Hace poco me vino una duda a la mente. ¿Qué se hace con envases, vidrios y papeles que ponemos en los contenedores de recogida selectiva? Pues lógicamente reciclarlos.
Estos residuos se llevan a un centro de tratamiento de residuos urbanos, donde se separan y se clasifican según su tipo. Por ejemplo, los vidrios se separan por colores; los plásticos, según su composición (PET, PE-HD, PE-LD…)
Una vez separados ya se pueden reciclar, es decir, empresas fabricantes de envases compran los plásticos, vidrios y papeles, ya separados, y los utilizan para fabricar nuevos envases o presentaciones comerciales de ese material (planchas, pellets, perfiles para hacer botellas por extrusión o inyección…). Y ese material, tiene un precio.
Por otra parte, otros residuos domésticos, como electrodomésticos, se llevan al punto limpio. El proceso es parecido. Se separan sus componentes, y los más valiosos, vuelven al mercado. El precio que alcanzan estos materiales, sobre todo los metales, es cada vez más alto, ya que su extracción desde yacimientos naturales es cada vez más costosa.
Y aquí me asalta la duda. ¿Cuánto dinero se obtiene de la venta de estos materiales? ¿Sería suficiente como para costear los servicios de recogida y tratamiento de residuos urbanos? ¿El ciudadano puede reclamar su parte de los beneficios como dueño primero del material? ¿En qué condiciones legales cedemos nuestros deshechos a la administración?
La verdad es que es algo complicado de resolver, ya que hay pocos precedentes legales sobre el tema. En Alemania, como de costumbre, tienen una buena solución.
En Alemania, en la mayoría de los supermercados, aparecen dos precios en cada producto. Uno de ellos más grande y barato, y otro más pequeño y más caro. ¿Qué significan?
El grande es el precio del producto, sin contar su envase, y el pequeño, es el precio total del producto, envase incluido. El juego es el siguiente. Compras los productos, y cuando vuelvas al supermercado llevas los envases de esos productos. Con el tique de compra se te devuelven la diferencia de precios, es decir, el precio del envase.
¿Cuáles son las ventajas? La primera es que se recicla infinitamente más, ya que el consumidor tiene un beneficio directo de su reciclaje. Y la segunda es que los precios de los productos son inferiores, ya que no se tiene la obligación de comprar el envase que aquí sí tenemos.
¿Y usted no lo prefiere así?
Fuente: Voces de Cuenca
La idea me parece magnífica en un principio, aunque con ciertas limitaciones que habría que ir solventando con la práctica.
Lo primero que me llama la atención es la puesta en conocimiento de los consumidores del valor (económico) que tiene el reciclaje de envases. No sólo se trata de una medida medioambiental, sino también económica.
La idea de implicar al consumidor con una contraprestación por su aportación dentro de la cadena de valor sin duda es justa. Recuerdo que de pequeños, cuando teníamos menos de 10 años, mi hermana y Yo guardábamos todo el papel de casa, y lo llevábamos a una tiendecita muy pequeña del barrio en la que nos lo pagaban. Era muy poco dinero, eso sí, pero reciclábamos, nos concienciábamos, y exigíamos además ese esfuerzo a nuestra madre.
Veo no obstante unos aspectos de este sistema que podrían suponer una barrera, pero todo tiene solución. El primero está relacionado con la idiosincrasia de nuestro país. No solemos guardar las facturas de las compras de supermercado. Pero no entiendo porqué habría que demostrar la compra de un determinado envase en el propio establecimiento cuando a éste se le rembolsaría el importe de todos los envases. Debería bastar con que correspondiese a una de las referencias que allí se venden.
Otro obstáculo es el bajo precio de los envases, cuyo almacenamiento y gestión de cobro podría tener más valor que el importe del dinero a recuperar. Posibles soluciones podrían residir en:
- La prohibición de las bolsas de plástico, o incluso la obligación de cobrarlas incentivaría la utilización de carros de compra, aprovechando el viaje de ida para llenarlo con los envases utilizados. Esta medida sería de aplicación sobre todo al supermercado de barrio.
- Incentivar a los niños, los cuales apreciarán más su valor. Por ejemplo, con tiques canjeables por productos específicos para ellos. Esta alternativa podría servir para las grandes superficies a las que hay que desplazarse en coche.
Con todo, este sistema jamás podría funcionar sin un buen servicio y gestión del supermercado. ¿Imagináis una cola de 10 minutos antes de la compra para recuperar 1€?
El reciclaje alemán escrita en Jumanji Solar el 14-11-2010 por Jumanji.
Categoría: Ahorrar en casa
Etiquetas: El Caso Alemán, reciclaje
Sin comentarios aún, ¿quieres comentar algo? |
Enviar a Twitter | Compatir en Facebook