pista del Palacio de los Deportes tan cabizbajo que en vez de ser el techo del grupo, con 2'15 metros, los mismos que atesora su hermano Marc, parecía medir poco más de 1'90. El público le reconocía su esfuerzo y currículo, pero Pau Gasol (Sant Boi de Llobregat, 1980), tras cometer su quinta personal (Gobert transformaría los dos tiros libres para el definitivo 65-52 para Francia), no podía ni tragar saliva. Casi siete años después de perder la final del Europeo en casa, con una canasta de
Holden y un error suyo final, estaba a punto de despedirse del Mundial en cuartos de final. "Ha habido falta de concentración, de intensidad y de chispa", resolvió ante la prensa. Un mensaje menos contundente que el de su amigo íntimo Juan Carlos Navarro —"no hemos preparado bien el partido. Es un fracaso"—. Pau minimizó las responsabilidades del seleccionador Juan Antonio Orenga —"no creo que la táctica haya sido mala"—, pero no se mordió la lengua cuando recordó la diferencia abismal en el rebote (50 por 28), más sintomática que el 2/22 en triples o el 18/40 en tiros de dos. "Eso", refiriéndose a las capturas, "es preparación mental de cada uno". El contraste fue el grupo de Vincent Collet, entero y coral, convencido de las indicaciones de un técnico que había estudiado hasta el mínimo detalle de España, a la que no dejó montar contraataques y bloqueó de principio a fin con valentía y desparpajo. Cualidades que encarna uno de los bases con más futuro de Europa y de presente más cuestionado, Thomas Heurtel. Collet se dejó los ojos viendo vídeos y rotuladores en la pizarra para que la diferencia de 24 puntos de la primera fase no se volviera a repetir. Al contrario, Orenga pareció preparar menos el choque, con el mismo rigor des su respuesta, horas antes, sobre cuáles eran los problemas físicos de Pau Gasol y dijo: "Tiene molestias en un aductor. No sé especificar exactamente el qué". Tampoco supo cómo gestionar el grupo más completo de la historia de la selección. A Claver, si tanto confiaba en él, le dio las migajas y no le hizo jugar ante Francia como a Abrines, al que le sobra fortaleza mental y no se esconde, o a Felipe Reyes, inédito en un partido en el que faltó convicción y garra, sus armas. El buen entrenador sabe sacar lo mejor de su plantel, pero Orenga estrujó al máximo a Pau Gasol en una primera fase tanto ante rivales muy modestos (Irán y Egipto) como ante candidatos sin nada que decir en esos partidos (Brasil, Francia y Serbia). Pau maravillaba en su mejor versión, como líder y dominador, también con una visión periférica, como alguien altruista. Aunque Orenga tendría que haber reparado más en su banquillo para dosificar a quienes consideraba titulares y dar confianza al resto. Un espejismoApelmazada, con miedo y con una defensa zonal salió España, golpeada con un parcial de 11-2 de Francia y muchas dudas. No hubo un plan B, sino réplicas individuales de Ricky, fogonazos de Navarro, Rudy y también de Calderón, que acertó a la décima tentativa de triple. El 35-28 al descanso era un mal menor. Pietrus y Gobert estaban colosales, Gelabale tenía un puñal y Heurtel era una mina. El tercer cuarto fue el único que ganó España, mejorada en defensa, sostenida por Pau, que en tres minutos lanzó una vez menos que en toda la primera parte, y por Navarro. El alley oop de Sergio Rodríguez para Rudy fue un espejismo en un encuentro en el que al grupo le faltó circulación de balón, sangre y claridad de ideas y se perdió en errores absurdos como un mate a dos manos de Ibaka, tan descentrado como Marc Gasol, con dos canastas cada uno. En los últimos instantes el partido se convirtió en un Pau contra Francia. Sólo anotaba el nuevo pívot de los Bulls y en el grupo de Collet mordían Diaw y sobre todo Heurtel, genial para anotar siete puntos consecutivos con los que se pasó del 55-52 a 2m 05s a un clarificador 62-52 a 46'8s. A la confirmación de una catástrofe de rebote. Mientras el base francés narraba su sueño en directo —"he tenido altibajos, he perdido algunos balones, pero he metido el triple al final. Todo el mundo sabe que me gusta tener responsabilidades, he metido y hemos ganado. Tenía muchas ganas de jugar contra España. Dios me ha ayudado un poco"—, Orenga escurría el bulto cuando le preguntaban si iba a dimitir. Su respuesta estuvo a la altura de sus decisiones como técnico: "¿Dimisión? Ahora mismo estoy pensando en el partido y en lo duro que es vivir estos momentos. Soy una persona de la Federación".